El apasionante libro del inglés que en 1830 llevó cuatro indígenas fueguinos a Londres

Robert Fitz Roy, célebre por sus viajes de relevamiento por nuestras costas, subió a bordo del Beagle a un grupo de fueguinos que tras vivir un tiempo en Inglaterra volvieron a su tierra en compañía de Charles Darwin… Extracto

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Tres de los cuatro aborígenes
Tres de los cuatro aborígenes fueguinos que Robert Fitz Roy llevó a Londres

La editorial Eudeba acaba de publicar Los viajes del Beagle. Informes de la Segunda Expedición (1831-1836), del capitán Robert Fitz Roy, un libro en el que este hombre extraordinario relata sus recorridos por las costas patagónicas, Tierra del Fuego, Cabo de Hornos, Malvinas y más allá, cuya finalidad era científica. Gran navegante y gran científico, hizo un aporte fundamental a la meteorología, la hidrografía y el conocimiento en general de las regiones que recorrió. Este libro forma parte de la Colección Reservada del Museo del Fin del Mundo, de Ushuaia.

Reproducimos aquí extractos del Prólogo, del Estudio preliminar y del Capítulo 1.

Prólogo de Luis Abel Orquera

[…] El extraordinariamente minucioso relevamiento [de Robert Fitz Roy] (1826-1830) cubrió desde la costa atlántica hasta el Golfo de Penas y proporcionó innumerables informaciones hasta entonces poco o nada conocidas, que pueden ser consultadas en el primer volumen de esta serie [N.de la E: cliquear para ver la lista]. La expedición dejó en la toponimia regional abundantes rastros de su paso y tuvo muchos encuentros con indígenas (…). En esta presentación general nos detendremos en lo que posiblemente sea el episodio más conocido de esta expedición por las consecuencias a que dio lugar: Fitz Roy recibió de King la misión de retornar a Inglaterra haciendo la cobertura de la costa sur de Tierra del Fuego, o sea rodeando el Cabo de Hornos.

Retrato de un fueguino. Todos
Retrato de un fueguino. Todos estos barcos de exploración científica llevaban un dibujante.

A pesar de la mala fama que tenía este paso, Fitz Roy no dejó constancia de haber encontrado grandes dificultades en la navegación, pero lo contrario ocurrió en su relación con los indígenas. Como consecuencia de ellas, Fitz Roy tomó como prisioneros a dos varones adultos y a una niña (a los que dio los nombres de York Minster, Boat Memory y Fuegia Basket); días después, más hacia el este, agregó a un muchacho (Jemmy Button). Hoy podemos identificar a los tres primeros como integrantes del grupo Alacaluf o, como escribió Fitz Roy, "alikoolip"; el marino inglés consideró que el último pertenecía a una parcialidad a la que llamó "tekeenika" (…), que en realidad era yámana (más tarde "yahganes").

Robert Fitz Roy, vicealmirante de
Robert Fitz Roy, vicealmirante de la Marina Real Británica (1805-1865)

Sea que Fitz Roy lo haya hecho con los tres primeros como represalia por el hurto de un bote, sea que lo haya hecho con los cuatro con la esperanza de enseñarles las ventajas de la civilización para que luego la difundieran entre sus coterráneos, […] un resultado favorable quedó en pie: como consecuencia de la convivencia, los tres indígenas restantes aprendieron a expresarse –aunque con torpeza– en inglés, y de ese modo los occidentales pudieron interrogarlos y conocer aspectos de su forma de vida que anteriormente la diferencia de idiomas hacía imposible averiguar.

* * * * *

Fitz Roy invitó a circunnavegar el mundo a un joven aficionado a las ciencias naturales. Su nombre: Charles Darwin

(…) Fitz Roy, finalmente, hizo gestiones para retornarlos a sus tierras de origen; para esto se resolvió enviar de nuevo el Beagle, pero se ordenó que continuara su viaje hasta completar el relevamiento de la costa chilena y ampliarlo a algunas islas del Pacífico. En esta oportunidad se produjo uno de esos episodios cuyas consecuencias era imposible prever: Fitz Roy decidió invitar a alguien para que lo acompañara en esta circunnavegación del mundo, y un amigo le recomendó a un joven que mostraba afición por las ciencias naturales, llamado Charles Darwin.

Mucho antes de elaborar su
Mucho antes de elaborar su célebre teoría, Charles Darwin fue invitado del capitán Fitz Roy en su viaje de reconocimiento a Tierra del Fuego

El Beagle partió el 27 de diciembre de 1832 [y] llegar hasta Tierra del Fuego insumió algo más de un año, lo que dio oportunidad para que se profundizaran las conversaciones con los tres fueguinos, que Darwin encontró muy interesantes. Es una incógnita el motivo por el que estos fueguinos convencieron a sus interlocutores de que sus compatriotas eran caníbales, falsedad que costó algo más de un siglo [refutar].  […] Poco después, en enero de 1833, los tres fueguinos que regresaban de Inglaterra quedaron a orillas de lo que hoy se conoce como canal Murray (territorio de los yámanas). El lugar habría sido llamado por los indígenas Walaia o Wualaia (…). Los repatriados quedaron bien provistos de elementos materiales para que se convirtieran en propagadores de la cultura occidental. Pero el intento fracasó por completo (…). […]

¿Qué sucedió con los principales actores de los sucesos aquí narrados? York Minster tomó como esposa a la todavía jovencísima Fuegia Basket, se portó muy mal con Jemmy Button y murió en una reyerta con otros indígenas. Cuando una sociedad misionera anglicana quiso establecerse en Tierra del Fuego, trató de hallar a Jemmy Button para que sirviera de intérprete (…). Button a menudo mostró buena disposición, otras no tanto, e inclusive viajó dos veces a Malvinas (…); murió en 1864 en el curso de una epidemia. [..]

Robert Fitz Roy, capitán de mar y ciencia – Por Luis Alberto Borrero

Cuando se hace referencia al segundo viaje del Beagle, el nombre de Charles Darwin acude inmediatamente debido a la trascendencia de sus observaciones, mientras que el de Robert Fitz Roy suele aparecer a su sombra. Esto es muy injusto, porque Fitz Roy fue un hombre de notables méritos. Curiosamente, uno de sus lemas era tomar riesgos, pues sostenía que quien no los tomara podía ser considerado prudente pero no sería recordado. Fitz Roy tomó esos riesgos en cada etapa de su carrera y debe ser recordado por ello.

Robert Fitz Roy, capitán de
Robert Fitz Roy, capitán de mar y ciencia

Robert Fitz Roy es un personaje interesante y complejo, en el que se combinan el hombre sensible con el fanático, siempre meticuloso y decidido, pero también depresivo [N. de la E: se suicidó en 1885]. […]

Nunca ordenaba hacer algo que él mismo no pudiera hacer

(…) Ha sido descripto como un hombre que nunca ordenaba hacer algo que él mismo no pudiera hacer, ya fuera sumergirse en las frías aguas patagónicas para inspeccionar daños en el casco del Beagle o tomar turnos para sirgar o remar al remontar el río Santa Cruz o durante una tormenta en el mar de Otway. Crecía ante la adversidad y era claro y ejecutivo en sus órdenes. […]

El apellido Fitz Roy alude a un ancestro que fue hijo bastardo reconocido de un rey. En su caso, su ascendencia era resultado de la relación del rey Charles II con Barbara Villiers, la cortesana conocida como la "Reina sin Corona".  […]

Su trabajo durante el viaje de circunvalación es considerado impecable. Las distancias a recorrer o las idas y venidas requeridas para confirmar observaciones cronométricas nunca constituyeron un problema para Fitz Roy. […] Se escalaban cerros o prominencias cargando teodolitos y otros instrumentos, participando personalmente cada vez que podía hacerlo. Pocos de estos recorridos terrestres están descriptos con algún detalle, a menos que se observara algo especial. De hecho Fitz Roy tendía a disminuir la importancia de su participación. Sus registros de profundidad, mareas o bancos fueron y son fundamentales para la navegación. […]

Lejos, muy lejos, estaban tres de ellos de merecer que se los llamara salvajes (Fitz Roy)

Aprendió español durante las varias semanas que pasó en Buenos Aires en 1820, cuando tenía 15 años, y posteriormente fue quien tradujo al inglés fragmentos de La Araucana, de Ercilla. […]

Los viajes del Beagle, según
Los viajes del Beagle, según el relato de Robert Fitz Roy

RELATO DE LOS VIAJES DE LEVANTAMIENTO de los navíos de SU MAJESTAD Adventure y Beagle, entre los años 1826 y 1836

Informe del capitán Robert Fitz Roy

[…] Durante el lapso que transcurrió hasta que llegamos a Inglaterra, pude pasar tiempo con mis acompañantes fueguinos (…). Lejos –muy lejos, en realidad– estaban tres de ellos de merecer que se los llamara salvajes, incluso en este período temprano de su permanencia entre gente civilizada; aunque el otro, de nombre York Minster, era definitivamente un desagradable ejemplar de la raza humana incivilizada.

Los actos de canibalismo cometidos ocasionalmente por sus compatriotas me fueron explicados de tal forma y con tales señas que no podría haberlos malinterpretado (…).

Animales, navíos y botes parecieron atraer mucho más la atención de nuestros amigos cobrizos que los seres humanos y las casas

En los puertos marítimos que el Beagle visitó en su travesía desde Tierra del Fuego hasta Inglaterra, animales, navíos y botes parecieron atraer mucho más la atención de nuestros amigos cobrizos que los seres humanos y las casas.

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Cuando algo en particular despertaba su interés, en el momento podían parecer atontados y distraídos; sin embargo, demostraron que, en realidad, no era tan así, con sus animadas charlas en cuanto se presentaba una nueva ocasión y con los sensatos comentarios que hacían incluso mucho tiempo después (…).

Un buey de gran tamaño, con cuernos particularmente largos, despertó en ellos un notable asombro; aunque en ningún caso exteriorizaban demasiado su emoción, excepto cuando vieron un barco de vapor entrando al puerto Falmouth. No podían concebir lo increíblemente grande que era. No lograban determinar si se trataba de un enorme pez, de un animal terrestre o del diablo (de quien tenían una noción en su tierra) (…). De todos modos, no creo que a nadie que recuerde haberse parado por primera vez cerca de una vía férrea y observado a una locomotora (…), le sorprenda el efecto que un barco de vapor de gran tamaño, al pasar a toda velocidad cerca del Beagle en una noche oscura, debe haber provocado en estos ignorantes, aunque bastante inteligentes, bárbaros. [….]

James Button y Fuegia Basket,
James Button y Fuegia Basket, dos fueguinos a bordo del Beagle

Durante nuestro viaje de regreso, le envié la siguiente carta (al) capitán King.

"Beagle, en alta mar, 12 de septiembre de 1830.

"Señor:

"Tengo el honor de informarle que llevamos a bordo del bergantín de Su Majestad, bajo mi mando, cuatro nativos de Tierra del Fuego.

"Sus nombres y edades estimadas son:

York Minster 26

Boat Memory 20         

James Button 14

Fuegia Basket (una niña) 9

"Los he mantenido enteramente a cuenta mía, y me hago responsable de su bienestar mientras estén lejos de su tierra y de que regresen sanos y salvos. […]

"Pasaré ahora a explicar las razones por las que tengo a estos fueguinos a bordo (…). El pasado febrero, mientras el Beagle se encontraba amarrado en Puerto Townshend, en la costa sudoeste de Tierra del Fuego, envié al señor Matthew Murray (maestre), junto con seis hombres en un ballenero, al cabo Desolación, (…) a doce millas de distancia de Puerto Townshend.

"El señor Murray llegó al lugar y se instaló con su grupo y el bote en una caleta cercana al cabo; pero una noche muy oscura, algunos fueguinos (…) se acercaron con la extraordinaria astucia propia de los salvajes y robaron el bote.

"[Se] inició la búsqueda de nuestro bote perdido, que a pesar de haber durado varios días, no logró su objetivo; aunque se encontró gran parte del equipo del bote, y las mujeres y los niños de las familias de las que lo recuperamos fueron llevados a bordo como rehenes. (…)

"A fines de febrero, el Beagle fondeó en el seno Christmas; pero para ese entonces, todos nuestros prisioneros habían escapado, excepto tres niñitas, dos de las cuales fueron devueltas a su tribu (…) y la tercera está a bordo en este momento.

"De la primera canoa que vimos en el seno Christmas, tomamos a un hombre como rehén para recuperar nuestro bote y para hacerlo nuestro intérprete y guía. Vino con nosotros sin ofrecer resistencia y parecía despreocupado.

"Unos días más tarde, se encontraron rastros de nuestro bote en unas tiendas indias (y) de las familias que (las) ocupaban me llevé a otro joven (…).

"Luego, cuando llegamos a la bahía Nassau, nuestros prisioneros nos informaron que los nativos de esa parte de la costa (…), eran sus enemigos y hablaban otra lengua. (…) …poco después, tras toparnos por casualidad con tres canoas, (…) convencí a sus ocupantes para que uno de ellos, un muchacho robusto, se subiera a mi bote, y a cambio les entregué abalorios, botones y otros objetos menores. Desconozco si querían que se quedara con nosotros de forma permanente; pero parecían contentos con el peculiar trato (…).

"Decidí que mantendríamos a estos cuatro nativos a bordo ya que se los veía alegres y contentos con su situación, y me pareció que podían obtenerse buenos resultados si vivían en Inglaterra un tiempo. Han vivido como los marineros y se los ha vestido como ellos (…). Comprenden por qué se los trajo y ansían conocer nuestra tierra, así como también regresar a la suya.

"(…)… procuraré una educación adecuada para estos indios y, dos o tres años más tarde, los enviaré o llevaré de regreso a su tierra con la mayor reserva que pueda reunir de aquellos artículos que les sean de mayor utilidad y que mejor contribuyan a elevar la condición de sus compatriotas, que en este momento son criaturas apenas superiores a las bestias.

ROBERT FITZ ROY, comandante." […]

La transformación de Jemmy Button,
La transformación de Jemmy Button, de Tierra del Fuego a Londres

Dos días [después de la llegada a Inglaterra], se los trasladó unas millas tierra adentro a una tranquila casa de campo, donde esperaba que gozaran de mayor libertad y aire fresco, y a la vez, corrieran menos riesgo de contagio que en una populosa ciudad portuaria.  […]

A principios de noviembre recibí la mala noticia de que el joven llamado Boat Memory se había enfermado [de] viruela. […] … apenas había llegado a Londres cuando [se] me informó de (su) muerte prematura. […].

Era una verdadera excepción del carácter general de los fueguinos, ya que tenía buenos rasgos y un cuerpo proporcionado

Este pobre joven era muy querido por todos aquellos que lo conocían, incluyéndome a mí. Tenía buen carácter y muy buenas capacidades, y aunque había nacido salvaje, su aspecto era agradable e inteligente. Era una verdadera excepción del carácter general de los fueguinos, ya que tenía buenos rasgos y un cuerpo proporcionado. No es difícil imaginar el golpe duro que esta noticia significó para mí, pues era plenamente consciente de la responsabilidad que había asumido, [y] no podía dejar de sentir cuan implicado había estado en acortarle la vida. […]

York Minster, otro de los
York Minster, otro de los fueguinos llevado a Inglaterra por Fitz Roy

[Acudí a la Church Missionary Society, que] tenía cierto interés en mi proyecto (…) El reverendo William Wilson (de Walthamstow, Londres) enseguida me liberó de una carga de incertidumbre y preocupación, al decir que [los tres fueguinos] debían ser admitidos en su parroquia y que hablaría con el director de la escuela primaria para que se los llevara a su casa, como pupilos […].

Estaban contentos al descubrir que eran personas tranquilas y aseadas, en lugar de feroces y sucios salvajes

[…] (Los fueguinos) estaban muy contentos con las habitaciones que les habían preparado en Walthamstow, y el director y su mujer estuvieron igual de contentos al descubrir que los futuros inquilinos (…) eran personas tranquilas y aseadas, en lugar de feroces y sucios salvajes.

Se quedaron en Walthamstow desde diciembre de 1830 hasta octubre de 1831, y durante todo ese lapso recibieron el mejor de los tratos por parte de los benévolos caballeros cuyos nombres ya he mencionado, de sus familias y de muchos otros del vecindario, así como de visitantes ocasionales (…).

La atención del instructor se concentró en enseñarles inglés y las verdades más llanas del cristianismo, como primer objetivo; y el uso de herramientas comunes y un conocimiento básico de agricultura, jardinería y mecánica, como segundo. El muchacho y la niña hicieron un avance considerable, pero al hombre le costaba aprender, excepto en materia de mecánica. Le interesaba el trabajo de forja y de carpintería, y prestaba atención a lo que veía y escuchaba sobre animales; pero ayudaba de mala gana en el trabajo de jardinería y no le gustaba en absoluto aprender a leer. De a poco, fuimos recogiendo una buena cantidad de palabras de sus lenguas (…) y adquiriendo información de interés con respecto a sus hábitos e ideas indígenas. No nos trajeron problemas, se mantuvieron bien sanos, y los dos más jóvenes se convertían en los preferidos en cualquier lugar que los conocieran. A veces los llevaba conmigo a visitar a algún amigo o familiar mío que estuviera ansioso por interrogarlos y hacer algún aporte para la creciente reserva de artículos que estaba recolectando para cuando regresaran a Tierra del Fuego.

El Rey y la Reina expresaron su deseo de conocer a los fueguinos

Durante el verano de 1831, el difunto Rey [expresó] su deseo de conocer a los fueguinos (…). Su Majestad les preguntó mucho acerca de su tierra, así como de ellos mismos (…). Su Majestad la reina Adelaide también honró a los fueguinos con su presencia y con actos de genuina amabilidad, que supieron apreciar y que jamás olvidaron. Salió un momento de la habitación en la que se encontraban y regresó con uno de sus sombreros, que le colocó a la niña en la cabeza. Luego, Su Majestad le puso uno de sus anillos en el dedo y le entregó una suma de dinero para que se comprara vestidos nuevos antes de abandonar Inglaterra para regresar a su tierra. […]

… me sentía demasiado apegado a estos nativos como para dejar que se embarcaran en cualquier otro tipo de barco, a menos que fuera conmigo, debido al riesgo que implicaría que los desembarcaran en cualquier parte que no fuesen los territorios de sus tribus (…).

Ya había concluido todos mis preparativos, y James Bennett, quien debía acompañarme, había comprado algunas cabras, con las que era mi intención poblar algunas de las islas de Tierra del Fuego. […]

Charles Darwin viajó a Tierra
Charles Darwin viajó a Tierra del Fuego en el Beagle junto al capitán Fitz Roy, llevando de regreso a los aborígenes fueguinos

Mientras el Beagle era equipado en Devonport, recibí la siguiente carta del señor Wilson.

"Walthamstow, 5 de agosto de 1831.

"Señor:

"Se me ha informado que los fueguinos (…) regresarán en breve a su tierra natal bajo su cargo. Permítame entonces preguntarle si, en caso de que dos individuos se ofrecieran para acompañarlos y permanecer con ellos a fin de intentar enseñarles aquellas artes que pudieran considerarse útiles para el avance paulatino de su civilización, aceptaría llevarlos en el Beagle; y si, tras su llegada a la costa de Tierra del Fuego, podría ofrecerles a estos jóvenes alguna ayuda para que puedan asentarse entre los nativos de dicha tierra y establecer una relación cordial con ellos. (…) ¿Cree que podría volver a visitarlos después de su primer establecimiento, suponiendo que se logre tan deseable objetivo, para incentivarlos y, de ser necesario, asistirlos(…)?

"Hemos comenzado el enrolamiento de caballeros que deseen fervorosamente que no se pierda esta oportunidad de extender los beneficios de la civilización (…).

(Firmado) WILLIAM WILSON."

[…]… sin embargo, no fue fácil encontrar individuos lo suficientemente capacitados, y en quienes pudiéramos confiar, que estuviesen dispuestos a emprender por voluntad propia una empresa semejante. El señor Wilson seleccionó a un joven, pero no se logró encontrarle un compañero (…).

En octubre, el grupo de Walthamstow llegó a Plymouth (y) se requirieron varios botes para transportar hasta nuestro navío el amplio cargamento de ropa, herramientas, vajilla, libros y diversos artículos que las familias de Walthamstow y otras personas de buen corazón habían donado. [Al] clasificar el contenido de los amplios cofres para empacarlos de otra manera, los marineros se entretuvieron burlándose de aquellos que habían ordenado juegos de vajilla completos (…).

El muchacho que deseaba acompañar a los fueguinos (…), aunque era demasiado joven y tenía menos experiencia de la que se hubiera deseado, tales habían sido su carácter y su conducta que brindaban muy buenas razones para confiar en que, al menos, se esforzaría sinceramente por dar lo mejor de sí en una situación tan difícil y para llevar a cabo las tareas para las que se había ofrecido.[…]

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