Celina Rucci: "La vida me dio revancha, conocí a mi papá a las 28 años"

“Faltó la imagen masculina”, dice la actriz sobre su infancia en esta charla con Infobae en la que cuenta cómo fue el reencuentro con su padre al que creyó desaparecido.

—Ok, no tenés ganas de enamorarte, ¿un sex toy como Moria [Casán]?

—No sé qué hace Moria con los chicos, yo respeto a los hombres porque pretendo que me respeten a mí, pero sí divertirme con amigas, con amigos. No estoy resentida con los hombres, ni tengo un problema de decir: "No quiero saber nada", pero sí me gusta disfrutar un poco más mi casa en soledad, mi libertad, llegar a la hora que quiera, cocinarme lo que quiera y no tener una persona, que te demanda energía. Una relación te demanda, y yo soy muy criada a la antigua, me crió mi abuela, una tana, siciliana, me gusta cocinar, me gusta estar atenta a sus cosas, y todo ese tiempo ahora me lo quiero dedicar a mí.

—¿A qué edad empezaste a trabajar?

—Me independicé a los 17 años. Quería trabajar porque en casa vengo de una familia laburante y siempre hacía falta plata; más cuando sos una persona que querés estudiar, que querés avanzar, siempre el dinero es necesario. A los casi 17 años me emancipé para poder trabajar legalmente porque si no, falsificaba la partida de nacimiento, iba y decía: "Perdí el documento".

—¿El dinero que ganabas era para vos o era plata que ponías en tu casa?

—Generalmente 50 y 50. Mi abuela fue el sostén económico dentro del matriarcado que era mi familia, llegó un momento en el que se jubiló, demoraban mucho tiempo, hubo un período ahí donde se notaba la falta de ingreso. Salí a rebuscármelas con la animación de fiestas infantiles.

—¿Faltó la figura masculina?

—Aunque me quiera poner mi coraza y decir "no", sí, claramente sí, por eso tuve tantos años de terapia después. La vida me dio una revancha, una oportunidad, y a los 28 años conocí a mi papá, que hoy tenemos una relación increíble, que la forjamos y es una persona maravillosa. Vive en Río de Janeiro, voy a pasar por primera vez las fiestas con él allá, es una cuestión muy emotiva para mí. La tengo un poco celosa a mi mamá, porque es una de las primeras fiestas que no paso con ella.

—¿Cómo fue para tu mamá ese reencuentro con tu padre?

—Desgraciadamente, doloroso. La entiendo como madre, la entiendo muchísimo, pero era una necesidad mía y con mucha comunicación lo hablamos y lo superó.

—Y para vos fue importantísimo.

—Era una necesidad, el 50% de tu identidad… Sentía que había una historia alrededor de mí que me faltaba data, me faltaba información, me faltaba saber.

—¿Vos no tenías nada de contacto?

—No, mi papá despareció en el 1978 e imaginate, yo era una criatura, no tengo registro. Claramente faltó la imagen masculina, mi mamá nunca volvió a hacer pareja, se dedicó plenamente a mí, a llevarme a clases de piano, tango, baile, dibujo, pintura. Encima que yo era hija única e hiperactiva, mi mamá, piola, usó toda esa energía en formarme hasta que me decidí por algo, pero todo curso y taller que había yo lo hacía.

Tuve una adolescencia bastante brava, me acuerdo muy rebelde

—¿Te reencontrás con tu papá a los 28 y hoy ya sí pudiste reconstruir esos huecos que faltaban?

—No te voy a mentir, generalmente cuando a una persona le falta una pata en su formación, hay un montón de cosas mentales, por ejemplo, quizás mis relaciones con los hombres no eran tan sanas, estaba inconscientemente agrediendo a esa persona o no le daba la importancia que quizás ameritaba. Al empezar a darme cuenta de estos inicios dije: "Ok, bueno, terapia, vamos a solucionarlo". Después de muchos años, porque hay que digerir ser una persona que se siente abandonada por el padre, por eso yo siempre lo recomiendo: si tuviste la mala suerte, la desgracia, porque no es lo mismo que fallezca esa persona, que vas y le llevás una flor y que la imagen esa va a ser un superhéroe siempre, a que esa persona desaparezca. Entonces es necesario, porque si no, vivís con mucho rencor. Desgraciadamente, el ser humano necesita la aceptación de mamá y papá, y más cuando sos muy chico, cuando sos adulto, la mirada del otro te empieza a importar muy poco. Tuve una adolescencia bastante brava dentro de mis parámetros, me acuerdo muy rebelde, rebelde con causa. Cuando me encontré con mi papá, yo ya tenía todo este proceso interno trabajado y lo acepté desde el lado de "bueno, quiero darle una oportunidad a esta relación, a este vínculo". No quiero reproches, no quiero: "¿Por qué me abandonaste? No sé por qué", no quiero tango. Veamos de acá para adelante qué se construye.

—¿La maternidad cómo te impactó?

—Fue un tema. Fui mamá a los 18 años. Cuando me hice señorita, me hicieron ciertos chequeos y descubren que no podía tener familia. Después de estar dos años y medio con mi noviecito, de toda la vida, en esa época no estaba la información del preservativo, debuté y quedé embarazada, así que la maternidad conmigo fue un alto impacto en la vida. Nunca dudé de tenerlo pero sabía que encaraba un camino… más con lo ambiciosa que era yo, con lo que esperaba de la vida. Mi mamá estuvo muy enojada.

—Decías que nunca dudaste.

—Nunca dudé. Y lo más loco es que nunca más quedé embarazada. Así que imaginate el impacto que hubiese tenido en mí si este bebé no hubiese querido que llegue a término y nunca más hubiese quedado embarazada.

—¿Con esa historia propia, tenés opinión sobre la despenalización del aborto en la Argentina?

—Sí, la tengo. Una de las grandes cosas que nos separan de los animales es la opción a elegir, no somos por instinto, nosotros tenemos el raciocinio de poder elegir. Y me parece que nadie te tiene que limitar a la elección.

Debuté y quedé embarazada

—Aun no habiendo optado por esto para vos, bienvenida la opción.

—Yo no lo haría, mi patrón marca que no lo hice, pero jamás juzgaría a una persona que quiere hacerlo. Me da mucha pena la cantidad de mujeres que no tienen los recursos económicos que hoy por hoy… La verdad que no sé cuánto sale un aborto, pero me imagino que al ser clandestino, como todo lo clandestino, debe tener un dinero importante.

—¿Cómo es ser mamá de adolescentes?

—Terrible, terrible, terrible. Es acostarte con el Jesús en la boca y levantarte con el Jesús en la boca y más uno que conoce. A mí me toca mucho transitar la noche por eventos, presentaciones, y sinceramente me ha pasado mucho en estos últimos tiempos de entrar a un baño de una disco y sacar criaturas en estados deplorables.

—¿Con tu ex marido cómo está la relación?

—No tengo ese tipo de relación de quedarme con amistad y cuando me divorcié, mis hijos ya eran grandes, así que no teníamos ese trato que tenés que tener cuando tenés chiquitos. No tuve más trato y no quise tenerlo tampoco.

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—¿Y cómo te afecta como mamá, con hijas con él, su situación judicial? [N. de la R.: Su ex marido es Claudio Minnicelli, cuñado de Julio de Vido]

—A mí no me afecta para nada, vergüenza debería sentir él, pero yo, no, soy una persona totalmente independiente. ¿Qué se le puede hacer? ¿Ponerme a llorar con ellas? Sólo les muestro que hay un lado donde hay una persona que trabaja y hace las cosas como se tienen que hacer. Es lo único que puedo hacer. Cuando me separé, me quedé sin nada, al que quiera le muestro mi divorcio donde ni casa, ni auto, ni nada, nada. Cuando necesitaba trabajar, se me cerraban las puertas, porque el Gobierno ponía dinero y había alguien que decía: "No le den trabajo porque nos sacan las pautas publicitarias".

—¿Hoy por qué elegís seguir trabajando?

—Porque necesito el dinero, como todos y porque tengo la suerte de trabajar de lo que me gusta. No todo el mundo tiene la posibilidad de trabajar de lo que le apasiona, hay que seguir haciéndolo. Hace más de 15 años que trabajo en esto, y que te sigan presentando proyectos, porque la nueva manera de comunicarse ahora son las redes sociales, mucha gente que tiene un millón de seguidores y por la calle no saben quién es, eso no es hacer una carrera, eso es un momento.

—¿Con el paso del tiempo cómo te llevás?

—Bien, la verdad es que si a mí me hubiesen dicho a los 20 años que a esta edad yo iba a estar así, firmaba y no me hacía un problema.

—¿Es muy difícil para las mujeres hacerse un lugar en el medio, más allá de lo físico, hacerse respetar?

—Personalidad. Depende de vos, de tu crianza, de los valores que te pusieron a vos cuando eras chica, de que te enseñen que es un trabajo. Como en la vida, nadie te tiene que faltar el respeto.

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—Hoy estamos en un momento con gran exposición respecto a la violencia de género y el cuidado de las mujeres. ¿Te sentiste maltratada?

—A mí físicamente no me han agredido, pero no significa que ese sea el único patrón de agresión, sí me han insultado en una discusión y con el tiempo empecé a darme cuenta: "Esto es una agresión, esto no hay que permitirlo". Y empezás a decantar y te empezás a dar cuenta de que hubo un montón, hasta laboralmente, hay un montón de cosas que si uno no tiene la información necesaria, deja pasar.

"Fuera de línea" vuelve a la cartelera el sábado 14 de enero en el teatro Porteño.

Agradecimiento: Paula Balmayor, producción de vestuario