El regreso de Alejandra Guzmán a las pantallas asombra al público con su actuación estelar en El juego de las llaves 2. Y es que Alejandra se ha caracterizado por innovar dentro de la industria: nunca tiende a quedarse quieta del todo. “He tenido que sacar siempre un nuevo yo, una nueva actitud. Me siento mejor que nunca, me hacía falta recordar quién soy. He vuelto a lo que me da vida”, le dice a Infobae.
El juego de las llaves es una producción que llegó a romper tabúes sexuales y mitos que no eran capaces de ser liberados en televisión. En Latinoamérica, este tipo de producciones innovadoras llegan a sorprender, tanto de manera positiva como negativa. De hecho, el impacto que ha tenido esta propuesta ha causado un gran revuelo. “Esa mentalidad abierta y la educación se está dando mucho más. No la teníamos. Creo que está bien que tengamos una educación sexual más abierta, pero que también se puede proteger de otra manera”, comenta Alejandra con respecto a esta propuesta mexicana.
Después de casi 29 años sin actuar, Guzmán se adentra en la piel de Astrid, un personaje que llegó para contraponer al de Laura Léon, una madre conservadora. En su papel, buscará romper algunos mitos sobre los que ella misma, incluso, dice haber tenido ideas antiguas. “Mi personaje ayuda a los otros a aflorar el deseo que tienen reprimido”, explica Alejandra. Su tarea parece ser de alta responsabilidad para el público, pero también pretende comunicar un tipo de libertad que no se ha permitido experimentar. Con Astrid, como una forma de arte, buscó “sacar provecho del personaje”. Por eso, considera que “es muy bonito ponerte en otra piel”.
Esta artista regresó con todas las de la ley: se desnudó, por primera vez de manera abierta, en una producción. “Volver a la actuación después de 29 años es extraño. Con los desnudos me sentí nerviosa, pero me liberé y mostré esa carta final que tengo”, ríe Guzmán, cuya su última aparición había sido en Verano peligroso (1991).
La reciente producción ha hecho un desarrollo narrativo responsable acerca de temas que son de censura, en general, como la sexualidad, los problemas matrimoniales y conflictos interpersonales. “Ya vi los cuatro capítulos y me quedé picadísima. Me encanta la excelente producción, que se deje ver la calidad, que esto se pueda exportar desde México y me da mucho orgullo como mexicana”, aplaude la actriz.
En este proyecto original de Pantaya llegó a sus manos el papel de Astrid, un personaje muy inteligente, perspicaz, capaz de vivir muchos mundos. Una de las que se arriesga y se atreve a liberarse constantemente. Ella ayudará a que las protagonistas principales puedan sentir menos culpa de algunas situaciones que se verán: “Mi personaje es bien liberal, pero tiene su corazoncito y me encanta poder compartir esa química con Ela Velden y Maite Perroni, que son con quienes más compartió mi personaje”. Lo que Alejandra más valora de Astrid es la capacidad de “ser honesta con su deseo sexual”.
Guzmán se ha caracterizado, también, por asumir algunos riesgos que muy pocos han tomado en la industria del entretenimiento. Y aunque el mundo tenga una percepción muy liberal acerca de quién es ella, esta serie le ha permitido liberar un poco lo que tenía reprimido, a entender y comprender que la felicidad reside en uno. “Hay cosas que no me abro tanto como en otras. Pero todo está en que tengas claro lo que te hace feliz”, resalta la artista.
Luego de 35 años de trayectoria haciendo ruido de manera positiva, atreviéndose a probar nuevas cosas para crear historias por medio de la música, la cantante asegura que se arrepiente de muy pocas cosas. Por el contrario, se cuestiona cuando no se atreve. “Pienso después: ‘¿Por qué no lo hice?’”. Incluso, recuerda lo más atrevido que hizo cuando era más joven: “Haberme aventado al público haciendo un stage diving (mostrar sus senos al público)”, aunque, de lo último en mención, es lo que asegura haberse arrepentido.
Sin duda, El juego de las llaves le ha ayudado a Alejandra a ver las cosas desde otro punto de vista, así como también le sirvió para darle un aire de libertad en su última producción musical. “Me ayudó a romper mitos, ideas antiguas que he tenido que quitar. Hasta en mi canción reflejé esa libertad, esa manera de pensar moderna que hay hoy en día”.
Su rol en la industria como mujer ha sido de gran importancia. Se podría decir que es de las pocas artistas que se atrevieron a causar revoluciones. Empoderada y segura de sí misma, se ha mostrado en muchas ocasiones, y esta vez no es la excepción. “Nosotras, las mujeres, somos el fruto prohibido. Hay que saberlo proyectar. Sí nosotras supiéramos usar nuestro poder, de seducir, para conseguir las cosas en esta industria y en otras más, todo fuera más rápido”
Con una vida entera acaparando titulares en revistas y periódicos, Guzmán supo darle la mejor cara a lo que le acontecía en su momento de euforia mediática. Ignorando alguna de esas situaciones, considera que sus 50 años han sido la mejor etapa, ya que la ha estado disfrutando mucho más.
Sobre si quisiera seguir actuando y que papeles aceptaría, asegura: “Me gustan las historias fuertes. Me gustan mucho los thrillers, porque te mantienen con interés, así del estilo Night Perfect Strangers, que sale Nicole Kidman, o Peaky Blinders”. Porque Guzmán no quiere estar en cualquier serie, ni trabajar con cualquier director. “Quiero estar en un proyecto que tenga una buena historia, una buena trama. Y por supuesto, una buena fotografía. Es lo que busco cuando quiero interpretar un personaje”. También se confiesa admiradora de directores como Pedro Almodóvar y Quentin Tarantino. A este último ya sabe que le diría apenas se lo encontrase: “Soy tuya”.
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