Villa 1-11-14: una nueva mafia usurpa casas y se enfrenta a tiros con Gendarmería

Una balacera terminó con ocho heridos ayer a la madrugada. El tercer piso de una torre precaria es el foco del conflicto. Violencia contra inmigrantes y precios de hasta 80 mil dólares por departamento

(Télam)

El miércoles último por la madrugada, dos hombres resultaron heridos de bala y seis gendarmes fueron golpeados en un violento cruce sobre la calle Bonorino, una de las principales arterias de la Villa 1-11-14 en el Bajo Flores, según informó la agencia Télam. Se originó incluso una persecución, con un Renault Megane tripulado por cinco sospechosos y que terminó frente a la cancha de San Lorenzo, cuando un móvil de Gendarmería embistió al vehículo.

Tras el choque, cuatro de los cinco sospechosos fueron detenidos según informó La Nación.; uno de ellos fue derivado al hospital Piñero con una bala en el pecho, Otros informes hablan de un vecino muerto que recibió un tiro en la cabeza y de disparos de armas automáticas.

Hasta aquí, el relato es bastante lineal. Pero lo que parece un hecho de sangre de los que se repiten ocasionalmente en el asentamiento del Bajo Flores -el segundo foco de muertes violentas en la Ciudad de acuerdo al Consejo de la Magistratura, con una tasa de 6,6 homicidios cada 100 mil habitantes– tendría una trama algo más compleja detrás. Una serie de violentas usurpaciones armadas es el eje del conflicto.

El objetivo: robar las casas de inmigrantes bolivianos y peruanos para luego revenderlas, según voces que conocen a fondo el territorio en el Bajo Flores. Una fuente judicial apunta a Infobae: "Aparentemente, sería una banda de chicos argentinos que trabajaría para una familia pesada del barrio que controla el negocio. Eligen familias desarmadas y las echan para quedarse con un porcentaje después de la venta. Se habla de hasta 80 mil dólares por departamento".

El problema comenzó el 30 de noviembre último. Al menos seis delincuentes armados ingresaron a una vivienda en el tercer piso de una torre precaria ubicada en la manzana 27, barrio Illia, sobre la calle Eduardo Bonorino. La amenaza para la familia que vivía allí fue clara: si no se iban, morían. Se fueron a las pocas horas, custodiados por personal de Gendarmería, de acuerdo a un documento judicial.

La familia hizo la denuncia el día 5 de este mes en la dependencia de ATAJO, el programa del Ministerio Público Fiscal que funciona como enlace entre vecinos de barrios carenciados y la Justicia, encabezado por el fiscal Julián Axat. Ese mismo día, luego de informar el hecho, recibieron una golpiza y más amenazas.

Este lunes último, los delincuentes volvieron por más. Regresaron a la torre de la calle Bonorino, no a atormentar a la familia que habían amenazado en primer lugar, sino a su vecina de enfrente. Rompieron su puerta a patadas y la echaron de su casa también. "Esto te pasa por meterte donde no te tenés que meter", le espetaron en la cara, en alusión a que había ayudado a sus vecinos dándoles refugio luego de que fueran intimidados a punta de pistola la primera vez. Un familiar de esta vecina llegó al puesto de Gendarmería Nacional en la esquina de Riestra y Bonorino, uno de los puntos neurálgicos del Bajo Flores, para reportar el hecho.

Así, comenzó la balacera del miércoles por la madrugada. Los agresores respondieron con fuego al ver a los efectivos uniformados acercarse a la torre: el tiroteo duró casi una hora. Sin embargo, no todo terminó con el último tiro. Horas más tarde, la vecina fue amenazada otra vez: si no se retiraba de su casa, iba a ser "boleta".

Los aprietes continuaron en el tercer piso de la torre. En la mañana del miércoles, otro vecino de un nuevo departamento escuchó claramente: "No te vamos a robar, queremos el depto para hacer guita". El hombre y su familia no tuvieron más remedio que irse.

Horas después, otro ocupante en la torre fue atacado para que entregue su domicilio. El conflicto luego bajó a la calle. Una larga fila de vecinos indignados se formó en la dependencia de ATAJO, en uno de los puntos de acceso del asentamiento del Bajo Flores.

La investigación recayó en el Juzgado de Instrucción N°13 y la Fiscalía de Nueva Pompeya y Parque Patricios a cargo del doctor Adrián Giménez. ATAJO, por su parte, remitió un oficio a Giménez pidiendo que refuerce de forma urgente la seguridad en la torre sobre la calle Bonorino para evitar nuevos hechos. El Ministerio de Seguridad también recibió una alerta. El rumor de nuevos ataques creció durante la tarde del miércoles, esta vez en las torres ubicadas sobre la calle Riestra, aledaña a Bonorino, las llamadas "torres amarillas".

El modus operandi de expulsar vecinos para quedarse con un inmueble, por otra parte, no es nuevo en las villas porteñas. Fue típico, por ejemplo, de César Morán de la Cruz, un sanguinario capo peruano hoy preso por homicidio en el penal de Devoto, que controló durante años varias zonas de los sectores peruanos de la Villa 31 bis. Morán de la Cruz se instaló en Retiro, precisamente, a punta de pistola. Según varias fuentes judiciales, expulsaba ciudadanos bolivianos de las casas que construían para luego convertirlas en aguantaderos o alquilarlas.

El juez federal Sebastián Casanello investigó, también en la Villa 31, a una mafia dedicada a ocupar terrenos fiscales y venderlos para luego echar a los compradores por la fuerza.