"El Cura Gaucho", como se conoce a José Gabriel del Rosario Brochero, fue declarado beato en septiembre del 2013 y se convirtió este domingo en el primer santo "ciento por ciento argentino". [Héctor Valdivieso Sáenz (1910-1934), nacido en Argentina, es en realidad un mártir de los años previos a la Guerra Civil en España, país en el que vivió desde los 4 años de edad].
La causa para la beatificación de Brochero se inició en 1965, pero recién en 2012 una junta médica del Vaticano aprobó por unanimidad atribuir al sacerdote la cura milagrosa de Nicolás Flores Violino, ocurrida a fines de 2000. Nicolás perdió masa encefálica a raíz de un terrible accidente de tránsito y le diagnosticaron muerte cerebral. Hoy vive feliz. El segundo milagro es la recuperación de Camila Brusotti, que estaba al borde de la muerte luego de una golpiza que le habían propinado su madre y su padrastro que derivó en un infarto masivo cerebral. Camila iba a morir, pero por intercesión de Brochero, ahora vive con su papá y está sana.
"Brochero vivió en una familia normal, luchadora, junto a nueve hermanos. La suya era una familia verdaderamente cristiana, trabajadora. En ella se vivía el respeto y el cariño mutuo. Allí se supo amado. En ese clima recibió el bautismo y desarrolló su vida cristiana", le dijo a Télam monseñor Carlos José Ñáñez, arzobispo de Córdoba.
José Gabriel del Rosario Brochero nació el 16 de marzo de 1840 en Santa Rosa de Río Primero, Córdoba.
Pablo Gómez, productor y guionista de "Cura Brochero. La película", un film recién estrenado, sintetizó de esta forma para Infobae la trayectoria del flamante santo: "José Gabriel del Rosario Brochero fue un sacerdote diocesano que hizo su seminario y toda su formación teológica y filosófica en Córdoba, en el seminario de Nuestra Señora de Loreto. Se ordenó sacerdote, estuvo un tiempo como canónigo en la catedral de Córdoba y en 1869 fue trasladado al curato de Tránsito, que era un territorio vastísimo en el Oeste de la provincia de Córdoba, al otro lado de las sierras, en Traslasierra, y ahí es donde llevó su obra pastoral y social y dejó una huella profundísima. No fue solamente evangelización lo que hizo, sino promocionar a la persona y el legítimo progreso que es una base indispensable, para el anuncio del Evangelio. Él se acercaba a los que nadie quería tener cerca y así contrajo lepra, la enfermedad de la que muere; una muerte dura, porque quedó ciego y perdió la sensibilidad en sus extremidades. Sin embargo en ese último tiempo Brochero muestra una esperanza casi sobrenatural para aceptar su situación y reconocerla como el plan de Dios que ahora le permite retirarse de la vida activa y dedicarse a la vida contemplativa".
Ya en 1867, pocos meses después de ordenado, Brochero empezaba a demostrar su vocación y altruismo al dedicarse a la asistencia de los enfermos y moribundos en la brutal epidemia de cólera que golpeó Córdoba. En 1869 fue designado para el curato de San Alberto y partió hacia lo que hoy conocemos como el Valle de Traslasierra, que contaba en ese entonces con 10.000 habitantes dispersos en un territorio inmenso, sumidos en la pobreza; era un área sin caminos, sin escuelas y sin ley. El alcoholismo y el delito hacían estragos. Fue en ese escenario donde se recortó para siempre la silueta del cura Brochero recorriendo a lomo de mula los escarpados senderos de las sierras para llevar el Evangelio hasta el último rancho.
En el marco de su incansable tarea no sólo predicó el evangelio sino que se entregó totalmente a la gente y especialmente a los pobres. Así edificó la Casa de Ejercicios Espirituales, bendijo el Colegio para Niñas que confió a las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús, construyó junto a los vecinos el Camino de las Altas Cumbres que con 200 km unió a la población con la ciudad de Córdoba, hizo posible la apertura de otros caminos, acequias, diques, correo, fundó escuelas y logró la llegada del agua con la construcción de un acueducto. Sus gestiones dieron vida a la zona y hoy la Villa es llamada "Cura Brochero" en su honor.
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En 1908, vencido físicamente por la enfermedad, entregó formalmente el curato y regresó a Córdoba, radicándose con sus hermanas pero regresó una vez más a Villa del Tránsito a cumplir con su última promesa: el ferrocarril. Llegó a entrevistarse con Hipólito Yrigoyen para interesarlo en la construcción. Finalmente, por pedido de sus feligreses, permaneció allí hasta su muerte en 1914 a los 73 años. "Muchos consideran que el milagro más importante de Brochero fue el ser instrumento de la conversión de todos los que alcanzaron el perdón y resucitaron a la vida de los hijos de Dios, a los que contagió la alegría de vivir y servir. Fue indudablemente un promotor de la misericordia y de la solidaridad entre su gente. Hizo lo que debía y trató de enseñar a hacer lo que se debe, con toda la fuerza de su convicción. No por imposición sino por un amor que enciende los corazones" asegura Monseñor Ñáñez.
La fama de santidad de Brochero fue inmediata. Por lo que puede decirse que hoy la Iglesia confirma lo que ya estaba en los corazones de los creyentes y muy especialmente en la región que pastoreó.
Para la Iglesia argentina, además, la canonización de Brochero conlleva un mensaje a todos los argentinos: "Brochero puede ser una oportunidad para achicar la grieta", asegura Santiago Olivera, obispo de Cruz del Eje y postulador de la causa de canonización del cura gaucho. "Era el hombre de la amistad –agregó Olivera-. Brochero es hoy el hombre que nos puede dar la amistad social, porque hay grietas, hay una crispación por superar. Brochero es una buena oportunidad para achicar distancias, romper prejuicios, descubrir que él se acercaba a todos y todos tenían la posibilidad de la salvación".