El Staphylococcus aureus es uno de los patógenos más peligrosos para la salud pública. Es el responsable de generar infecciones severas como sepsis y síndrome de choque tóxico, además de resistir múltiples tratamientos antibióticos.
Por sus características, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo clasificó como de alta prioridad por su impacto en hospitales y entornos vulnerables, donde representa un riesgo crítico debido a su capacidad para resistir los medicamentos actuales. Durante décadas, esta bacteria esquivó los intentos de desarrollar una vacuna efectiva, pero un grupo de investigadores logró identificar cómo evade las defensas del cuerpo humano.
En dos estudios publicados en Journal of Clinical Investigation y Nature Communications, científicos de la Universidad de California en San Diego, liderados por el doctor George Liu, revelaron el mecanismo que le permite a esta bacteria neutralizar al sistema inmunológico.
Los hallazgos demostraron que el S. aureus utiliza la proteína IL-10 para bloquear los anticuerpos y las células T auxiliares, componentes esenciales en la defensa contra infecciones. Dicho de otra manera, es como si el patógeno conociera los puntos débiles del cuerpo y desactivara sus herramientas de defensa antes, incluso, de que puedan actuar.
Una revisión sistemática, publicada en 2022 en la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, reveló la magnitud del problema. Según la investigación, la bacteriemia por Staphylococcus aureus (presencia de bacterias en la sangre que puede derivar en complicaciones graves como sepsis) afecta entre 9,3 y 65 personas por cada 100.000 habitantes al año, con mayor incidencia en hombres y en personas de entre 62 y 72 años. Este avance, y sus implicancias, ofrece una esperanza real en la lucha contra este patógeno y otras bacterias resistentes.
Staphylococcus aureus: el desafío inmunitario y los fracasos de las vacunas
El S. aureus es un desafío sin resolver para la salud pública. Durante años, sus mecanismos para burlar al sistema inmunitario y frustrar las vacunas han desconcertado a los investigadores. Este microorganismo, presente en el cuerpo humano desde edades tempranas, logra engañar a las defensas naturales y establecer un patrón que deja al organismo sin recursos efectivos para combatirlo.
“Para que una bacteria pueda vivir fácilmente en nuestra nariz e intestino, necesita desarrollar una estrategia que amortigüe eficazmente la respuesta inmunitaria para poder sobrevivir”, destacó Liu.
Sin embargo, estos recientes estudios lograron identificar el truco que utiliza la bacteria: demostraron que bloquea las funciones clave del sistema inmunitario a través de la proteína IL-10, capaz de anular las células B encargadas de producir anticuerpos.
Según los autores, esta proteína induce una acumulación anómala de ácido siálico (una suerte de azúcar) en los anticuerpos, lo que “neutraliza su capacidad para eliminar al Staphylococcus aureus”.
Pero el daño no termina ahí. Los hallazgos también mostraron que la IL-10 bloquea la acción de las células T auxiliares (CD4+), que coordinan las defensas del organismo. Al mismo tiempo, interrumpe la producción de IL-17A, una señal que actúa como una llamada de auxilio para atraer a otras células inmunitarias, como los neutrófilos, que son los encargados de atacar y eliminar bacterias, como S. aureus.
Sin esta señal, el cuerpo no organiza una defensa eficaz, lo que permite que la bacteria se multiplique sin encontrar resistencia. Los investigadores demostraron que bloquear la acción de IL-10 durante la vacunación permite que las células B produzcan anticuerpos efectivos.
Al eliminar la interferencia de esta proteína, los anticuerpos recuperaron su capacidad para reconocer y atacar al patógeno. Como señalaron los autores del estudio, “el mismo tipo de vacuna que antes no funcionaba, ahora logra proteger completamente a los modelos animales”.
Esta habilidad para sabotear el sistema inmunitario también explica el fracaso de múltiples vacunas. Durante el estudio, los investigadores observaron cómo el S. aureus manipula el sistema inmunitario desde etapas tempranas, lo que deja una “memoria defectuosa” en las defensas del organismo. Esta programación ineficaz reaparece en futuros encuentros con la bacteria o incluso durante la vacunación, limitando cualquier respuesta protectora.
Innovaciones en la lucha contra un patógeno evasivo
Tras identificar cómo el S. aureus manipula el sistema inmunitario, los investigadores abrieron una nueva puerta para combatir al patógeno, ya que no solo exponen el mecanismo que anula la defensa natural del cuerpo, sino que también muestran estrategias concretas para restaurar la eficacia de las vacunas.
En ese sentido, el estudio publicado en Journal of Clinical Investigation, el equipo demostró que bloquear la acción de IL-10 durante la vacunación permite a las células B producir anticuerpos efectivos. Al eliminar la interferencia de esta proteína, los anticuerpos recuperaron su capacidad para reconocer y atacar al patógeno.
Por otro lado, el trabajo en Nature Communications se centró en cómo reactivar la respuesta de las células T auxiliares (CD4+) y descubrieron que añadir adyuvantes específicos durante la vacunación estimula la producción de IL-17A. En palabras de Irshad Hajam, primer autor del estudio en Nature, fue una sorpresa comprobar que esta estrategia volvió eficaz una vacuna fallida, si no que “también funcionó con varias otras vacunas fallidas contra S. aureus”.
Estos hallazgos tienen implicaciones importantes no solo para el Staphylococcus aureus, sino también para otros patógenos capaces de anular las respuestas inmunitarias. Los investigadores sugieren que estrategias como bloquear IL-10 o potenciar la acción de las células T auxiliares podrían aplicarse en vacunas que han fallado en ensayos clínicos previos.