En el mundo, el dengue y otras enfermedades como el chikungunya y el zika, transmitidas por mosquitos, generan un gran desafío para la salud pública. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) informó que entre el 1 de enero y el 14 de septiembre de 2024 (SE 1 a SE 37), se registraron más de 11,8 millones de casos sospechosos de dengue en la Región de las Américas, lo que significa un aumento del 221 % respecto al año anterior. Un estudio, publicado en la revista Nature por investigadores de la Universidad de Yale, presentó un enfoque prometedor para reducir la incidencia de estas enfermedades.
Los científicos analizaron cómo los Aedes albopictus, conocidos comúnmente como el mosquito tigre asiático, un zancudo invasivo que actúa como vector de dengue y chikungunya, perciben y responden a distintos estímulos gustativos. En ese sentido, descubrieron que responden de manera distinta a compuestos como azúcares y sustancias amargas, e identificaron señales que pueden activar o inhibir su comportamiento de picar, lo que abre la posibilidad de desarrollar nuevos métodos para evitar las picaduras.
Esta situación en Argentina, según el Boletín Epidemiológico Nacional hasta el 5 de octubre, afectó a casi 600 mil casos de dengue, con 188 mil confirmados por laboratorio y un total de 756 mil notificaciones. Pese a que el mayor responsable de esta epidemia es el Aedes aegypti, los resultados del estudio de Yale podrían tener implicaciones significativas, ya que el conocimiento de las preferencias de los Aedes albopictus podría ayudar a desarrollar estrategias para evitar las picaduras, esencial para la salud pública.
Qué encontraron los expertos de la Universidad de Yale
El equipo de la Universidad de Yale, dirigido por el profesor John Carlson, investigó cómo los Aedes albopictus perciben diversos compuestos gustativos y cómo esto influye en su comportamiento de picar, alimentarse y poner huevos. “Este mosquito es capaz de transmitir enfermedades como el dengue y el chikungunya, y podría convertirse en un problema aún mayor en el futuro”, afirmó el científico.
El estudio exploró 46 compuestos diferentes, entre ellos azúcares, sales y sustancias amargas, para observar las respuestas de las neuronas en el órgano del gusto del mosquito. Los resultados de esta investigación revelaron que algunos de estos, como los azúcares, activan de manera notable las neuronas, mientras que otros, como ciertas sustancias amargas, inhiben su actividad.
En ese tono, Carlson señaló que “hemos realizado muchas investigaciones sobre el gusto en la mosca de la fruta, y no habíamos observado este tipo de inhibición tan extendida en moscas”, dijo el experto a modo de comparación. Sin embargo, al centrarse en el zancudo, este hallazgo indica que los mosquitos poseen una capacidad ampliada para distinguir una gran variedad de sabores, lo que les permite identificar distintas fuentes de alimento.
Los investigadores analizaron también cómo los diferentes compuestos afectaban el comportamiento de los Aedes albopictus. Observaron que algunos compuestos amargos disminuían la tendencia de los mosquitos a alimentarse, mientras que otros no influían en la postura de huevos. Además, ciertos aminoácidos y sales presentes en el sudor humano, por separado, no generaban un aumento en las picaduras, pero combinados sí incrementaban esta conducta.
Lisa Baik, autora principal del estudio, explicó en un comunicado de prensa que “hay muchos lugares en la naturaleza con sal y aminoácidos, pero los humanos tienen ambos juntos en su piel. Tal vez el mosquito identifica esta combinación y reconoce nuestra piel como un buen lugar para morder”. Otro hallazgo relevante del estudio mostró que estos insectos demostraban una preferencia marcada por ciertas muestras de sudor humano, lo cual podría explicar por qué algunas personas son más propensas a ser picadas.
Es por eso que Carlson comentó: “Pensamos que esto podría ser parte de la razón por la cual algunos de nosotros somos más atractivos para los mosquitos”. La investigación sugiere que esta información podría utilizarse para identificar compuestos que resulten menos atractivos para los zancudos y así evitar que piquen a las personas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) subraya la importancia de adoptar medidas de prevención para controlar el dengue, especialmente en regiones donde la enfermedad es endémica. El control de la población de mosquitos, como el Aedes albopictus, resulta esencial para reducir la transmisión de este virus.
Lo cierto es que, entre las recomendaciones más efectivas, se encuentra la eliminación de criaderos, evitar el agua estancada que facilita la reproducción de estos insectos, el uso de repelentes, usar ropa que cubra la mayor parte del cuerpo y mosquiteros en puertas y ventanas. Estas medidas de protección individual y comunitaria son clave para disminuir el riesgo de contagio y la propagación del dengue.
Es que el dengue puede progresar a una forma grave conocida como fiebre hemorrágica del dengue, que puede causar hemorragias internas y shock. En este contexto, el conocimiento de los mecanismos gustativos de los mosquitos, como lo revelado por la investigación de Yale, podría ser determinante para el desarrollo de nuevas estrategias de control, además de que la posibilidad de identificar compuestos que interfieran con la percepción de los mosquitos abre la puerta a formas novedosas de protección.
En palabras de Carlson, “nuestro estudio podría ser útil para identificar compuestos que nos protejan de las picaduras de mosquitos de una manera completamente nueva”. La identificación de estos compuestos podría cambiar la manera de abordar la prevención de enfermedades transmitidas por mosquitos, especialmente en regiones donde el dengue y el chikungunya tienen un impacto significativo en la salud pública, ya que este aspecto podría facilitar el desarrollo de sustancias que eviten sus picaduras, y así reducir la carga de enfermedades en el planeta.