Este viernes 13 se estrenó una de las series argentinas más esperadas del año: El Reino. La ficción creada por Marcelo Piñeyro (Cenizas del paraíso) y Claudia Piñeiro (Las viudas de los jueves) relata la historia de un pastor evangélico Emilio Vásquez Pena (Diego Peretti) que es candidato a la vicepresidencia del país pero en el medio de un acto político su compañero de fórmula es asesinado (interpretado por Daniel Kuzniecka).
En pocos días, El Reino se convirtió en una de las ficciones más elegidas por los argentinos. Los 8 episodios de 50 y pocos minutos invitan a maratonear esta serie que cumple y llena las expectativas. Acá algunas de las claves de este repentino éxito. (ATENCIÓN SPOILERS)
Las actuaciones
El elenco de esta serie impacta: Diego Peretti (pastor Emilio Vásquez Pena), Mercedes Morán (La pastora Elena), Nancy Duplaá (La fiscal Roberta Candia), Chino Darín (la mano derecha del pastor Julio Clamens), Peter Lanzani (el religioso fiel Tadeo Vásquez), Vera Spinetta (Ana la hija de los pastores y en pareja con Julio), Sofía Gala Castiglione (Celeste, encargada de desgrabar las escuchas de los pastores) y el inmenso Joaquín Furriel que regala uno de los mejores papeles de su carrera como Rubén Osorio, un armador político sin escrúpulos que maneja a todos a su antojo. Furriel se entrega de lleno a este papel que muestra una nueva faceta de su carrera actoral. Se mueve con mucha comodidad y su ductilidad hacen que este sea un personaje hecho para él. El resto de los actores y actrices acompañan correctamente en sus roles a una trama llena de giros argumentales que provocan distintas reacciones de cada uno de los personajes. Cabe también destacar a Nicolás García Hume como Remigio Cárdenas, un personaje clave en la historia, al que el actor le otorga la fuerza y sensibilidad necesaria.
El guión
La solidez de Claudia Piñeiro y la experiencia cinematográfica de Marcelo Piñeyro son dos de las claves para que el guión de El Reino sea creíble, atrapante e invite a maratonear. Lejos de caer en lugares comunes, la serie se mete en temas intensos como los juegos de poder, los abusos, el fanatismo religioso, los amigos del poder y la justicia corrupta y la política como un arma de manipulación constante. Incluso la ciencia ficción se mete en el medio en algunos de los episodios y se muestra de manera verosímil.
El fanatismo religioso
¿Cuántos pueblos, naciones y grupos han caído en manos de fanáticos religiosos? El Reino ingresa en esta oportunidad a una iglesia evangélica como escenario para contar esta historia donde los crímenes están a la orden del día. La colaboración de los fieles con su diezmo se muestra acá como un arma de complicidad y de acuerdo con los líderes del templo que son millonarios. En nombre de la fe todo puede pedirse y resolverse. Y qué mejor que un grupo de seguidores necios e inocentes que apoyarán a sus líderes en todas las circunstancias. Dentro de esta religiosidad mal entendida quedan en el medio los menores. Los niños en situación de vulnerabilidad como víctimas de un pacto nefasto en el que pareciera que el diablo metió la cola.
Suspenso, política y giros de guión
“Ahí está todo el poder de la Argentina vinieron a aplaudirte, no los defraudes”, así lo arenga Rubén, (el personaje de Furriel) al pastor Emilio Cárdenas (Peretti). El juego del poder está a la orden del día en esta ficción. Porque El Reino no se remite solo a un reinado divino, perfecto y espiritual sino a aquel que sabe de las reglas de la verdadera política. Aquel que sabe que para reinar hay que traicionar, transar y negociar las leyes. Todo eso aparece en esta serie, donde los falsos profetas se encuentran a la vuelta de la esquina.
Esta producción recurre también al suspenso como arma de seducción hacia el espectador desde el inicio. El elemento básico de cualquier thriller es averiguar quién es el asesino, quién es el culpable del crimen central. Pero este es un tema que a simple vista se resuelve al final del primer episodio. Y es allí cuando la historia se torna más interesante, y la trama gira hacia otras sospechas y nuevas intrigas. Nada de lo que creemos es real, y aquellos que parecen buenos no lo son tanto.
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