El suicidio de cuatro jóvenes amigos de entre 16 y 20 años en Villa Elvira, en La Plata, mantiene alerta a los vecinos por la cuota de misterio de los casos. En ninguno existió una carta o una advertencia. Todos fueron repentinos y bruscos. No se sabe si por exclusión, precarización o por un pacto entre ellos para "encontrarse en otra vida", pero los cuatro amigos se ahorcaron en un plazo de diez meses. Las víctimas vivían en un radio de tres manzanas y se conocían desde chicos.
El último estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) reveló que cada año hay unos 900.000 suicidios en el mundo. Con estas cifras no es de extrañar que el suicidio se encuentre entre las tres primeras causas mundiales de muerte en personas de 15 a 44 años. Estas cifras alarman si se tiene en cuenta la marginalidad, adicciones, depresión e inclusión. En Argentina, los suicidios registran una tasa de 7.2 cada 100 mil habitantes y generalmente se da en personas de entre 12 y 25 años.
La historia de Gustavo, Cristian, Leandro y Owen tiene un poco de todo eso. "Acá los pibes están muy expuestos. La mayoría no estudia ni trabaja; están todo el día en la calle, en un contexto muy vulnerable", dijo Sergio Zapata, un pastor de una iglesia evangélica que hace 22 años está en el corazón de Villa Elvira.
"Los chicos del barrio abandonan prematuramente la escuela; se crían solos; la figura paterna prácticamente no existe. Las madres salen a trabajar y los chicos, desde muy pequeños, quedan en la calle", contó una mujer de la zona en diálogo con el portal El Día.
"Lo que encontramos entre los chicos fue falta de proyecto, apatía, problemas de violencia física entre ellos, situaciones conflictivas con los padres, prostitución y abuso infantil. Cuando les preguntamos cuáles creían ellos que eran las causas de los suicidios, dijeron que era porque no tenían nada para hacer, porque no veían futuro, no tenían esperanza", explicó una mujer que realiza tareas sociales en el barrio y mantiene contacto con las familias de la zona.
La mujer, que prefiere no ser identificada por temor a reprimendas, explicó la situación que se vive en Villa Elvira y los diálogos que mantienen con los chicos más afectados por la situación en la que viven. "Les preguntamos si tenían miedo de que les pasara a ellos (el suicidio por la falta de futuro) y dijeron que sí. Y les dijimos que uno se puede cuidar de eso, que si estaban juntos y tenían un proyecto se podía hacer otra cosa", sostuvo, en diálogo con el diario de La Plata.
El barrio está triste y preocupado por las pérdidas de estos cuatro amigos. Algunos creen que no se trató de falta de expectativas o futuro, sino que lo asociaron a un culto a San La Muerte.
Vecinos dijeron que –tras el suicidio de los jóvenes- alguien montó una especie de santuario umbanda en 13 y 89 en homenaje a los fallecidos. Fue la Iglesia Católica la que promovió, hace pocos días, el desmantelamiento de esa especie de templo que se había montado en homenaje a los chicos ahorcados. Lograron que los familiares y amigos colaboraran con desarmarlo en poco tiempo.
Los suicidios en serie en Villa Elvira también tienen despiertos a los policías ya que desde septiembre de 2015, la comisaría octava registró diez muertes de jóvenes de entre 15 y 24 años.
"Lo que encontramos entre los chicos fue falta de proyecto, apatía, problemas de violencia física entre ellos, situaciones conflictivas con los padres, prostitución y abuso infantil. Cuando les preguntamos cuáles creían ellos que eran las causas de los suicidios, dijeron que era porque no tenían nada para hacer, porque no veían futuro, no tenían esperanza", confesaron los vecinos.