Femicidio en una cárcel de Salta: "Tengo miedo de que vuelva a matar a otra mujer"

El hombre que la semana pasada mató a su pareja en la cárcel ya había hecho lo mismo hace una década. La madre de la primera víctima le dio su desgarrador testimonio a Infobae

Por Lula González, especial para Infobae desde Salta. Fotos: Javier Corbalán

Angélica Jorge

En Villa María Esther, un humilde barrio de la zona sudeste en Salta Capital, Angélica Jorge contempla el mural en el interior de su casa con la imagen de su hija Verónica Castro, asesinada por su pareja hace once años, cuando tenía 26, y llora desconsoladamente. Nuevamente siente esa sensación de impotencia mezclada con rabia y dolor.

Piensa de nuevo que no pudo hacer nada, siente culpa porque tal vez un anuncio o una señal podrían haber evitado una nueva muerte: ¿Cómo "La Vero", como le decía cariñosamente a su hija, no le advirtió nada ese día? ¿Cómo no se apareció en un sueño algo que manifestase que la desgracia volvería a ocurrir?

Desde que ocurrió el femicidio de Andrea Neri (18) en el Penal de Villa Las Rosas por parte de Gabriel "El Chirete" Herrera (39), el pasado 5 de enero, cuando en una visita íntima ahorcó y apuñaló a la joven que había llevado a su bebé de dos meses para que conociera a su padre, Angélica no duerme, no come, ni puede pensar en otra cosa. Una sensación de dolor atraviesa todo su cuerpo y rememora cada paso de la pesadilla vivida hace 11 años.

-"Suegra, ya está, ya la maté a su hija"- le dijo, indiferente, mientras conversaba con un guardiacárcel, relata mientras sus ojos se llenan de lágrimas. "Así nomás me la mató a mi hijita".

Ese 23 de marzo del 2006, Angélica Jorge acompañó a su hija Verónica Castro a la cárcel de Metán, localidad ubicada a 160 kilómetros de la capital provincial, junto a sus dos hijos: César, de 4 años, y Gabriel Armando, de 9 años en ese momento.

"Mi hija estaba muy contenta, nosotros lo queríamos mucho al 'Chirete'. Vero se arregló, le compró zapatillas, le llevamos milanesas. Mis nietos estaban entusiasmados de ver a su papá, nunca pensamos que iba a suceder lo que ocurrió", cuenta Angélica. "Entramos a la visita y él no paraba de decir que se sentía mal, yo los mandé a la enfermería y mi hija lo acompañó. Los dos entraron a la celda, nosotros con los chicos nos quedamos poniendo la mesa", agregó.

Pero pasaba el tiempo y no salían. "Yo me quedé con los dos nenes, entonces el más grande me dice que sentía un dolor en el pecho y quería ver a su mamá, parecía que presentía lo que pasaba. El más chico salió a jugar al patio, yo lo perseguí y ahí lo vi al 'Chirete' atrás de una reja pasándole $50 pesos a un guardiacárcel, y le pregunté: -'Chirete', ¿La Vero?, a lo que Herrera contestó: 'Ya está, ya la maté a su hija'".

A Angélica le es inevitable romper en llanto al evocar ese fatídico episodio: "Mi nieto de 9 años gritaba y lloraba y le decía: '¡Asesino, mataste a mi mamá!'". Asegura que en todo momento Herrera no perdió la calma y le dijo al nene: –'Qué llorás, marica. ¿Por qué llorás? Ya la maté a tu mamá ¿La querés ver? Ahí está tu mamá, muerta. Mirá'", mientras el cuerpo de Verónica se movía en lenta agonía en el suelo, sus últimos movimientos consecuencia del ahorcamiento.

Angélica retiene en su memoria la imagen de su hija yaciendo en el suelo de esa habitación, con una remera roja en el cuello con la que el femicida la asfixió. "Los guardias no nos dejaban pasar, yo gritaba pidiendo ayuda a los otros presos y mis nietos intentaban pasar. A mi hijita la dejaron morir ahí, ningún guardia pasó a ver qué pasaba, simplemente se quedaron ahí viendo toda la escena".

Las consecuencias de ese episodio aún repercuten en los hijos de Verónica. El nieto mayor, Gabriel (se llama igual que su padre aunque nunca lo reconoció como tal, incluso lo definió en varias notas como "El Diablo") tuvo diversos intentos de suicidio. "En varias oportunidades se quiso ahorcar; en la escuela y en mi casa volver a recordar esto nos hizo muy mal".

El 5 de enero del 2017, cuando ocurrió el femicidio de Andrea Neri, el primero del año en Salta (la provincia es una de las que, junto con Buenos Aires y Santa Fe, lideran las muertes por violencia de género, registrando en 2016 un asesinato de una mujer por mes, según las estadísticas reveladas por la organización La Casa del Encuentro), se acercó al Penal para acompañar a los familiares de la joven y reclamar mayor seguridad para las visitas.

Angélica recuerda que una vez se encontró con Andrea y le advirtió que era un hombre peligroso: "Yo me la crucé en una oportunidad, le advertí quién era Herrera pero no me quiso escuchar. Le conté que había matado a mi hija en la cárcel y que le podía hacer daño. Por ese entonces estaba embarazada de 8 meses y me dijo: "Señora yo lo amo, él me ama y nosotros estamos juntos. No sé qué habrá pasado con su hija, pero nosotros somos muy felices y si me pasa algo, bueno… Pero no creo, él me quiere demasiado".

Gabriel Herrera y Andrea Neri, su segunda víctima

El caso generó gran conmoción y despertó críticas dejando en evidencia las irregularidades del sistema carcelario provincial. El gobernador Juan Manuel Urtubey dispuso el desplazamiento de los funcionarios.

El fiscal Pablo Rivero relató que, examinando las filmaciones del circuito cerrado de vigilancia del penal, se evidenció que la visita no se produjo en los lugares destinados a tener relaciones íntimas sino en la celda y que está investigando si ese tipo de contactos son frecuentes. Agregó que el pabellón mide unos 300 metros y que los guardias más cercanos se encontraban a alrededor de 200 metros de la celda, por lo que el nivel de seguridad y vigilancia dentro del penal está bajo sospecha. Según el fiscal, Andrea Neri llevaba entre 25 y 30 minutos en el lugar hasta que se produjo el femicidio.

"No creo que haya casos de doble homicidio en la cárcel por un mismo interno en el país ni en el mundo", señaló Rivero en declaraciones a los medios locales.

Herrera fue trasladado a la Alcaldía para reforzar su vigilancia. Angélica y los familiares de Andrea Neri le piden al gobernador Urtubey y a las autoridades judiciales que se les informe el paradero del femicida y piden que cumpla su condena en Salta: "Mi mayor miedo es que lo trasladen a otra provincia y que vuelva a matar a otra mujer de nuevo".