Juntos vivieron y juntos murieron: homenaje a los padres palotinos a 40 años de su asesinato

El 4 de julio de 1976, cinco religiosos fueron asesinados en una iglesia del barrio de Belgrano, en lo que se llamó la Masacre de San Patricio. Este sábado se presenta un libro sobre este atentado que sufrió la Iglesia católica. Extracto

Un libro para homenajear a los cinco religiosos asesinados hace 40 años

[El libro Juntos vivieron y juntos murieron. La entrega de los cinco Palotinos, de Sergio Lucero, (Editorial Claretiana, 2016) será presentado este sábado 2 de julio a las 18:30 en la parroquia de San Patricio, donde fueron asesinados, en la calle Estomba 1942]

Crecimiento y maduración

Los aires de renovación de la comunidad de San Patricio, fruto de una pastoral con más apertura y de asumir las necesidades de los más humildes, fueron despertando el interés de algunos parroquianos que regresaron, o de quienes —ajenos a ella— la eligieron para integrarse.

De ahí que tanto las misas como las actividades comunitarias empezaron a mostrar un mayor número de personas. Una importante cantidad de jóvenes conformaron nuevos grupos parroquiales y/o robustecieron los preexistentes. Esta novedosa e intensa participación de la feligresía irradiaba un contagioso espíritu de vida comunitaria.

Pero no solo la presencia estimulante del padre (Alfie) Kelly logró transformar a la comunidad de San Patricio. Durante esos tres años, él también se dejó transformar por esta nueva realidad.

En primera fila, los padres palotinos masacrados pocos días después del golpe de 1976

Y comenzó a tener injerencia en otros ámbitos. Asumió como director del Seminario Catequístico Juan XXIII. Junto con el padre Emilio Neira, tuvo a su cargo la Pastoral Juvenil de la Vicaría de Belgrano. En 1975 fue elegido para que predicara en la Abadía San Benito, en representación de los sacerdotes de la Vicaría de Belgrano. Guía y director espiritual de muchas personas. Se convirtió en un sacerdote de consulta.

Golpe de Estado

"Mie. 24/3/76. Esta madrugada golpe Videla – Massera – Agosti", única referencia hecha por Alfie Kelly en su diario al golpe militar. […]

La difamación

La comunidad tenía cierta consciencia del peligro en que se hallaba. Los días previos al 4 de julio, algunas personas del entorno comenzaron a circular el mote de "comunistas", de "generar confusión en las mentes de los jóvenes", etc. El rumor de una carta pidiendo el traslado del padre Alfie Kelly, que ya había juntado firmas entre algunos vecinos, fue comentado por él mismo en la cena del 3 de julio, la última cena: "Si algo me sucediera los firmantes de la carta seguramente se van a arrepentir".

A esto mismo se referiría 25 años después el Cardenal Bergoglio en su homilía del 4 de julio de 2001 cuando expresó: "Les pusieron todas las etiquetas posibles, las etiquetas que el mundo pone para justificar" [Ver el texto completo más adelante].

Los tres padres palotinos y los dos seminaristas asesinados en la Iglesia de San Patricio

Quizás algo de todo eso pueda dar pistas para encontrar respuestas a la pregunta de por qué los mataron. Pero hay otra pregunta, ¿qué pasó por el corazón y la cabeza de cada uno de los cincos para llegar a ese momento trágico y sublime? ¿Qué los llevó a sostenerse en una decisión evangélica en medio de las amenazas que venían sufriendo y el riesgo en el que se encontraban sus vidas?

La última oración de Alfie

En medio de ese clima, Alfie Kelly, escribe en su diario el día 1° de julio de 1976, su página dorada, su testamento para la humanidad, la prueba más acabada de su amor y entrega martirial de su absoluta disposición para cumplir, hasta la última y más terrible consecuencia, la voluntad del Padre.

Acta policial

El 4 de julio de 1976, el comisario Rafael Fensore, de la Comisaría N° 37, consigna en acta policial:

En la finca de Estomba 1942, se produjo un grave hecho de sangre… se encuentra una especie de sala de estar… se observa que sobre el piso de la misma y en posición de cúbito ventral se encuentran 5 cuerpos de personas de sexo masculino, los que todavía calientes presentan signos evidentes de estar muertos, mediante la acción de armas de fuego, por cuanto se observan grandes charcos de sangre… se procede a identificarlos y en orden correlativo resultan ser el número 1 Salvador Barbeito, el N° 2 Alfredo Kelly (párroco), el N° 3 Alfredo Leaden, el N° 4 Emilio Neira (seminarista) y el N° 5 Pedro Duffau (párroco).

La noticia oficial: la dictadura intentó atribuir el crimen a la guerrilla

Luego se supo que por error de quienes testimoniaron, confundieron el nombre de Emilio Neira por el de Emilio Barletti.

Despejemos las etiquetas y miremos el testimonio

(Homilía del Card. Jorge Mario Bergoglio, sj en la Misa por los 25 años de la masacre. Buenos Aires, 4 de julio de 2001)

Esta parroquia ha sido ungida por el testimonio de quienes vivieron "juntos y juntos murieron". Por el testimonio de aquellos que quisieron no vivir para sí, quisieron ser grano de trigo y murieron para que otros tuvieran vida. No solo se ungió el altar en aceite cuando se consagró esta parroquia. Las baldosas de este solar están ungidas con la sangre de aquellos a quienes el mundo no pudo reconocer porque no eran del mundo.

Después vinieron las etiquetas. Les pusieron todas las etiquetas posibles, las etiquetas que el mundo pone para justificar. ¡Crucifícalo! Porque se hizo Hijo de Dios (Jn 19, 6-7): la primera etiqueta que le pusieron y, como se la pusieron a Él, se la pusieron a todos quienes, a lo largo de la historia, quisieron seguir el camino de Él. Cuando el mundo no quiere hacerse cargo de la evidencia inventa etiquetas.

Esta parroquia ungida por la decisión de quienes juntos vivieron, ungida por la sangre de quienes juntos murieron

Recuerdo aquella escena tan triste del Evangelio: pusieron la mano en el bolsillo, sobornaron a los soldados y les dijeron "vayan tranquilos y digan que mientras dormían vinieron a robar el cuerpo." Etiquetas que a veces son actitudes, que a veces son decisiones, que a veces son posturas. El mundo siempre se justifica para no hacerse cargo de lo que no ha reconocido, para no hacerse cargo de que llegó tarde, de que no abrió su corazón a tiempo.

Las tumbas de los religiosos en el cementerio de Mercedes, de donde eran oriundos

Esta parroquia ungida por la decisión de quienes juntos vivieron, ungida por la sangre de quienes juntos murieron, nos dice algo de esta ciudad, algo que cada uno tiene que recoger en su corazón y hacerse cargo. Despejar etiquetas y mirar el testimonio.

Hay gente que sigue siendo testigo del Evangelio, hay gente que fue grano de trigo, dio su vida y germinó. Yo soy testigo, porque lo acompañé en la dirección espiritual y en la confesión hasta su muerte, de lo que era la vida de Alfie Kelly. Sólo pensaba en Dios. Y lo nombre a él porque soy testigo de su corazón, y en él a todos los demás.