El 26 de mayo, una Volkswagen Amarok blanca volcó en un camino vecinal cercano a la Ruta Nacional N°9 tras una breve persecución. Un patrullero del Destacamento Vial de Zárate la había observado; tras movimientos sospechosos, siguió a la camioneta para intentar detenerla. Finalmente, la Amarok cayó en un zanjón. Los policías viales vieron como ocho mujeres chinas -casi todas oriundas de la provincia de Fujián- corrieron atontadas y despavoridas por el campo. El episodio era, a todas luces, un obvio delito de trata de personas.
La investigación quedó en manos del doctor Adrián González Charvay, juez federal de Campana. Había dos tripulantes de nacionalidad argentina en la Amarok, sus presuntos choferes: Rubén Alejandro Montoya y Martín Ramiro Flores. Ambos oriundos de Orán, provincia de Salta.
González Charvay los procesó poco después del hecho y los encarceló con prisión preventiva, acusados del delito de "facilitación de la permanencia ilegal de extranjeros en el país" con el fin de obtener un lucro. Se sospecha que los salteños, básicamente, eran "paseros", los encargados del traslado final de las ocho mujeres chinas.
El relato, hasta aquí, está obviamente incompleto: Montoya y Flores eran apenas la punta del iceberg. Detrás de ellos había jugadores mucho más oscuros.
Mientras comenzaba su investigación sobre el hecho de la Amarok, González Charvay recibió un llamativo oficio de parte de su colega María Gabriela Lanz, titular del Juzgado de Instrucción N°42 en la calle Talcahuano. Lanz, junto al fiscal Marcelo Roma y la división Defraudaciones y Estafas de la PFA, fue la encargada de derribar a la banda Pixiu, la principal tríada de la mafia china en la Argentina, especialista en aprietes violentos a compatriotas dueños de supermercados. Pixiu era liderada por el capo Yong Ye, alias "A Di" o "El Grosso", de 36 años, hoy está preso en Devoto. Tiene una pesada foja de condenas previas a lo largo de los últimos quince años, con delitos como amenazas, extorsión en grado de tentativa y lesiones graves.
Yong Ye cayó a mediados de este año en una redada masiva ordenada por Lanz que incluyó 22 allanamientos y otros 20 presos vinculados a su banda. El poder y el lucro de Pixiu era notables. Fuentes judiciales estiman que la banda podía recaudar más de un millón y medio de dólares por mes con casi 300 supermercados bajo sus pistolas.
Durante el curso de su investigación, Lanz intervino los teléfonos de varios de los jefes de Pixiu, Yong Ye incluído. El vínculo con el caso de las ocho mujeres chinas que investigaba González Charvay apareció en varios llamados, cuyo contenido la jueza remitió a su colega de Campana.
Lo que decían las escuchas era incendiario. No solo Pixiu y Yong Ye estarían detrás de la Amarok que volcó con las ocho mujeres. También habría personal de la Dirección Nacional de Migraciones en complicidad directa con la banda, que cobraría coimas para ingresar ciudadanos chinos al país y hacer la vista gorda en inspecciones a supermercados.
El pase de información de Lanz llegó a buen puerto. Este miércoles, la división Defraudaciones y Estafas de la PFA capturó por orden de González Charvay a un funcionario de alto rango de Migraciones junto a dos presuntos mafiosos chinos.
Leonardo Javier Rende, según información difundida por el Ministerio de Seguridad, tenía un cargo de peso. Era jefe de Mesa General de Entradas y Salidas de Migraciones a nivel nacional, con un despacho en un edificio de la central del organismo en Retiro. Los delitos que se le imputan son al menos graves: tráfico de influencias, fraude, asociación ilícita, falsificación de documentos e infracción a la ley migratoria.
Se tiene por probado que Rende se había comunicado en casi 30 oportunidades con un hombre de origen chino asociado a Yong Ye, quien era intermediario y responsable de las gestiones para liberar a las mujeres alojadas en el asiento de Gendarmería. Así, según el Ministerio de Seguridad, Rende se encargó de las gestiones para liberar a las 8 mujeres y luego enviarlas a miembros de Pixiu.
También se sospecha que Rende operaba con otro ciudadano chino que al parecer no estaba ligado a Pixiu y que también fue detenido en la redada ordenada por González Charvay.
Este ciudadanochino, según el Ministerio dirigido por Patricia Bullrich, reclutaba extranjeros con inconvenientes migratorios y -a cambio de dinero- les ofrecía documentos adulterados y registros migratorios para prorrogar su estadía en el país. En la captura de Rende, aseguran fuentes judiciales, la colaboración de la Dirección de Migraciones -encabezada por Horacio García- fue clave.
Así, la pesquisa encabezada por el Juzgado Federal de Campana cobra un significado muy particular: es la primera vez en la historia reciente que un expediente señala una connivencia entre un funcionario y la mafia china, uno de los colectivos criminales más elusivos y difíciles de comprender y combatir para fiscales y policías de toda la Argentina.
Infobae accedió a las escuchas que Lanz le remitió a González Charvay y que condujeron a la captura de Rende. Ai Ru, segundo al mando de Pixiu, aparece largamente en las transcripciones. Hay varias charlas entre él y otro miembro de la banda referentes al "rescate" de las mujeres encontradas tras el vuelco de la Amarok.
Su interlocutor le dice a Ai Ru: "Bueno, llévate a las cinco ahora, voy a saber quiénes son las otras tres. Las voy a amenazar a ellas. No te preocupes. Sales de Gendarmería". El mismo hombre le asegura luego a Ai Ru: "Voy a coordinar con Migraciones para que borren tus registros… Después de llegar a casa informame los nombres de las cinco". Luego, ese mismo mafioso asegura que se comunicó con un alto directivo de Migraciones para hablar de "la plata para liberar a las ocho".
Por lo visto, de acuerdo a las escuchas, Ai Ru mismo se habría presentado para buscar a las mujeres en una dependencia de una fuerza de seguridad en Zárate. Yong Ye también aparece en escuchas relacionadas al tema. Alguien le asegura al capo del otro lado del teléfono: "Nosotros hemos pagado por estas tres".
Hay una figura casi constante en las intervenciones de la banda ligadas a sus presuntos negocios turbios con Migraciones: "el jefe general".
"¿Los clientes del jefe general ya fueron liberados en el mismo lugar?", le dice otro mafioso a Ai Ru. En otro diálogo, Yong Ye asegura que "había pagado por liberar a un hombre de Beijing"
La venta de protección de Pixiu a los supermercados que extorsionaba incluiría también la complicidad de hombres de Migraciones. Hay otra conversación protagonizada por Ai Ru, referente a "los inmigrantes ilegales que se emplean en los supermercados chinos", según apunta un documento judicial.
Ai Ru dice en la llamada: "Puedes preguntarle a tus socios que en la Dirección de Migraciones hay un vicedirector". El supuesto capo continúa: "Él va avisarle con un día de anticipación para que pueda avisarle a los empleados ilegales que no vayan". El precio por este aviso para cada comercio es de dos mil pesos por mes.
El frente abierto en Migraciones no es el único indicio de supuestas coimas pagadas por Pixiu. En otra escucha, un hombre claramente argentino le anunciaba en español a Yong Ye la caída de uno de sus presuntos sicarios: "Escuchame, boludo, sabés que tengo una mala noticia, cayó X -el nombre del sicario- en Catán. Chocó con el auto, para colmo andaba con la pistola encima el pelotudo. Y bueno, tuvimos que arreglar, tuvimos que pedir plata prestada por todos lados".