Según datos de la Fiscalía de la Ciudad de Buenos Aires, se detectan diez casos de alcoholemia por día. El año pasado se registraron 1.912 y sólo en el primer semestre de 2016 ese número ascendió a 1.955. El artículo 111 del Código Contravencional porteño establece una multa de $200 a $2.000 o una pena de entre uno y diez días de cárcel para aquel que maneje ebrio o bajo los efectos de estupefacientes.
Pero a pesar de que la Ley permite aplicar estas sanciones, en la mayoría de los casos no se hace y lo que es una de las faltas más comunes y más graves, pasa casi desapercibida para las autoridades. Sin embargo, por primera vez en la Capital Federal un conductor deberá cumplir la máxima condena posible por manejar borracho: 10 días detenido en la cárcel de contraventores que el gobierno porteño inauguró en el barrio de Pompeya.
La ejemplar sanción fue aplicada contra un taxista de 30 años que el 28 de diciembre pasado condujo borracho y se subió a la vereda, en Bernardo de Irigoyen y Moreno, en el barrio de Monserrat. El chofer debía presentarse anoche para cumplir con lo que la Justicia le ordenó.
Ese día, al ver la situación, la Policía logró que frene. En el auto había dos botellas vacías de cerveza y según se informó, el hombre estaba irascible e intentó darle un cabezazo a un policía. Lo detuvieron por resistencia a la autoridad.
El Código establece que para los conductores particulares el máximo de alcohol permitido es de 0,5 gramos, para los motociclistas 0,2, mientras que para los profesionales es 0. En la comisaría le midieron la alcoholemia al taxista y detectaron que tenía 2,6 gramos de alcohol por litro de sangre. Es decir, el chofer era un real peligro al volante y de milagro no ocurrió una tragedia.
La causa quedó en manos de Federico Villalba Díaz, titular de la Fiscalía en lo Penal, Contravencional y de Faltas Nº 38 de la Ciudad. Al ver el elevado dosaje, pidió que se le aplique una pena ejemplar.
"Pedí la pena máxima, que son diez días de arresto de cumplimiento efectivo, porque el caso lo ameritaba. Por eso mismo no accedí a una probation. El conductor tenía una cantidad de alcohol en sangre muy alta y generó una situación de peligro importante. Lo que no se pudo probar es si en el momento del episodio se encontraba trabajando con el vehículo", contó el fiscal al diario Clarín.
En el juicio, la defensa sostuvo que el taxista estaba al borde de un coma alcohólico y que comprendía la criminalidad de sus actos. Ademá, el hombre aseguró que no se acordaba de nada y dijo que estaba arrepentido de lo que hizo.
Pero la jueza Cristina Lara, titular del juzgado en lo Penal, Contravencional y de Faltas Nº 21 de la Ciudad hizo caso omiso y le dio la razón al fiscal. Villalba, además, había pedido que le prohibieran manejar durante un año. sin embargo, la magistrada no concedió este requerimiento porque tuvo en cuenta que el taxista es padre de hijos menores de edad y necesita trabajar para mantenenrlos.
"Se trata de una sentencia ajustada, proporcional al hecho, porque esta persona puso en grave riesgo a la seguridad vial -sostuvo Villalba Díaz-. Es atípico que a una persona sin antecedentes le apliquen el máximo de pensa de cumplimiento efectivo. Además, se le descontaron diez de los veinte puntos del scoring de su licencia de conducir".