El pasado domingo se llevó a cabo una nueva edición de los 21K de Buenos Aires. La famosa media maratón tuvo una gran concurrencia. La cita atrajo a más de 20 mil corredores que recorrieron las calles porteñas disfrutando de su actividad predilecta en medio de una gran fiesta. Sin embargo, el evento se empañó a pocos minutos de comenzado, cuando el santafesino Osvaldo Norberto Carrizo, quien corría con el dorsal 4150, se desplomó momentos después de iniciada la carrera.
El hombre se desvaneció a la altura del kilómetro 4, cerca de las 8 de la mañana. Lo socorrieron rápidamente. Al instante fue atendido por un cardiólogo y trasladado en una de las diez ambulancias que estaban distribuidas a lo largo del circuito hasta el hospital, adonde llegó siete minutos después.
Pero pese a la rápida atención, no pudo ser recuperado y falleció como consecuencia de un "paro cardiorrespiratorio, fibrilación venticular", explicaron desde la organización Ñandú en un comunicado.
Oriundo de la localidad de santafesina de Garay, Carrizo tenía 55 años. Era ingeniero civil y trabajaba en el Ministerio de Infraestructura de esa provincia. No tenía hijos y estaba en pareja con una mujer con quien compartía la afinidad por el running. Ella estuvo acompañándolo en la previa a la carrera.
Gustavo Cánepa, amigo a quien conocía desde 1983 cuando comenzaron a estudiar en la Universidad Tecnológica Nacional, cuenta que al corredor lo apasionaba el deporte. "Empezó a correr hace algunos años, pero no era un improvisado. Él era un deportista, que hasta hacía algunas carreras de triatlón (pruebas en las que también se incluyen el ciclismo y la natación)", comenta en diálogo telefónico con Infobae.
"Solía viajar y participar en muchas carreras. Iba junto a su grupo de running", agregó. Hasta abril, Carrizo formó parte del colectivo runner del gimnasio Kalos, equipo a cargo del profesor de educación física Horacio Pernicano, quien expresó a El Litoral: "Siempre digo que me gusta entrenar a los ingenieros porque son muy ordenados y responsables".
Precisamente, sus allegados destacaban el orden y la rigurosidad del atleta para manejarse, tanto en el ámbito laboral como en la preparación para cada carrera.
Para formar parte de la pedestre era obligatorio presentar el apto médico (análisis de orina, de sangre, ecocardiograma, ergometría y ecodoppler), requisito que por supuesto Carrizo cumplió. Autorizado por el médico cardiólogo Maximiliano D'Amelio, al momento del examen clínico (el 27 de julio) no presentaba ningún inconveniente de salud.
Según Pernicano, Carrizo también se había realizado los mismos controles a principios de año. En aquella ocasión para participar de una carrera en Chile.
Javier Mastropierro, director médico de la media maratón, explicó a este medio que durante la carrera estuvieron trabajando en conjunto con Emergencias Médicas y la Cruz Roja, que tenía siete puestos ubicados a lo largo de todo el recorrido (comenzó y terminó en la intersección de Figueroa Alcorta y Monroe, en el barrio de Palermo).
"Hay médicos y enfermería. Esta es además la primera carrera en la Argentina que es cardioprotegida, con lo cual hay distribuidos 37 desfibriladores en el circuito con voluntarios capacitados", había anticipado Mastropierro antes de la largada. Pero todos los chequeos necesarios y las medidas de prevención no bastaron para evitar la desgracia.
La Fundación Cardiológica Argentina señaló que los controles médicos precompetitivos y periódicos permiten detectar afecciones potencialmente mortales que impidan la realización de prácticas deportivas de alto rendimiento. "Sin embargo, a pesar de un estudio correcto, no todos los casos de muerte súbita pueden ser previstos y evitados", precisó.
Desde el entorno deslizaron que Carrizo había realizado la entrada en calor y los movimientos precompetitivos con absoluta normalidad. No observaron ningún inconveniente. "Comenzó la media maratón como siempre, corriendo lento y recién iba por el kilómetro 4, una distancia corta para un corredor entrenado, cuando se desplomó", sostuvo Pernicano.
"Me enteré en las redes sociales y no lo podía creer. El recuerdo que me queda es el de su solidaridad y compañerismo. Y de que era una persona muy capaz intelectualmente. Tenía uno de los mejores rendimientos académicos", recordó Cánepa. En las cuentas de distintos grupos de runners de Santa Fe también lo despidieron definiéndolo como una "excelente persona y corredor motivacional".
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