Martín Echegaray Davies tiene 61 años, está casado y tiene tres hijos y seis nietos. Es oriundo de toda la vida de Trelew, provincia de Chubut. Se gana la vida trabajando como jagüelero, haciendo pozos y alambrados, arreglando molinos. Y su tiempo libre le gusta disfrutarlo junto a su familia, a la que no ve desde hace 385 días.
Por estas horas el hombre se encuentra en algún punto de Perú, cerca de Lima. No pudo decir con exactitud dónde porque –argumentó– muchas ciudades del pueblo incaico comienzan con "san" y eso lo confunde. Lo cierto es que al momento de la comunicación telefónica con Infobae, estaba descansando en "una ferretería que tiene varias habitaciones". ¿Por qué está allí? Para explicarlo hay que retroceder más de un año.
El 31 de octubre de 2017 en Bahía Lapataia, Tierra del Fuego, Echegaray Davies dio el primer paso de un desafío que en la actualidad transita por la mitad de camino. Aquel día el hombre emprendió un largo y ambicioso viaje: unir a pie la ciudad más austral del mundo con Alaska, Estados Unidos, en el otro extremo del continente americano. Y con un plus: antes de abandonar el territorio argentino, visitó las 23 provincias del país.
La travesía tiene nombre: la bautizó "Caminata Tres Américas". Y tiene, por su puesto, una razón detrás: el hombre busca dejar un gran legado, al igual que sus antepasados. "Siempre caminé detrás de una persona o de una entidad, y ahora decidí hacer mi propia caminata. Quiero hacer una caminata trascendental", remarcó con énfasis en diálogo con este medio.
Echegaray Davies es descendiente de colonos galeses que poblaron el interior argentino. Inspirado en la historia de ellos, a lo largo de su vida realizó varias caminatas a pie.
De tal modo, por ejemplo, caminó en 2016 2.152 kilómetros "tras las huellas de Fontana y sus rifleros", emulando la expedición en 1865 que los pioneros galeses hicieron desde el Golfo Nuevo hasta el Valle del río Chubut en busca de agua dulce. "El recorrido original era más largo, pero hoy en día no se puede hacer porque hay que pasar por campos que están cerrados", contó.
Avezado a la práctica, ahora fue por más. Sin dudar, se lanzó a la aventura en solitario, acompañado nomás por un carro, el "carricatre pilchero", tal como lo llama, un catre de campaña modificado en el que lleva ropa, alimentos, agua, colchoneta, lona, carpa, herramientas (martillo, llave francesa y otras por si se avería el móvil). Son "180 kilos de peso" a cuestas, puntualizó.
Echegaray Davies habló con Infobae desde aquella "ferretería que tiene varias habitaciones", durante uno de sus días de descanso. Se quedó allí hasta la mañana siguiente cuando retomó la marcha a primera hora.
Su rutina diaria arranca temprano: empieza a caminar una antes de que amanezca. Alrededor de las 10 de la mañana se detiene para desayunar. Luego sigue hasta las 12:30, la hora del almuerzo. "Después continúo hasta las 17, 18 cuando meriendo y sigo hasta que se vaya la luz del día", apuntó.
En la charla comentó que por jornada recorre (o intenta recorrer) cerca de 40 kilómetros. "Camino toda la semana entera y después trato de buscar una casa para aprovechar y quedarme un día o un día y medio", señaló y agradeció todo el apoyo recibido desde el inicio: "La gente es solidaria, paran a darme agua o gaseosa. Este viaje lo subvenciono sólo y es más, cuando llego a un lugar pido donde bañarme y lavar la ropa".
La fabulosa epopeya le deparó y le deparará al caminante la posibilidad de explorar lugares remotos. El viaje completo, que como dice le permite "encontrarse con la naturaleza", le dejará mil anécdotas; como la del meteorito, lo más especial le sucedió hasta el momento, según aseguró.
Fue la semana pasada, ya en Perú ("en otra ciudad que empieza con san", dijo sin recordar con precisión, aunque cree que se llama Santa Cruz). En pleno desierto incaico fue testigo del paso un meteorito tan grande que iluminó el horizonte de ruta, piedras y tierra. Contó asombrado que supone que cayó cerca de su ubicación, "porque el ruido, fuerte, como de impacto con la tierra, se escuchó 20 segundos después de verlo".
Por su puesto, la Caminata Tres Américas lo invita a experiencias únicas como la del meteorito. Pero por otra parte, también le exige y le quita mucho. El cansancio, la soledad, el alejamiento de sus seres queridos son parte del padecimiento que implica el viaje para Echegaray Davies.
Sin embargo cuando se le consulta sobre lo que más añora, lo primero que responde es la comida: "¡Ni me hables de asado!", exclamó, denotando un lamento que se percibe a miles de kilómetros de distancia. "El gusto de la comida es muy diferente. En Bolivia y en Perú hay más pollo y pescado que carne. Y no me acostumbro. A veces paso el día tomando solo leche y café", reveló entre quejas hacia el pan, las frutas, las galletitas.
Sin una hoja de ruta preestablecida –actualiza el GPS a diario–, de Perú irá a Ecuador y pasará más tarde por Colombia antes de recalar en Panamá y empezar el periplo por centroamérica.
¿Cuánto estima tardará hasta Alaska? Echegaray Davies calculó tres años. Recién va por la mitad del trayecto. Hizo aproximadamente 12 mil kilómetros. Pero igualmente explicó que hablar de tiempos es mera lotería. "Es muy difícil calcular. En Argentina hay mucho llano. En cambio en Bolivia y Perú me encontré con subidas, bajadas y mucha selva. Por eso es complicado predecir cuánto tardaré", finalizó la charla.
Por estas horas, mientras el resto continúa con sus vidas, él probablemente esté caminando, tal vez en algún lugar cuyo nombre empiece con "san".
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