En medio de un clima de fiesta, la tragedia tiñó de luto la 30° edición de la media maratón de Buenos Aires, celebrada el domingo pasado y en la que participaron más de 20 mil runners. El corredor santafecino Osvaldo Carrizo, de 55 años, se desplomó a pocos minutos de iniciada la carrera y falleció luego a consecuencia de un paro cardiorrespiratorio.
La desgracia se produjo pese a que el atleta -experimentado en la disciplina- contaba con los controles médicos necesarios y obligatorios. También pese a que esta cita de la 21K de Buenos Aires fue la primera "cardioprotegida", según palabras de Javier Mastropierro, director médico del evento. En total, hubo 37 desfibriladores repartidos a lo largo del circuito con sus respectivos asistentes. Y además hubo una dotación de diez ambulancias, 40 socorristas, y casi un veintena de especialistas, entre médicos y enfermeros.
Para Carlos Montaldo, técnico en Emergencias e instructor de paramédicos, se trata de un despliegue considerable, que se corresponde para un tipo de evento de tal magnitud. En diálogo con Infobae, explica cómo se prepara un dispositivo de emergencia para una carrera sea "cardiosegura".
Montaldo es director de RCP Trainning, una organización encargada de salvaguardar la salud de los runners durante la competencia. Al año, cubren alrededor de 80 maratones. "Llevamos cubiertas cerca de 300 carreras (entre ellas, ediciones anteriores de la media maratón de Buenos Aires). También estuvimos en 2015 en el Rally Dakar: fue la primera vez que hubo una largada cardiosegura. En total, en eventos masivos utilizamos los desfibriladores en ocho ocasiones, de las que revertimos siete paros cardíacos", cuenta.
Y comienza a explayarse: "El servicio de cardioseguridad se complementa con el sistema de emergencia. Lo que hacemos es, primero, saber qué recorrido tiene la carrera. No es lo mismo una carrera urbana, con un circuito cerrado al que se puede acceder más fácilmente, a una prueba de country race, en la que es más complicado sacar al sujeto del campo, por lo que requiere otro tipo de logística".
Durante la jornada previa a la maratón los rescatistas recorren el circuito con el fin de marcar puntos estratégicos, en los que puede producirse alguna complicación. "Siempre la pauta de alarma en este tipo de eventos se relaciona con cambios geográficos muy importantes, que demandan un plus en el esfuerzo del atleta", señala el especialista.
"Del circuito de 21K, que siempre es más o menos el mismo, el tramo más compleja es la subida a la Autopista Illia. Después los corredores bajan en Sarmiento y tienen que pasar por el túnel, donde aceleran la frecuencia cardíaca. Luego tienen una nueva subida", precisa Montaldo.
En la edición de 2015 tuvo dos casos de paros cardíacos en dicha zona. "Para el kilómetro 18 y 21 hicimos un dispositivo especial, y el primer paro lo tuvimos en el 18,5 y el segundo en el 19. Cuatro minutos de diferencia entre uno y otro, y a 500 metros de distancia. Pudimos revertir los dos", recuerda. "Uno tiene que tomarse el trabajo de estar, de diagramar, de planificar".
Una vez estudiado el trazado de la prueba, el paso siguiente es determinar la cantidad de ambulancias que le sugerirán contratar al organizador. "Pueden ser de tres a diez, como sucede en una media maratón o maratón de Buenos Aires". El número de unidades médicas esta ligado a la distancia de la maratón y no a la cantidad de participantes.
Posteriormente, se mide el tiempo de llegada de los rescatistas a cualquier sector. Ellos se movilizan en moto (van solos o acompañados de un motociclista) y llevan consigo una mochila de primera respuesta equipada con un botiquín avanzado, "donde tiene elementos apropiados para curar desde una herida hasta resolver un paro cardíaco, ya que llevan un desfibrilador automático externo", detalló Montaldo.
"Medimos el tiempo y el espacio para poner la cantidad de rescatistas necesarios de modo que una vez que se active el sistema de auxilio en dos minutos podamos estar en cualquier punto de la carrera", apunta. En una 21K, con un personal de seis expertos es suficiente para cumplir con el protocolo de acción. Además se agrega en la largada y en la llegada un desfibrilador, y también hay una carpa médica junto a una ambulancia. "Así tenemos el equipamiento de una unidad de terapia intensiva móvil, para resolver cualquier emergencia".
La Fundación Cardiológica Argentina explica que cuando sucede una muerte súbita es fundamental contar inmediatamente con un dispositivo de respuesta conformado por personal entrenado en reanimación cardiopulmonar (RCP) y por un desfibrilador externo automático (DEA). La combinación de RCP y DEA tiene alta efectividad cuando es aplicada en los primeros minutos. Cada minuto que pasa en una víctima de muerte súbita sin asistencia adecuada significa la pérdida de un 10% de posibilidad de sobrevivir.
"Lo ideal es que en los primeros cuatro minutos luego de que se produjo el paro cardíaco alguien le haga RCP, y que antes de esos cuatro minutos llegue el rescatista con el desfibrilador. Así calculamos los dos minutos para llegar a cada lugar. Si se hace eso, se aumenta hasta un 80% la posibilidad de sobrevida, en el caso de una fibrilación ventricular (como le sucedió al atleta que falleció) o taquicardia ventricular", menciona Montaldo. En ese sentido, como parte del plan también se instruye a los auxiliares y voluntarios de la empresa que organiza la carrera.
"Como dicen todos los protocolos internacionales, el paro cardíaco se revierte en el lugar. Se estabiliza y se traslada. No se transporta a la persona sin haberla reanimado", aclara luego.
Las estadísticas marcan que en Argentina se mueren 40 mil personas por año por un paro cardíaco fuera del ámbito hospitalario. De esas 40 mil, 30 son deportistas. Pero el dato más sobresaliente es la poca instrucción de la población para hacer RCP: "Solamente el 10% de la gente dice estar entrenada o haber hecho el curso de RCP, que dura solo dos horas. Yo soy instructor desde el año 1999 y llevamos 250 mil personas entrenadas. Para nosotros es mucho, pero es un granito de arena en el desierto".
Para finalizar Montaldo comparte las innovaciones que probarán en la proximidad. "A partir del 9 de septiembre vamos a implementar un nuevo sistema. Es un reloj que lo lleva el rescatista y con el cual se puede hacer un electrocardiograma y se puede tomar la oximetría y la frecuencia cardíaca. Entonces, si vos ves algunos parámetros de alerta pero tenés dudas, le hacés apoyar los dedos en el reloj al corredor, el dispositivo le hace un electro y luego envía por celular los resultados a un médico. En tres o cuatro minutos ya sabemos si tiene algo cardíaco o no, sin necesidad de trasladarlo hasta la carpa médica o movilizar una ambulancia".
Por otra parte, estudiará el proyecto de alumnos de la Universidad Nacional del Litoral. "Ellos crearon un botón de pánico a través de una aplicación de celular. El corredor se descarga la app y cuando necesita ayuda u observa a alguien que necesita o ve una situación de peligro, por medio de esta marca y nos da la georeferenciación para no perder tiempo", concluyó.
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