Luciano Cáceres protagoniza junto a Juana Viale una película apocalíptica de terror: Lo inevitable. Bajo la dirección de Fernando Fercks Castellani, en la trama ambos son unos hermanos que, junto a la hija de ella, se dirigen a una casa alejada en el medio del bosque para buscar refugio ante lo que se avecina. El fin del mundo está tocando la puerta y la noche, que se verá atravesada, por un eclipse es el escenario perfecto para que el terror se apodere de las primeras escenas. El fanatismo religioso dice presente en este filme que solo utiliza la noche para contar lo que se viene y que no puede evitarse: el apocalipsis.
El elenco lo completan Daryna Butryk, Javier Godino y Carlos Portaluppi. Y en el marco de su estreno (este jueves 28 de octubre), Cáceres dialogó con Infobae acerca de esta experiencia y nos contó algunos datos de color de su vida de actor.
—¿Qué vamos a ver en Lo inevitable?
—Es una película bien de género y una suerte de fin del mundo que se avecina en una noche muy particular, de eclipse, en la que hay algo que se espera que va a suceder y está sucediendo. Esa es la intriga y la pauta donde presentamos la película.
—La filmación se hizo pre-pandemia y casi sin luz diurna.
—Se hizo todo en escenario real y de noche. Llegábamos tipo seis de la tarde y a las siete se hacían tomas más cerradas. La filmamos en diciembre de 2019, ya había algo ahí, por China, pero era todo muy lejano y muy a pulmón como es el cine independiente, acompañando esta segunda película de Ferks desde cero, el tuvo una primera experiencia que le costó mucho.
—¿Cómo fue regresar a grabar en televisión y filmar después del parate de 2020?
—El cuidado sigue estando: creo que nos cambió para siempre. Primero la parálisis total y una industria totalmente suspendida. Te das cuenta de que no sos nada esencial y, al mismo tiempo, (en cuarentena) fue cuando más se consumió la industria del entretenimiento de lo que ya estaba hecho. Tuve la suerte de filmar en plena pandemia una película en Roma, en invierno de acá, y fue como salir a otro mundo. Yo estuve cinco meses guardado y de golpe llegué a Ezeiza, que estaba todo vacío, y de repente el avión estaba todo lleno. Había una sensación apocalíptica.
—Quiero que me cuentes la anécdota de que le ganaste un premio a Michael Douglas.
—Estas cosas pasan en los festivales internacionales... Quiero decir de golpe, en el Festival Internacional de Cine de Milán, participaron un montón de películas. Luego empieza como una selección que se va decantando y quedan las últimas diez películas, y entre esas diez, quedaron cinco nominaciones para actor, y entre esos cinco estaba Michael y estaba yo, y otros tantos actores muy reconocidos también, ¡y gané!
—¡Inesperado! Son cosas que pasan en los festivales…
—La primera vez que fui a un festival internacional fue el de Shanghai con mi segunda película como protagonista, Garúa, de Gustavo Corrado. ¡Fui con 52 dólares a un festival Internacional en Shangai! y estaba nominado con Daniel Auteuil, Gerard Depardieu, Nick Nolte... Esa vez no gané. Cuando llegué me quedé sin plata porque me pidieron tarjeta, no tenía, y en el hotel me pidieron un seguro de 100 dólares y yo tenía 50. Dejé los 50 y cuando terminó todo me lo devolvieron porque nunca agarré nada del frigobar. ¡Fui hasta con un traje prestado!
—¿Soñás con hacer alguna biopic, la vida de alguien? Viste que ahora están tan de moda.
—¡Uh, qué pregunta! No sé, pero lo haría con mucho cuidado y respeto. En algún momento una vez me ofrecieron hacer de Cerati (Gustavo), me pareció que no era el momento, él estaba todavía vivo. No porque me vea así, pero fue la primera vez que me dijeron que podía hacer alguien.
—Si pudieras elegir con quién trabajar, ¿tenés en claro a quién elegirías?
—Mirá, yo nunca imaginé, con mi formación independiente, que iba a vivir de esto: mis colegas con los que me formé eran de todo menos actores. Tengo referentes muy grosos como Leonor Manso, que lleva muy bien sus años con su trabajo, o lo que fue Alfredo Alcón. Me gusta eso que les pasó con el oficio.
—Ese es el rumbo de tu carrera, digamos...
—Yo siento que esto no es una carrera: no hay un lugar donde llegar, ni primero ni segundo. Creo que es mi caminito y es muy importante estar con pibes nuevos, acompañar nuevas visiones, nuevas miradas, nuevos puntos de vista y estar conectado a cómo la ven.
SEGUIR LEYENDO: