Un sicario peruano de la Villa 31 fue enviado a juicio por el brutal asesinato de un adicto dealer

Es Richard de la Cruz, el principal lugarteniente del “Loco César”, un sanguinario capo del asentamiento de Retiro. El fiscal Di Lello lo acusa por la tortura y ejecución de Jorge Luis Yrigotía, un consumidor que vendía para la banda. Las otras víctimas y cómo los narcos reclutan clientes para convertirlos en “transas”

Guardar
La “Casa del Pueblo”, donde
La “Casa del Pueblo”, donde se cree fue retenido Irigoytía.

Jorge Luis Irigoytía fue asesinado con las zapatillas puestas, al menos según el albañil que encontró su cadáver en el barrio San Martín de la Villa 31 bis, a metros de las vías del tren del mismo nombre en la madrugada del 1° de marzo del año pasado. Irigoytía fue encontrado de cara al barro, vestido con un chaleco y un viejo jogging arremangado, con cuatro balas calibre .9 mm en varias partes del cuerpo; el tiro de gracia fue justo en la frente.

Algunos vecinos lo escucharon llorar mientras sus victimarios lo arrastraban para ejecutarlo. "Dale en la cabeza", dijo uno de ellos a otro con un marcado acento peruano, antes de que suene el último disparo que muchos vecinos prefirieron ignorar, históricamente atemorizados por los matones y traficantes de la zona. Para cuando el vehículo de la Morgue Judicial llegó para llevarse el cadáver, las zapatillas ya no estaban.

De 20 años al momento de su muerte, oriundo de la zona de Tigre, Jorge Luis había pasado los últimos cinco años de su vida como un adicto crónico a las drogas, principalmente pasta base. Extremadamente flaco, de pelo enrulado, orbitaba entre la calle y la casa de su padre y de su madre en un barrio carenciado, de la que desaparecía por días para luego volver con un aspecto deplorable, su ropa sucia.

Reservado por naturaleza, tenía varios hermanos con los cuales hablaba poco; también una prima que, en cambio, era su principal confidente. Vendía las posesiones que encontraba, siempre para solventar su consumo; Jorge Luis no tenía ni siquiera un celular propio. Su madre había conseguido reunir dinero para tratarlo en una clínica de rehabilitación privada en Benavidez, de la cual se fugó.

En los últimos tiempos, Jorge Luis había comenzado a frecuentar un grupo de paqueros que dormían y mendigaban en la zona del Hipódromo de Palermo, para dormir él mismo ahí. Visitaba también la Villa 31 bis en ese entonces; su prima confidente lo acompañó en varias excursiones para comprar droga. "Unos peruanos", decía él sobre sus proveedores.

También, se supo más tarde, Jorge Luis había comenzado a vender para esos mismos peruanos. Su prima lo vio por última vez el 27 de febrero de 2016; había acordado con el joven para visitar una iglesia evangélica, para rezar por él y curarlo de su adicción. Lo vio igual de flaco que siempre en esa última vez, pero sorprendentemente mejor vestido, con buena ropa, algo que le llamó la atención. Jorge Luis aceptó la oferta de sanarse mediante la fe; para despedirse de su adicción, decidió fumarse todo el lote de pasta base que le quedaba. Dos días después sería encontrado muerto.

Hoy, a casi un año del crimen, la Justicia tiene una respuesta para la familia de Irigoytía. En Comodoro Py, el fiscal federal Jorge Di Lello, luego de una instrucción a cargo de funcionarios como Javier D'Elío que incluyó allanamientos, pericias balísticas y múltiples testimonios reservados en el asentamiento de Retiro, elevó a juicio al presunto responsable de la muerte de Jorge Luis bajo la acusación de homicidio agravado. Infobae accedió al escrito de la elevación, remitido días atrás al juez de la causa que investigó la muerte de Jorge Luis, Ariel Lijo: el magistrado todavía debe resolver planteos antes de firmar el despacho final a un tribunal oral, algo que se espera para este febrero luego del fin de la feria judicial.

La mención de "unos peruanos" no es casual. Para Di Lello, de acuerdo a inteligencia de la división Homicidios de la PFA, Irigoytía fue masacrado por miembros de la banda de César Morán de la Cruz, alias "El Loco", oriundo de Lima, y el capo más sanguinario y violento en la historia del asentamiento de Retiro, hoy preso en Devoto con una condena de 15 años y con un pedido de extradición de la Justicia de su país firmado por el juez Sebastián Casanello.

Cárcel o no, la Justicia sostiene que Morán de la Cruz continuó regenteando su negocio narco tras las rejas gracias a una pequeña flota de teléfonos celulares, con mensajeras como sus mujeres y ex mujeres y un núcleo duro de lugartenientes para vigilar el territorio desde su cuartel general, "La Casa del Pueblo", una ruinosa construcción de dos plantas sobre la manzana 102 del Playón Este, su dominio histórico en la 31 bis.

Richard Marino de la Cruz Raymundez, alias "Kimbol", limeño, de 32 años de edad y sobrino de Morán, está señalado como uno de sus principales jefes en la Villa junto a Vladimir, el hijo de César y presunto número dos de la banda, hoy prófugo de la Justicia: ante el juez Lijo, Di Lello imputó a "Kimbol" como el máximo responsable de la muerte de Jorge Luis y pidió su juicio oral.

Entrada de la “Casa del
Entrada de la “Casa del Pueblo”.

Para el fiscal, Irigoytía cayó víctima de una de las mecánicas comerciales más perversas de la banda del "Loco": convertir a adictos clientes en transas. Di Lello descubrió este modus operandi tras casi un año de perseguir al clan de Morán, que a pesar de sucesivos golpes no renunciaba a su control de los kioskos narco en zonas como el Playón Este. Todo lo contrario: las circunstancias beneficiaron a César.

Gracias a varios allanamientos y operativos a lo largo de los últimos meses que debilitaron a rivales como Alionzo "Ruti" Mariños y varios presuntos traficantes paraguayos como los hermanos Costa Fouz, regentes del boliche y corralón ilegal "Tarzán", Morán de la Cruz se convirtió en el último capo sentado sobre los ranchos de ladrillo hueco.

La muerte de Irigoytía fue uno de los disparadores de una redada masiva en la Villa en junio pasado: efectivos de divisiones de la PFA como Antidrogas Especiales golpearon 35 objetivos en el asentamiento para llevarse armas, drogas y a jugadores como Zoila Choquicahua, la madre de Vladimir y ex mujer de César. Vladimir, alias "Cabecita", no fue encontrado; al fugarse dejó atrás su colección de zapatillas deportivas, sus seis televisores LCD de gran tamaño y hasta un jacuzzi.

La inteligencia policial de ese expediente reveló algo inquietante. La banda de Morán de la Cruz, por lo visto, tenía una pequeña prueba para sus adictos traficantes: "Una de las últimas declaraciones, de fecha 18 de junio, da cuenta de que la banda investigada adoptó como modus operandi para la venta la entrega de una 'piedra' de 10 gramos de pasta base de cocaína a consumidores por un valor de $1300 para su comercialización, debiendo luego abonar el producido de la venta, siendo que en caso de no hacerlo son secuestrados y mantenidos ocultos en las casas utilizadas para la venta de drogas, donde eran golpeados, mutilados, quemados con cigarrillos". Este fue, para el fiscal Di Lello, el trasfondo de la muerte de Irigoytía.

Jorge Luis decidió visitar la 31 bis junto a su prima por última vez el 31 de diciembre de 2015, de acuerdo a testimonios en la causa. No llegaron a Retiro. Antes hicieron una parada en Palermo, para visitar a su grupo de amigos adictos que limpiaban vidrios y mendigaban en las inmediaciones del Hipódromo. Allí, Irigoytía oyó de boca de una chica que la banda de César había puesto un precio de 20 mil pesos sobre su cabeza, que tenía que desaparecer lo antes posible. Así, Jorge Luis le reveló a su prima el error que le costaría la muerte dos meses después: le había robado droga a la banda del "Loco", le dijo que morir era una posibilidad, que ya lo tenían "fichado". La sentencia de muerte llegó poco después a oídos de la madre del joven.

Cuándo se llevaron a Irigoytía es algo que todavía es impreciso, pero lo cierto es que no murió de inmediato: Di Lello cree que antes de su ejecución fue torturado durante varios días en "La Casa del Pueblo", el aguantadero de la banda. Una causa paralela que investiga a Morán trajo a un testigo de identidad reservada. Su relato difiere del de la prima de Irigoytía: Jorge Luis, según este testigo, no le robó droga al clan de Morán, sino dinero.

Ese testigo aseguró que en el aguantadero de la manzana 102 "tenían a un muchacho jovencito que según decían les había robado plata… se la cagó a un chico que detuvieron con marihuana y un arma. Le entró en la casa, ahí lo agarraron y lo llevaron a la 'Casa del Pueblo'. Lo tenían en un colchón, ni agua le daban". Tiempo después, el testigo oyó: "Ya lo matamos". Tras su relato, el testigo fue confrontado con una foto de Irigoytía en vida: lo reconoció inequívocamente.

Vista del barrio San Martín,
Vista del barrio San Martín, donde murió Jorge Luis

Torturar a un adicto antes de matarlo no sería algo inusual para la banda de Morán de la Cruz. Juan Honorio Inga Arredondo, alias "Piedrita", detenido en "La Casa del Pueblo" en octubre de 2015, está considerado por la Justicia como el máximo sicario del clan del "Loco César": el juez Rodolfo Canicoba Corral lo procesó por cuatro homicidios cometidos en cuarenta días. Entre sus presuntas víctimas está Mónica Palma, una ex novia del capo que se habría quedado con un vuelto indebido. Hay testimonios que señalan a "Kimbol" de la Cruz, el presunto matador de Irigoytía, como el segundo pistolero de este crimen.

Diego Giménez Verón, un hijo de paraguayos consumidor de pasta base, fue asesinado supuestamente por "Piedrita" en la Villa el 3 de julio de 2015 tras sufrir tormentos de una notoria crueldad: antes de que perdiera la vida a tiros le amputaron el pulgar derecho y ambos meñiques desde sus primeras falanges para luego hacerle unos improvisados torniquetes con pedazos de nylon. Giménez Verón, además, tenía otras dieciséis heridas de arma blanca. Para torturarlo, lo retuvieron en una vivienda cercana a la manzana 112: luego lo fusilaron en un pasillo.

"Kimbol" se defendió de manera algo torpe al ser indagado por la muerte de Jorge Luis: tras negarse a responder preguntas, dijo que era imposible que él fuera el responsable de la muerte de Jorge Luis ya que al momento del crimen "estaba postrado" por "un balazo que recibió". Di Lello no lo tomó demasiado en serio: informes de agentes encubiertos de la PFA lo muestran andando en muletas por el Playón Este de la 31 bis.

El sobrino del "Loco César" había sido detenido el 20 de agosto del año pasado; cayó junto a otro peruano de 24 años en un rancho de la calle España, zona de Moreno, un arresto realizado por la DDI de la Policía Bonaerense de la misma jurisdicción. Sin embargo, esa vez la orden no vino de Comodoro Py: "Kimbol" fue arrestado por orden del Juzgado de Garantías y la UFI N°2 del departamento, por otro homicidio completamente distinto, y uno que salió completamente mal.

Ocurrió el 6 de julio pasado en la localidad de La Reja, también en Moreno: una ex pareja de Morán era el presunto blanco, que dio la orden, aparentemente por una infidelidad. Los presuntos sicarios de Morán se equivocaron de víctima: mataron a una mujer del mismo nombre que vivía a cuatro puertas de la ex pareja del capo de Retiro. La víctima, empleada de un local de ropa de San Miguel, recibió cuatro tiros luego de que un tirador encapuchado pateara su puerta de chapa y murió en el acto. Su pareja, que veía televisión junto a ella, resultó herido de dos disparos.

Por este hecho se allanó el pabellón que César ocupa en Devoto: le encontraron nueve celulares en el doble fondo de un armario. Testimonios recogidos por el equipo de Di Lello revelan cómo, alrededor de un parlante en la "Casa del Pueblo", sus soldados y lugartenientes se reunían para escuchar las nuevas órdenes desde el penal.

Guardar