El misterio de las 25 mil balas de AK-47 traficadas a paramilitares en Paraguay: una armería porteña está investigada

Se trata de Gun Parts, una importadora con sede en Monserrat: un fiscal formoseño pidió allanar sus locales. Las municiones para ametralladoras salieron en tres encomiendas de micro a la terminal de Clorinda. Los controles que fallaron en Retiro

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Balas Sellier & Bellot de
Balas Sellier & Bellot de producción checa, para fusiles AK-47.

Los envíos de encomiendas en las bóvedas de carga de micros de larga distancias son una constante en los viajes que salen de la terminal de Retiro al resto del país. Los pasajeros suelen sentarse encima de paquetes desconocidos que vienen y van; sus contenidos rara vez son cuestionados. En mayo de 2013, los pasajeros de móviles de de Flecha Bus que partieron desde Buenos Aires hacia Formosa no sabían que viajaban con un auténtico polvorín.

En la terminal de Clorinda, junto a la frontera con Paraguay, el escuadrón local de Gendarmería detectó a lo largo de ese mes una serie de paquetes enviados por la empresa Integral Pack Express, con remitente porteño. Sonaban raro al moverse, un pequeño claqueteo metálico. Eran balas, 25 mil de ellas distribuídas en 1250 cajas, fabricadas por la firma checa Sellier & Bellot, uno de los nombres más respetados en el mercado global de municiones. Su calibre, lejos del .9mm de costumbre, calificaba para ser una bala de guerra: 7,62 x 39, empleado en fusiles de asalto, la medida para la célebre ametralladora AK-47. En un solo envío, por ejemplo, se encontraron 15 mil cartuchos.

Todos los envíos salieron desde Retiro en móviles de Flecha Bus, sin ser detectados por los scanners de la terminal. Todas tenían un mismo destinatario: Guadalberto Preda Gómez, un supuesto aduanero con domicilio en Asunción y un habitué de la terminal de Clorinda que solía, según testimonios, retirar de a 20 bultos por vez.

Así, el hallazgo de las balas se convirtió en una causa judicial, instruida por la Fiscalía Federal Nº2 de Formosa a cargo del doctor Luis Benítez, con el apoyo técnico de la UFI-RENAR, con los fiscales Jorge di Lello y Rubén Castro. Benítez pudo finalmente identificar a quien él sostiene, según su requerimiento firmado en marzo de 2015, es el remitente de los paquetes: la armería Gun Parts, con locales en la calle Independencia de Monserrat y en Lomas de Zamora, reconocida en el rubro local. Benítez pidió a Gendarmería allanar la firma para secuestrar sus libros contables.

También, llegó a oídos del fiscal formoseño el presunto destinatario final de las balas, que estaría lejos de un mero aduanero: las milicias paramilitares paraguayas, con siglas como el EPP, el Ejército Paraguayo del Pueblo, facciones beligerantes no muy disímiles a las FARC colombianas en sus planteos. 25 mil balas, por otra parte, es mucho poder de fuego: de acuerdo a datos recogidos por la UFI-RENAR de la DIMABEL, el ente estatal paraguayo, hay solo 200 fusiles AK-47 registrados en todo el territorio del país vecino. Por otra parte, llegó a oídos de otros funcionarios judiciales argentinos en diálogo con sus pares paraguayos: las balas irían también a narcos en las favelas brasileñas, algo que fue solamente un rumor.

La investigación de Benítez continúa hoy tras el hallazgo inicial luego de un largo trecho. El fiscal visitó Paraguay el mes pasado en busca de información que lleve a la cima de la cadena; el aduanero Preda Gómez aseguró en su indagatoria que simplemente era un mandadero, que una empresa de su país lo había enviado a buscar los bultos. El requerimiento original de Benítez, por su parte, revela que Integral Pack, según testimonio de un apoderado, no tiene potestad para abrir los paquetes que le comisionan.

Guadalberto Preda Gómez, principal figura
Guadalberto Preda Gómez, principal figura en la causa.

En su documento, el fiscal entonces apuntó a la primera línea de defensa en fallar: los scanners en la terminal de Retiro. Benítez habló de "la pauta de una ausencia total de control de las autoridades aeroportuarias encargadas del scanner" y que los empleados de la firma ingresan bultos "con total libertad hasta la plataforma o rampa de la empresa de colectivos", algo que resulta "inaceptable en virtud del riesgo que representa".

Sitio web de la firma
Sitio web de la firma Gun Parts.

Hoy, Gun Parts sigue funcionando. Infobae llamó a la sede de Monserrat tres veces el día de ayer. Las respuestas de diversos empleados fueron mixtas. "Olvidate", dijo uno al oír que el llamado venía de un periodista. Otro negó la investigación del fiscal Benítez; el empleado siguiente dijo no estar al tanto y tomó nota del mensaje. En su sitio, la firma todavía vende municiones Sellier & Bellot del calibre incautado en Clorinda a 45 dólares la caja de 20 balas.

La diferencia de importación se siente: vendedores online estadounidenses ofrecen la misma caja a 12 dólares. De todas formas, hasta donde entiende la UFI-RENAR, Gun Parts habría operado de forma legal. Hay, por otra parte, un vínculo llamativo: el encargado de realizar una docena de pagos constatados por la Justicia por más de 217 mil pesos en una cuenta del Banco Francés ligada a la armería en el marco de tiempo del hallazgo de las balas. Fueron hechos por Andrés Martínez Zarate, un paraguayo, tal como Guadalberto Preda, que fue enjuiciado dos veces, precisamente, por traficar con munición de guerra en el país.

Zárate ya era un viejo conocido de Benítez: paradójicamente, un año antes del caso de las 25 mil balas, el Tribunal Oral Federal Formosa lo había condenado a tres años de cárcel por encontrarlo, precisamente en la terminal de Clorinda con tres mil balas marca Magtech calibre .308 repartidas en sesenta cajas. Se las habían enviado, no casualmente, desde Capital Federal, nuevamente con el servicio de encomienda de Integral Pack Express. Zárate se escudó en su indagatoria, asegurando que lo habían enviado a recoger el paquete de balas bajo amenaza de muerte a su hija, algo que no le sirvió de nada.

Ese primer encuentro no fue el debut de Martínez Zárate en el rubro: ya había sido elevado a juicio un año antes en Santa Fe por el fiscal Roberto Salum, hoy en la UFI-AMIA que encabezó Alberto Nisman, tras ser sorprendido con un cargamento de municiones de guerra junto a un abogado de su mismo país. Al ser indagado en este expediente, aseguró que las balas venían "de Buenos Aires" y que eran "para salir de caza". No se pudo identificar un proveedor en el expediente, según fuentes judiciales.

Toda esta problemática en sí evidencia dos fenómenos preocupantes. El primero, la frontera argentina como un virtual colador, con el paso entre Clorinda y Puerto Falcón en Paraguay comparable a Villazón-Aguas Blancas y Salvador Mazza en el noroeste argentino para los límites con Bolivia. Incluso el fiscal Benítez reconoció en su requerimiento la cantidad de puntos clandestinos que superan a los oficiales. Hubo ejemplos muy coloridos: el año pasado, tres "falsos peregrinos" disimulados entre fieles que iban a ver al papa Francisco a Paraguay fueron capturados con doce kilos de pasta base y armas automáticas. A fines de este mes, Gendarmería incautó un cargamento de celulares en la zona valuado en cinco millones de pesos. El segundo, lo fácil que es conseguir municiones -y armas de fuego de alto calibre- en nuestro país.

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