Desde que se publicó por primera vez en la década del 60, Duna, de Frank Herbert, se convirtió en un objeto de culto y veneración por parte de los seguidores de la ciencia ficción. Llevarla a la pantalla fue siempre un sueño y una pesadilla que hoy parece llegar a un final feliz en la nueva versión cuya primera parte se estrena ahora. Que el filme dirigido por Denis Villeneuve y protagonizado por Timothée Chalamet dure más de dos horas y media y solo sea el 50% de la historia muestra a las claras la complejidad de comprimir el texto original en una sola película.
En 1984 el productor el legendario productor Dino De Laurentiis y su hija Raffaella De Laurentiis decidieron producir un largometraje adaptando a Frank Herbert. Raffaella recién empezaba en la producción y su padre tenía una extensa y despareja filmografía detrás, por ese motivo él le permitió figurar como la productora en los títulos. A la hora de encarar un nuevo proyecto del gran Dino era imposible saber si sería una obra maestra o un filme de explotación ridículo y efímero. Para Duna no anduvo con vueltas. Habiendo producido a Ingmar Bergman, Federico Fellini, Don Siegel, Vittorio De Sica, Luchino Visconti y William Friedkin, De Laurentiis buscó un nombre fuerte para dirigir este ambicioso proyecto: David Lynch.
Lynch venía de dirigir un legendario filme de culto, Eraserhead (1977), y una obra maestra llamada El hombre elefante (1980). Ambos títulos, curiosamente, eran en blanco y negro. Pero Duna sería una superproducción en colores y con uno de esos tumultuosos elencos llenos de estrellas que De Laurenttis solía reunir. La combinación de un libro tan complicado, productores tan desparejos, un elenco tan ecléctico y un director muy personal eran un cóctel explosivo que, no hay sorpresa aquí, terminó generando un rodaje problemático y un resultado que no dejó feliz a nadie.
Hoy, pensar las películas como trilogías es moneda corriente, pero en aquellos años esa clase de planes estaban destinados exclusivamente a los éxitos más grandes de taquilla. El productor no estaba dispuesto a arriesgarse y buscó condensar toda la historia en un solo filme. Ese fue el comienzo de todos los problemas. El éxito sostenido de la trilogía de La guerra de las galaxias (1977) generó que la ciencia ficción en el cine cobrara un nuevo impulso y queda claro que Duna pretendía ir por ese lado. Elegir a Frank Herbert y a David Lynch no era sin embargo el mejor camino para un filme destinado a todos los públicos. La esperanza la tenían, porque hasta se hicieron juguetes para acompañar el estreno, como si los niños pudieran disfrutar de una película como esta.
Más de cuatro horas duraba lo que entregó David Lynch. Pasó luego a tres horas, y finalmente llegó a las salas de estreno con un poco más de dos horas y cuarto de metraje. La historia contaba cómo la familia Atreides debía hacerse cargo de la explotación del planeta Arrakis, conocido también como Duna. Ese es el único lugar donde se encuentra la especia, una fuerte droga imprescindible para los vuelos espaciales.
Duna había sido gobernado por los Harkonen, quienes ejercían el poder de manera violenta. Cuando los Harkonen atacan el planeta para retomar el poder, Paul Atreides (Kyle MacLachlan), el hijo del duque Leto Atreides, deberá huir al desierto para planificar la venganza y el regreso para retomar el control de Duna. A pesar de ser un cineasta muy particular, David Lynch estaba dispuesto a narrar de manera clásica en este caso, pero no tuvo el corte final, y lo que podrían haber sido dos películas se convirtieron en un relato algo alborotado lleno de baches e historias incompletas.
Pero Duna (1984) es una película con elementos interesantes. Lynch explora lo monstruoso de la historia y los personajes. Tanto en su mirada sobre el poder como del sexo y la naturaleza humana, el director consigue instantes inquietantes y bellos a la vez. Las escenas oníricas son sugestivas y funcionan mejor que los limitados efectos especiales. El maquillaje es espectacular y consigue una presencia significativa que permite transmitir las ideas de la película mejor que algunas actuaciones. Pero en promedio, Duna no es una película atractiva para el público, y para los admiradores de David Lynch, resulta un filme suyo a medias.
El elenco es importante. A Kyle MacLachlan –quien se convertiría en uno de los actores favoritos de Lynch- lo acompañan José Ferrer, Virginia Madsen, Sean Young, Patrick Stewart, Sting, Jürgen Prochnow, Richard Jordan, Max von Sydow, Linda Hunt, Dean Stockwell, Brad Dourif, Silvana Mangano, Jack Nance, Kenneth MacMillan, Freddie Jones, Leonardo Cimino y Alicia Witt (en su debut cinematográfico). Incluso el propio director hace un cameo en la película. Patrick Stewart declaró que todos en el elenco tenían al menos dos escenas que quedaron fuera del montaje final. Sting, sin embargo, consigue un rol llamativo e interesante, destacado por muchos debido a la fama del cantante.
Muchas cosas salieron mal en el rodaje y otras tantas en el montaje. Asomaron varias versiones de la película con los años, pero Lynch dijo que ninguna lo representa. La película, irónicamente, tuvo el comienzo más taquillero dentro de su filmografía, aun cuando no le alcanzó para ser exitosa. De Laurentiis y Lynch unieron sus fuerzas para el siguiente proyecto del director, Terciopelo azul (1986), considerada una de las mejores películas de Lynch, además de la que dio comienzo a su período de esplendor. Duna tuvo otra adaptación en formato de miniserie que pasó inmerecidamente sin pena ni gloria. Pero la suerte del libro parece haber cambiado ahora.
Quedará para la historia del cine averiguar si Duna (2021) será la versión definitiva. El director Denis Villeneuve cuenta ahora con un elenco enorme pero también con un presupuesto mucho mayor. Y en la actualidad, hacer una película en varias partes no está mal visto. Aun así, este nuevo filme intenta esconder en su título el hecho de ser solo la mitad de la historia. Al comenzar un cartel aclara que se trata de la primera parte. La segunda parte no ha sido filmada, por lo cual dependerá del éxito de este nuevo estreno el romper con la mala suerte que ha tenido Duna llevada al cine.
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