Vive de su trabajo como empleado de una escuela en Japón. Los ingresos los obtiene producto del desempeño como conserje de un centro educativo de la ciudad de Saitama. Pero su verdadera dedicación es otra, muy diferente a la mencionada ocupación laboral. Su deseo, su pasión, no pasa por el oficio que le demanda 40 horas semanales. Él solo piensa en correr.
Yuki Kawauchi es un atleta de 31 años que se convirtió en un fenómeno mediático que excedió las fronteras del país asiático. Apodado el "citizen runner" (corredor ciudadano), es un hombre dispuesto a la aventura, que no tiene recaudos en exponer su físico a pruebas exigentes para un aficionado, duplicando -y hasta triplicando- la performance anual de un profesional.
Considerado el mejor corredor amateur del mundo, la máxima gesta de Yuki es desafiar el calendario de la élite. Hace al menos diez maratones por año, una frecuencia inusitada para el ambiente profesional, que rara vez supera los tres o cuatro al año. Corre más que nadie. Y lo hace solo por el placer de practicar la actividad.
Además de su capacidad para sostener la doble rutina, Kawauchi revolucionó el concepto de deportista de alto nivel con otras costumbres: por ejemplo, no acepta los aportes de patrocinadores, no tiene entrenador y se ejercita -si puede- solo una vez al día. "Quiero mantener mi independencia, correr donde quiero y cuando quiero", aduce.
Cuando viaja para competir, Yuki lo hace a cuenta de días de vacaciones. Lo invitan a más de 100 carreras por año, pero él acepta sólo las que se ajustan a su propio calendario, definido por los permisos que le brindan en su trabajo. Todos quieren tener la imagen de dolor que expresa en los metros finales de cada carrera y que tanto atrae a la prensa.
Aunque en el historial personal siguió una trayectoria más apegada a lo tradicional, ya en el "campo" de juego el nipón siempre trata de imponer su estilo. Como cuando completó una media maratón vestido de traje.
Aquella singular ocasión es uno de los momentos más recordados, ya que taviado de pantalón, camisa, corbata, chaleco y chaqueta, mostró su faceta más extrovertida y completó la media maratón Kuki de Saitama, finalizando con 1h 06:42, un tiempo que habría sido reconocido como récord Guinness (el registro actual es 1h 24:41), si la prueba hubiese estado oficialmente registrada.
La inclinación de Kawauchi por el deporte se remite a su infancia. Desde pequeño practicaba recorridos de trayectos a pie en Setagama, un barrio de Tokio, y su localidad natal. El debut en pruebas de calle fue en 2009, en la maratón de Oita, donde registró una valorable marca de 2h 19:26, que le valió el vigésimo puesto.
Precisamente los tiempos logrados son un fiel reflejo de su talento: en 77 oportunidades bajó de las dos horas y 20 minutos, siendo su más destacada marca las 2h 08:14, registrada en Seúl, en 2013.
Actualmente lleva 81 maratones, en las que se impuso en 31 ocasiones. Su año más productivo fue en 2014, cuando compitió en trece ocasiones. El año pasado apenas bajó la cantidad: fue una docena en total. Y en este 2018 ya lleva cuatro. El próximo gran objetivo que tiene agendado es Estocolmo (el 2 de junio). Pero antes planea unirse a cuatro media maratones: Gifu, Saitama, Hokkaido e Iwate.
Con esta larga lista de pergaminos se anotó en la maratón de Berlín, una de las seis grandes citas de la temporada. Y contra todo pronóstico se coronó cortando la hegemonía africana, quienes reinaron la competencia -excepto en 2001 y 2014- desde 1991.
Se impuso entre los más de 30 mil atletas inscriptos, muchos de ellos persona que viven del deporte, que entrenan dos veces al día, que descansan, que tienen asistencia psicológica, médica, nutricional. Venció a los keniata y etíopes, que parecían indestronables. Una hazaña por la que nadie hubiera apostado. Solo Yuki.
Tras la coronación ahora piensa renunciar a su empleo. Kawauchi se embolsó 150 mil dólares, un dinero que cree le ayudará para cumplir el propósito de ser profesional. No obstante, tiene pensado continuar un año más con su trabajo actual, para estar presente en la escuela en el año de su centenario.
Con la idea de dedicarse exclusivamente a la actividad, el sueño de Kawauchi pasa por representar a su país en los próximos Juegos Olímpicos de Tokio 2020. No será algo nuevo, ya que defendió los colores de su nación en tres mundiales de atletismo: participó en las ediciones de 2011 (en Daegu, culminó 17º), 2013 (en Moscú, acabó 18º) y 2017 (en Londres, finalizó 9º). Igualmente, tiene antecedentes de haber superado retos más complejos como para lograrlo.
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