La nueva obra de teatro que protagoniza, Somos Child free, encara la temática de las parejas que optan por no tener hijos. Para algunos fue polémico y le preguntan por qué ella que en alguna oportunidad hizo público su deseo de ser madre aceptó ese papel, como si el personaje y la mujer debieran ser uno solo. Actriz, productora, directora, amiga, mujer solidaria. Eugenia es muchisimo más que esa mujer que un día será mamá.
"Es como que te señalan con el dedo. Una mujer no necesariamente se termina de completar si está o no en pareja o si tiene o no un hijo", analiza sobre las controversias que genera en la sociedad el movimiento de parejas y mujeres que optan por no procrear.
— ¿Por qué sorprende tanto?
— Tiene que ver mucho con los mandatos que traemos desde años atrás. Estos formatos de familia que hoy ya no son iguales a los de antes y que inclusive son mentirosos porque hay muchas parejas que se sostienen solo por el hecho de que tienen que hacerlo, no son felices y no se aman, o un hijo hace que se junten pero a la vez están más separados que nunca. La sociedad impone un formato que ya deberíamos entender que no es el mismo. Hay otra manera de vincularse, de relacionarse, y otra manera de armarse en las familias.
— ¿Cómo estás viendo la tele?
— No estoy viendo mucha tele. He sido muy consumidora hasta hace poco de series, pero ahora con el tema de los ensayos y de volver tarde a casa, se me dio vuelta la vida. Creo que estamos un poco huérfanos, falta un poco de contenido. Le falta algo a la tele, todavía no dio la vuelta. A veces es cíclica la situación, empieza con los realities, se va transformando y después vuelve al inicio.
—¿Le falta plata?, ¿creatividad?, ¿ficción?
— Todo eso junto. Le faltan ideas novedosas. Un poco más de producción en cuanto a lo económico puede ser. No me puedo poner a evaluar porque tampoco estoy haciendo tele ahora y la gente que labura se rompe el alma; hacer tele es muy difícil y muy caro. Si lo comparás con cosas de afuera, obvio que siempre va a ser incomparable lo que se hace.
— Cuando llega una propuesta, ¿de qué depende que la aceptes?
— Soy muy intuitiva, me equivoque o no. Generalmente cuando leo algo, es una sensación en el cuerpo. A veces puedo transar, lo que me vayan a pagar puede no ser exactamente lo que quiero, pero sé que eso me va a traer un reconocimiento distinto. No soy materialista, no me vuelvo loca por ganar millones.
— ¿Qué es lo mejor y lo peor de ser actriz o de la fama?
— Está buenísimo porque uno hace lo que le gusta, te pagan por eso y además te reconocen y te miman. Es una satisfacción poder hacer algo que a la gente le deje algo, le devuelva un poco de alegría o que se enganchen con una historia que vos estás contando. Lo más feo, en mi caso lo viví en una oportunidad nada más, es la cosa con la que yo no sé lidiar, el acoso de la prensa o eso de meterse donde uno no abre, de invadir igual. Hay gente que lo sabe manejar y te juro que los admiro; yo no. Después te dicen: "No, vos trabajás de eso y te lo tenés que bancar". Y no, no me la tengo que bancar, si yo no me meto en nada, nunca con nadie.
— ¿No aceptar ese pacto tácito de que uno por ser famoso entrega su intimidad, te trajo problemas con la prensa?
— No. Tuve en un momento de mi vida un episodio que fue ajeno a mí, porque yo tampoco tenía una situación mediática muy grande. Fue una situación que se excedió. Después no he tenido cosas graves con la prensa, soy gauchita (risas)
— Vamos a titular "Yo soy gauchita" y que cada uno lo interprete como quiera.
— Yo te la remo… Igual se ensañan también, eh… Lo digo no para hablar de eso porque la verdad no me importa, pero fue el único momento en que pude ver esa parte que es la que no me gusta.
— Pero más allá de eso, ¿no te fastidia cuando todos te quieren casar, te quieren ver mamá? Te ven Susanita y eso pone una carga…
— Ah sí, claro… Es tremenda, porque aparte me los espantan.
— No, es gauchita, es gauchita.
— Soy gauchita, no tengo ningún apuro y está todo tranquilo. Después de aquello me volví alguien de quien de cualquier situación hacen una noticia. Está buenísimo, pero no es para tanto. Vos acordate de eso en casa, decís gauchita y te aparece la imagen de Eugenia (risas).
— Te cambio de tema, si tuvieras que elegir una política de la actualidad para interpretar, más allá de la ideología, ¿quién te parece un buen personaje?
— Hoy la realidad está superando ampliamente la ficción. Campanella hizo una mención muy linda, que los actores están como desahuciados porque ya no hay nada que pueda competir con lo que está pasando. Lo más loco es que si vos escribís algo que tenga que ver con lo que está pasando a lo mejor te ponen mala porque es exagerado, no es creíble.
— Los actores en los últimos años han opinado mucho de política, como en otros momentos de la historia argentina. ¿Te sentiste tironeada?
— No, me mantuve ajena totalmente más allá de mis ideologías que nunca las expuse públicamente porque no me interesa. Yo soy artista, estoy en un sector del entretenimiento, no sé de política, no podría jamás salir a opinar sobre algo para lo que, lamentablemente y un poco con vergüenza lo digo, no tengo la cultura política suficiente; me encantaría saber más, mirá que leo, converso con gente que sabe y mis viejos siempre nos marcaron una ideología en toda la familia, pero me encantaría saber más, jamás podría hablar de algo que no sé y sobre todo algo tan complejo y exponer. Está bien que se haga, pero yo soy actriz, no tengo que ver.
— Además de gauchita, ¿cómo es Eugenia Tobal?
— Soy muy simple, no le doy más lugar a esto que hago de lo que tiene, porque hoy me está yendo bien y la gente me elige y mañana estoy un mes sin hacer nada y posiblemente pase a ser la nada misma. He trabajado toda mi vida mucho para que no me influya el ego en nada de lo que hago ni que el reconocimiento me vuele los patos, trabajo mucho lo espiritual, tengo mucha conexión conmigo. Vivimos en una jungla los que estamos en este medio, hay que estar protegido, cuidado. Gracias a Dios me va bien, vivo de esto, me encanta y soy feliz cuando trabajo, pero no le doy más lugar que el que tiene.
— ¿A qué le decís un no rotundo en la profesión?
— No haría laburos que estén transados con nada que no esté dentro de mis parámetros de valores, que sea algo que yo sé. Y de hecho tal vez me ha pasado, para no mezclarme con cosas con las que no estaba de acuerdo o que no me gustaban mucho cómo venían, he dicho que no.
— ¿Pero en cuanto a qué: al libro y lo que plantean o cómo están financiados?
— Si con las historias me pasa esto que te contaba, que hay algo que no me gusta o que siento que es algo con lo que yo no me voy a sentir cómoda, prefiero decir que no. Y lo otro sí, tratar de ver dónde uno pone su cara, su laburo, su cuerpo, su tiempo.
— ¿Te puedo ver en Showmatch?
— No, me han llamado tantas veces… Les agradezco siempre. Este año también me llamaron. Se ve que ellos sí me quieren ver bailando, yo no.
— No te gusta…
— Me encanta bailar. Lo que no sé es lidiar con todo lo que genera el show. Con Marcelo está todo bien. No sé, te juro que es admirable que haya personas que lo llevan súper bien. Han ido un montón de actrices, de hecho Juana (Viale) estuvo hace poco y lo hace muy bien. Pero no, yo no, no.
— Si charlamos en cinco años y salió todo genial, ¿cómo te encuentro?
— Lo más probable es que laburando, ampliando y reforzando tal vez el tema de la dirección, la producción. Tal vez en cinco años más todavía de lleno con cosas solidarias porque lo hago mucho.
— Vas mucho al hogar Pimpinela.
— Una vez por semana, mínimo, con los niños que están ahí tengo una relación divina. Tomamos la leche, jugamos, dibujamos, saltamos a la soga.
— Te emociona.
— Me encanta. Me llenan el alma y me rompe el corazón pensar que están solos y esperando que una familia los adopte. Ahí sí me enojo porque las leyes están complicadas con el tema de la adopción y hay tantos padres, mamás y papás, que quieren tener hijos y no pueden.
— ¿Cuál es la causa que hoy más te conmueve?
— Los chicos, trabajo también en una fundación que alimenta niños en comedores, con UNICEF hace muchos años también. Y con el cáncer de mama.
— ¿Qué te pasa como mujer exitosa, cuando ves chicos en la calle, es Invierno y hace frío?
— Me mata. Entendí con el correr de los años que uno se desespera y a lo mejor piensa: "Te doy la plata" y en realidad es mucho más de fondo el problema. Cuando vos le das 50 pesos, 100 pesos, lo que le des, le solucionaste veinte minutos de su vida pero después sigue todo igual. Hay que hacer un trabajo mucho más grande que ese.
— ¿Si te convocaran trabajarías en política vinculado a esto?
— Sí, que sé yo…Todavía tengo que terminar de creer que la política es algo bueno.
Somos childfree se presenta en el Paseo La Plaza de jueves a domingo.
Agradecimiento: Producción de vestuario Paula Balmayor.