Hugo Ropero: "Cabezas no tenía nada que ver con las investigaciones"

Lo dijo uno de sus amigos y último jefe de sección en la revista Noticias. A 20 años del crimen del fotógrafo, comparte sus recuerdos con Infobae

Divertido, de risa contagiosa, simpático y capaz de convencer a cualquiera de hacer lo que él quería para lograr la mejor foto. Amaba su profesión y la ejercía con gran talento y perfección, y era ajeno a todo lo que pasaba más allá de la lente de su cámara adornada por sus hijos con stickers. Compinche y leal a sus amigos. Ese era José Luis Cabezas y así lo recordó Hugo Ropero, uno de sus grandes amigos y jefe de Fotografía en la revista Noticias. Le es imposible hablar de él sin reírse y sin llorar al unísono. Y toda esa mezcla de emociones es consecuencia directa de la amistad que los unió, de los recuerdos y hazañas que el hombre asesinado hace 20 años dejó en el corazón de quienes lo rodearon y compartieron la vida con él.

“Cabezas no sabía un carajo de nada. Le ponían a un tipo adelante y sacaba fotos… Los fotógrafos somos independientes de los periodistas”
Hugo Ropero y José Luis Cabezas disfrutando una de las tantas tardes en una quinta. (Archivo: Hugo Ropero)

"Muchos creen que Cabezas sabía mucho y que investigaba mucho… Cabezas no sabía un carajo de nada", abrió la entrevista Ropero al opinar sobre el crimen de su amigo y siguió: "Le ponían a un tipo adelante y sacaba fotos, él sabía de fotos. Los fotógrafos somos independientes de los periodistas, sabía lo que le contaban, pero Cabezas no tenía absolutamente nada que ver con las investigaciones. Absolutamente nada". Al repasar el día en que José Luis logró la imagen que meses más tarde fuera la tapa más conocida de la revista Noticias, recordó: "El mismo día que le sacó las fotos a (Alfredo) Yabrán había hecho fotos a (Eduardo) Duhalde jugando al tenis con no sé quién, había hecho otra nota y después fueron a la playa a ver si lo veían a Yabrán y lo encontraron (…) Yabrán era una de las prioridades que tenía el equipo de Pinamar, más allá de otro tipo de notas que hacían, pero siempre lo tenían. Ya le habíamos hecho fotos el año anterior en una tirada de fuegos artificiales —nos habían pasado el dato de que el tipo iba—. Sacamos fotos a la tribuna, ahí estaba, después vino un tipo a la redacción y lo identificó. Hicimos una tapa un año antes de la foto de Cabezas".

Exigente al extremo, Cabezas esperó casi una semana al empresario y buscó la mejor toma para retratarlo: caminando relajado y conversando con su esposa por la playa. La fotografía técnicamente es maravillosa y para lograrla implementó un truco que Ropero le había enseñado un año antes: "Usó la técnica que le enseñé de cuando había hecho un 'afano' a Armando Cavalieri, en el Caribe. La vio, le gustó y me preguntó: ¿Cómo hiciste la foto?, y le dije que puse a mi compañera posando y yo tenía un tele (lente largo), pero no le estaba haciendo fotos a ella, sino al tipo que estaba atrás. Él hizo eso con Yabrán".

Tras el logro, Cabezas telefoneó a Ropero. "Me llama desde la playa y me dice: '¡Lo hicimos, loco, lo hicimos!'. Le digo '¿Qué cagada te mandaste ahora, Cabezas? ¿Qué es lo que hiciste?'. Y me dice 'Lo hicimos a Yabrán'", recordó el festejo hasta inocente por haber obtenido la imagen que toda la prensa buscaba.

José Luis Cabezas, Guillermo Cantón y Hugo Ropero, amigos entrañables compartiendo un domingo entre risas y largas charlas. (Archivo: Hugo Ropero)

Cabezas era una persona auténtica, sin maldad y quizás por eso minimizó lo que vino después de esa foto. Su excelencia lo superaba: "Era un excelente fotógrafo y era un tipo muy buscador. Buscaba siempre efectos. Lo cargábamos cuando volvía de hacer una nota, le decíamos '¿Y, te subiste al escritorio?', porque hacía fotos de arriba, de abajo… Siempre buscaba cosas raras", bromeaban.

Amigos, más allá del trabajo

Hugo Ropero y José Luis Cabezas se conocieron casi por casualidad en 1989: José Luis trabajaba en la embajada de Francia, lugar por el que había pasado el primer ministro de Economía menemista, Miguel Ángel Roig, a quien retrató en una fiesta horas antes de su muerte, el 14 de junio de ese año. Sin dudarlo llevó las fotos a la editorial para que las utilicen sabiendo que ésas fueron las ultimas imágenes del economista. Ese interés periodístico le cayó muy bien a Ropero y no dudó en darle un espacio. "Empezamos a darle algunas colaboraciones. Él vio la oportunidad y se esmeró", aseguró. De esa manera comenzó su vertiginosa carrera y por su lente pasaron todas las figuras de los años 90, desde modelos y personalidades del espectáculo hasta los políticos y poderosos empresarios.

“Para mi José Luis era fundamental en el equipo”, dijo Ropero sobre el fotógrafo con el que compartió trabajo y amistad. (Archivo: Hugo Ropero)

"El laburo de Cabezas era excelente. Para mí era el fotógrafo fundamental en el equipo, era un tipo buscador. Una de las cualidades que tenía era el poder de convencimiento, lo bien que le caía a la gente y cómo entraba, cómo te convencía de hacer lo que él quisiera", detalló y recordó una de las tantas anécdotas: "Fuimos a hacer fotos a (Graciela) Meijide un día antes de las elecciones, no recuerdo bien, pero la cuestión es que si la mina ganaba era Gardel, y la disfrazó de Gardel… Un día antes de las elecciones, ¿entendés? Dos disfraces le llevó, de Gardel y de la Gioconda, y con los dos la hizo vestir… Era muy simpático, muy entrador".

Ropero no evita quebrarse al recordar a ese amigo que desde hace 20 años extraña. Todo el carisma y la bondad de Cabezas se refleja en sus recuerdos: "Éramos amigos. Más allá de ser su jefe éramos amigos. Alquilábamos una quinta juntos, pasábamos los fines de semana junto al fuego, tomando un whisky, charlando de la vida. Teníamos una amistad aparte de la relación laboral".

Cuando un amigo se va…

El crimen de José Luis causó impacto en todo el país y fue un golpe que aún duele entre sus amigos. Repasando aquel 25 de enero de 1997, día en que mataron a Cabezas, Ropero contó: "Ese domingo me llama (Gabriel) Michi y me dice 'No sé nada de José Luis', preocupado. Le dije 'por qué no probás con ir a la comisaría' y dice 'Estoy en la comisaría y el comisario me dice que hay un auto quemado en la ruta…'. Y yo '¡No, se pegó un palo!', fue lo primero que pensé y después me vuelve a llamar y dice 'Estoy con el comisario que dice que hay un tipo quemado adentro, que está esposado, que le metieron un balazo en la cabeza, y me muestra el manojo de llaves y era el manojo de llaves de la oficina'… ¡Me quedé helado!". La emoción se entremezcla con aquella sensación y su voz se corta.

25 de enero de 1998, un año sin Cabezas. Hugo Ropero, cámara en alto: “Lo que tenemos que levantar cuando se muere un compañero es la cámara”
“Era un tipo tan querido como odiado. Era canchero, sabía que era bueno, pero también era simpático y jodón. Tenía esas ambivalencias. A mí me divertía mucho”

José Luis fue encontrado sin vida por un hombre que caminaba por la ruta que lleva a la laguna de General Madariaga cuando del auto aún salía humo. Su amigo y compañero Michi había compartido con Cabezas el festejo del cumpleaños del empresario Oscar Andreani, a quien meses antes había convencido de posar con el uniforme de cartero que usaban sus empleados, para ilustrar una de las notas de la revista. Con el paso de la investigación se descubrieron imágenes de una cinta de video que mostraba el momento en que el fotógrafo se retiraba del festejo. Una hora y media después apareció calcinado en la cava de General Madariaga.

"Lo voy a recordar siempre. Hace unos días pasaron un informe de él con una nota a Gladys Cabezas y de fondo pasaban una película casera que habíamos hecho en la quinta: él estaba con un hacha sonriendo… Y me acordaba de esa situación, y así es como lo recuerdo: un tipo que se cagaba de la risa de todo. O lo querías o lo odiabas porque te agarraba de punto y cagaste… —se ríe—. Había gente que no lo podía ni ver y había periodistas que me pedían no salir con él, por ejemplo. Era un tipo tan querido como odiado. Era canchero, sabía que era bueno, pero también era simpático y jodón. Tenía esas ambivalencias. A mí me divertía mucho"

Una cámara en alto significa una sola cosa: ¡Cabezas, presente!

1997. En la primera marcha en pedido de justicia por el crimen de José Luis Cabezas (Archivo: Hugo Ropero)

Cada homenaje a José Luis es coronado por un gesto simbólico: el grito ¡Cabezas, presente! se repite tres veces, en cada uno de ellos la voz se entrecorta, pero se hace más fuerte porque se la acompaña con las cámaras en alto, más alto de lo que el propio brazo puede llegar. Con ese gesto se entrega la lente como la mirada eterna que devela verdades, que cuenta la realidad, que escribe historias con la luz. "Levantar las cámaras creo que fue lo más espontáneo que nos salió cuando lo mataron a Cabezas. Los reporteros gráficos… Nuestra arma es la cámara y lo que tenemos que levantar cuando se muere un compañero es la cámara. Nadie lo organizó. Alguien gritó: ¡Cabezas! y todos levantamos las cámaras instintivamente", dijo a Infobae Ropero, a quien hace 20 años le duele la partida de su amigo, la manera en la que un grupo mafioso decidió que se apagara su luz. "Cabezas fue una víctima, él era una excelente persona. Uno dice 'No se merecería que le pase eso', la verdad nadie merece que le pase eso… No existe esa frase, pero alguna vez lo he pensado. ¡Pobrecito Cabezas, no se merecía morir como murió!", finalizó.

Pinamar, 2014. Raúl Ferrari (ex presidente de Argra), Gabriel Michi, Galdys Cabezas y Hugo Ropero en un homenaje a José Luis Cabezas. (Archivo: Hugo Ropero)

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