El 18 de abril de 1897 John Graham, manager del equipo olímpico de Estados Unidos en Atenas y miembros de la Asociación Atlética de Boston, consumó junto a Herbert Holton, un hábil hombre de negocios, la idea que comenzaron a concebir un año atrás, cuando asistieron primera edición de los Juegos Olímpicos de la era moderna, celebrados en Atenas.
El máximo evento deportivo cautivó a ambos emprendedores y les sirvió de inspiración para crear la Boston Marathon, tras preguntarse por qué no tener un atractivo similar en su ciudad. En consecuencia, nació la mítica carrera, que en la cita inaugural contó con 15 corredores, de los que apenas una decena pudo completar la prueba.
Siguieron 120 ediciones ininterrumpidas, siendo la única maratón que atravesó conflictos bélicos mundiales, crisis financieras o la Guerra Fría, entre otros contextos históricos y político-económicos. Únicamente en 1918, la Primera Guerra Mundial obligó a modificar el recorrido histórico de 42 kilómetros por una prueba de relevos protagonizada por militares.
Fueron épocas que dejaron miles de historias, algunas curiosas, como cuando Rosie Ruiz hizo trampa y durante la carrera tomó el metro para saltarse varios tramos y unirse al recorrido a 1,6 km de la meta; otras más dramáticas, como la del atentado en 2013, que dejó tres víctimas mortales y 264 heridos. Y entre ellas, uno de los momentos insignia está grabado en la foto del 19 de abril de 1967.
La imagen registrada en aquella ocasión gráfica el momento social contemporáneo: un hombre tratando de sacar por la fuerza a una mujer, intentando impedir que no forme parte del colectivo que compite.
El agresor es Jock Semple, el director de la carrera estadounidense; la mujer, Kathrine Switzer, una joven que se convirtió en un símbolo en la lucha por los derechos de la mujer. "Sal de mi carrera y entrégame tu camiseta", fue el crudo grito del organizador para echar entre empujones a Switzer, quien se había inscrito con sus iniciales para evitar la prohibición.
Pero con solo 20 años, la estudiante de periodismo mostró una templanza ejemplar para desafiar a los conceptos predominantes en la sociedad y derrumbar los límites impuestos para el género, diferencias que se repetían en cualquier estrato social y en cualquier contexto, desde lo laboral hasta lo deportivo.
Desde entonces, Switzer se erigió como un símbolo de la lucha por los derechos de las mujeres. Fue protagonista vital para que, en 1972, dieran vía libre para la inclusión de la rama femenina. No obstante, cabe destacar que no fue la primera mujer en participar en la competencia. La merecida mención es para Roberta Louise Gibb, quien lo hizo un año antes.
El tiempo fue adaptando y concienciando las ideas de los organizadores, que se fueron aggiornando a la realidad actual. Tanto es así que, por primera vez, la carrera acepta la identidad de género y no considera el sexo asignado al nacer. De esta manera, se suma a la iniciativa que adoptaron otras grandes citas del calendario como Nueva York, Chicago, Berlín y Londres.
La medida motiva y anima a todas las personas a practicar deporte sin miedo a encontrarse con barreras a la hora de registrarse. "Muchos miembros de la comunidad LGBT han tenido que pasar por mucho en los últimos años, y nosotros no vamos a formar parte de ello", apuntó Tom Grilk, jefe de la Asociación Atlética de Boston.
La implementación fue muy bien recibida, a pesar de algunos cuestionamientos de quienes consideran que los atletas transgénero cuentan con ventaja deportiva al tener mayores índices de testosterona en su cuerpo. Al margen de esto, para la nueva edición ya hay cinco inscriptas, que como condición deben contar con la documentación del cambio de identificación.
Una de ellas es Amelia Gapin, de 35 años. Es quizá la más reconocida, ya que en julio de 2016 fue portada de la revista estadounidense Women's Running tras correr en la maratón de Chicago (había participado en 2012 pero en la categoría masculina). Oriunda de Jersey City, Nueva Jersey, decidió realizarse la operación de reasignación de género para competir en Boston como "una mujer más".
Son tres las que confirmaron su presencia. También estará Stevie Romer, de 53 años y nacida en Woodstock (Illinois), quien asegura nunca más correrá una maratón en la rama masculina porque "es humillante y doloroso". Y la restante será Grace Fisher, quien nació en Hancock, Maryland, hace 37 años. Ella, por su parte, ya tiene experiencia en Boston: participó en 2014, aunque en aquella ocasión todavía no había cambiado de identidad. En tanto, no aseguraron su asistencia Erin Taylor y Stevie Romer.
Hace cinco décadas, la maratón de Boston no permitía mujeres. Mañana, en la 121 edición, se esperan cinco atletas transgénero. Todas ellas, o las que participen, harán historia. Y marcarán el rumbo para las generaciones venideras.
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