Dos científicos argentinos, especialistas en Ciencias del Mar y de la Atmósfera recibieron hoy el galardón principal y la categoría estímulo del Premio Fundación Bunge y Born 2024 durante una ceremonia que tuvo lugar en el Palacio Libertad (ex CCK).
Alberto Piola, profesor en Oceanografía, recibió el Premio Fundación Bunge y Born, y Juan Rivera, Doctor en Ciencias de la Atmósfera y los Océanos, fue distinguido con el Premio Estímulo. Ambos fueron reconocidos por destacarse en una de las disciplinas más importantes que hoy existen para monitorear y pronosticar el comportamiento de los océanos y la atmósfera, una tarea fundamental y urgente frente a los problemas actuales del cambio climático. Comprender y analizar los distintos fenómenos climáticos, monitoreando y pronosticando su comportamiento hoy en día, es vital para anticipar los impactos negativos y aprovechar las oportunidades que éstos pueden generar.
La atmósfera y los océanos generan el clima del Planeta Tierra, por ejemplo, el 50% del oxígeno lo producen las plantas marinas, el otro 50% las plantas continentales, por lo que posibilitan la vida de las personas y los ecosistemas naturales. Por eso, en las últimas décadas, la investigación relacionada con el cambio climático ha fortalecido el desarrollo de esta temática y ha permitido generar más desarrollo productivo de las tierras e inclusive, salvar miles de vidas.
Tal como había informado Infobae, los jurados dieron a conocer en julio pasado que el ganador del Premio Fundación Bunge y Born 2024 en Ciencias del Mar y la Atmósfera fue el profesor Alberto Piola, dedicado a la Oceanografía Física y, especialmente, al estudio de las corrientes oceánicas y las masas de agua, tanto a nivel regional como global. Su trabajo más destacado consiste en un detallado análisis de información hidrográfica histórica de la plataforma del Océano Atlántico Sudoccidental, que por primera vez puso de manifiesto la conexión entre la circulación de la región costera de Sudamérica con el océano profundo.
En tanto, el ganador del Premio Estímulo 2024 fue el Doctor en Ciencias de la Atmósfera y los Océanos Juan Rivera, quien se ha posicionado como un referente en el estudio de la variabilidad y el cambio climático y sus impactos regionales, en particular en la región de los Andes centrales. Sus trabajos más relevantes abordan las sequías hidrológicas y su impacto en la disponibilidad de agua para los próximos años en las regiones de Cuyo y norte de Patagonia, donde se realizan diversas actividades productivas. Además, a través de uno de sus últimos artículos se conoció que las olas de calor extremas que se registraron en el verano de 2022-2023 en el centro de Argentina podrían atribuirse en gran parte al cambio climático antropogénico (actividades producidas por el ser humano).
La ceremonia de premiación se llevó a cabo esta noche, con la conducción de la periodista Carolina Amoroso. Para abrir el acto dirigió unas palabras Jorge Born, presidente de la Fundación Bunge y Born, quien destacó la urgencia de tomar conciencia sobre la crisis medioambiental y la importancia de la ciencia para enfrentar estos desafíos. Subrayó el aumento de los niveles oceánicos en 15 cm en los últimos 30 años y calificó la situación como una “catástrofe existencial” para la humanidad. Además, señaló el compromiso de la fundación con la sostenibilidad y el apoyo a la ciencia, a la vez que enfatizó que el progreso científico debe ser un pilar del consenso social argentino.
Born también recordó la figura de Bernardo Houssay, fundador del CONICET, y subrayó la necesidad de defender su legado para asegurar el futuro de la ciencia en Argentina. Reiteró la importancia de la filantropía y la solidaridad para impulsar una nación “más justa y equitativa” y destacó que la respuesta ante los desafíos debe ser “más ciencia, más solidaridad y más tolerancia”.
Luego dirigieron unas palabras ambos premiados y cerró el acto el director Ejecutivo de la Fundación Bunge y Born, Gerardo Della Paolera, quien destacó los logros de ambos científicos galardonados, quienes “representan con creces la excepcionalidad científica de Argentina”, la cual ha sido el resultado de un desarrollo de muchas décadas. Asimismo, subrayó el enorme esfuerzo que implicó la creación de una masa crítica de científicos en el país.
Al cerrar sus palabras se refirió a la innovación archivística que está introduciendo la Fundación al anunciar el inicio de un proyecto relacionado con el archivo del Premio Fundación Bunge y Born, que contará con la colaboración voluntaria de todos los distinguidos en estos 64 años. El objetivo de este proyecto es “sistematizar y preservar la memoria de los científicos premiados” y brindar, además, un espacio para la reflexión sobre su impacto en la ciencia argentina. La intención es “construir un legado accesible” que pueda ser “aprovechado por las futuras generaciones”.
Quién es el doctor Alberto Piola
El Piola al manifestar su emoción ante el Premio, en diálogo con Infobae, afirmó: “Me siento profundamente halagado y agradecido por esta distinción que desde su inauguración en 1964 distinguió a las personalidades más destacadas de la ciencia argentina. La oceanografía experimental es un esfuerzo colectivo, imposible de abordar sin infraestructura que brindan las instituciones, laboratorios, buques de investigación y expertos capaces de emplear eficientemente estos medios tecnológicamente avanzados. Por lo tanto, inmediatamente después de enterarme sobre el premio pensé en el gran número de colegas, alumnos, técnicos y gente de mar, que a lo largo de los años permitieron el avance del conocimiento del mar. Naturalmente, también pensé en mi familia, que me acompañó a través de los años, soportando largas ausencias y fines de semana dedicados al trabajo”.
El doctor Piola manifestó su agradecimiento a la Fundación Bunge y Born “por seleccionar a las Ciencias del Mar y de la Atmósfera para los premios 2024. La visibilización de estas actividades y de su relevancia para la sociedad es muy importante”.
Piola es Licenciado en Oceanografía en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (1975), Profesor Emérito en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN/UBA) y Dr. Honoris Causa por la Universidad Nacional de Mar del Plata e investigador del Instituto Franco-Argentino sobre Estudios de Clima y sus Impactos, CONICET-UBA (Argentina)/CNRS-IRD (Francia).
—¿Cómo ha evolucionado la comprensión de las corrientes oceánicas en Sudamérica desde sus primeros estudios hasta hoy, y qué desafíos científicos enfrenta en esta área actualmente?
—En estos años el avance en la comprensión de los procesos que gobiernan las corrientes ha sido enorme. En primera instancia se desarrollaron modelos numéricos idealizados capaces de reproducir las características básicas de la circulación tridimensional. El desarrollo de sensores montados en satélites (temperatura, altura de la superficie del mar, color, salinidad, entre otros) brindó una base de observaciones de las características de la superficie sin precedentes.
Los modelos más modernos incluyen forzantes realistas, como la descarga de los ríos, el efecto de las mareas, el viento y los intercambios de calor con la atmósfera. Algunos de estos modelos asimilan los datos satelitales y por lo tanto presentan rasgos muy realistas de la circulación. Durante las últimas décadas también se han llevado a cabo mediciones in-situ que permiten calibrar y corroborar la performance de los modelos. Este conjunto de datos y modelos permitió detectar las áreas de influencia de las diferentes masas de agua, sus variaciones espacio temporales y las causas más probables que producen esos cambios.
Todavía son muy escasas las observaciones subsuperficiales, que sólo están disponibles en unos pocos lugares, o son llevadas a cabo muy esporádicamente. El avance tecnológico permitirá el desarrollo de mejores modelos, con mejor resolución espacial, pero al mismo tiempo será necesario verificar su performance en las capas subsuperficiales y profundas, que no pueden ser observadas desde satélites. A escala global, para el océano profundo, existen estrategias diseñadas para observarlo. Sin embargo, en los mares territoriales cada país deberá implementar sistemas de monitoreo del océano subsuperficial. Sin esta información no será posible detectar los cambios, evaluar su posible impacto en los ecosistemas y los recursos oceánicos, y entender las causas que los producen. Esta información es esencial para implementar modelos de proyección de la evolución futura del ambiente marino.
—Su trabajo demostró por primera vez la conexión entre la circulación costera y el océano profundo en la plataforma del Atlántico Sudoccidental. ¿Qué implicancias tiene este descubrimiento para la biodiversidad y la pesca en la región?
—En general las plataformas continentales albergan una mayor concentración de especies marinas porque allí encuentran aguas más ricas en nutrientes para el crecimiento de las plantas marinas que son la base de la trama alimentaria. Las plataformas también brindan refugios donde desovar y aptos para el desarrollo de larvas y juveniles.
Consecuentemente las plataformas también albergan especies de interés comercial y concentran mayor actividad pesquera que el océano abierto. Por lo tanto, el intercambio de aguas entre la plataforma continental y el océano adyacente impacta sobre el desarrollo y la abundancia de las especies. Además, por la influencia de los ríos, y porque su menor profundidad permite una más intensa interacción con el fondo, las plataformas presentan propiedades diferentes. El intercambio permite que las características de las aguas de la plataforma se transfieran al océano profundo, impactando en sus propiedades ópticas, biogeoquímicas.
Quién es el doctor Juan Rivera
Juan Rivera también habló en forma exclusiva para Infobae y coincidió en que “es un orgullo recibir el premio estímulo 2024 de la Fundación Bunge y Born. Es uno de los premios científicos más importantes del país. Me saludaron colegas de Brasil, Colombia, México, lo cual da cuenta de que es un premio de relevancia a nivel continental. Tengo la suerte de que este año hayan elegido a las Ciencias del Mar y la Atmósfera como la disciplina a premiar y que de todos los investigadores jóvenes en la temática, que son muchos y tienen una trayectoria de altísimo nivel, me hayan elegido a mí. Imagino que los miembros del jurado tuvieron una tarea difícil”.
“También pone en valor las investigaciones que se llevan a cabo en el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA), que apuntan a conocer los procesos hidroclimáticos en la Cordillera de los Andes en un contexto de cambio climático”, agregó el Doctor en Ciencias de la Atmósfera y los Océanos por la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador Independiente del (CONICET), que trabaja en el IANIGLA de Mendoza.
—Sus estudios sobre sequías en la región de Cuyo y el norte de la Patagonia son clave para la gestión del agua. ¿Qué medidas urgentes se deberían tomar para mitigar los impactos de la escasez hídrica en estas zonas productivas?
—Si miramos los últimos 15 años aproximadamente, en relación a los recursos hídricos hay un predominio de condiciones deficitarias, lo cual es consecuencia de un cambio en los patrones de circulación atmosférica que dieron como resultado inviernos con menor acumulación de nieve.
Las proyecciones futuras muestran una continuidad de este patrón de déficit en las precipitaciones, lo cual está estrechamente ligado al escenario de emisiones de gases de efecto invernadero considerado: los escenarios con mayores medidas de mitigación (reducción de emisiones de GEI) proyectan reducciones más moderadas, mientras que los escenarios más pesimistas indican un déficit que podría comprometer el desarrollo socioeconómico regional tal como lo conocemos hoy.
Hay interés por parte de los organismos de gestión de agua en Cuyo y Patagonia en conocer estos escenarios y avanzar en el desarrollo de planes para la reducción de los impactos, porque saben que el cambio climático ya llegó y está afectando en mayor o menor medida la disponibilidad de agua. Por ejemplo, los embalses en la región del Comahue generan entre 10 y 15% de la matriz energética nacional, frente a un escenario futuro de mayor demanda energética y escasez de agua habrá un impacto a nivel país.
—Como autor principal en el Sexto Informe del IPCC, ¿qué lecciones clave se pueden aplicar a la región andina y a la Argentina toda para adaptarse a los efectos del cambio climático en los próximos años?
—Creo que es necesario apuntar tanto a la adaptación como a la mitigación. Las proyecciones climáticas futuras se construyen a partir de escenarios, en los que se asume hacia dónde va a ir el mundo en materia de desarrollo social y económico.
Algunos de esos futuros incluyen medidas de mitigación rápidas y efectivas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a escala global de forma tal de evitar procesos de irreversibilidad como desaparición de glaciares, lo cual toma relevancia considerando la Cordillera de los Andes. Para que los futuros optimistas existan, deben establecerse las políticas de estado que apunten a la acción climática necesaria.
En materia de adaptación, la región andina debe prepararse para un déficit proyectado en los recursos hídricos, con lo cual es necesario realizar mejoras en los sistemas de distribución de agua para mejorar la eficiencia hídrica, así como también obras de infraestructura que permitan abordar un futuro con más escasez y más riesgo de eventos de lluvia extremos.
El jurado
La Fundación Bunge y Born conforma cada año un Comité de Selección y un Jurado, integrado por destacados científicos a nivel nacional e internacional, para definir a los premiados en cada categoría. El comité elabora una terna de candidatos para cada una, a partir de las cuales el jurado escoge a quienes, indiscutiblemente, se destacan en esa rama científica en el país. Es importante subrayar que, tanto los premiados como el resto de la comunidad científica, desconocen quienes compiten por el premio.
Este año el jurado estuvo conformado por el doctor Gustavo Ferreyra (Centro Austral de Investigaciones Científicas - CADIC - CONICET), como presidente y Elie Poulin (Université Montpellier II, Profesor Asociado Universidad de Chile) como vicepresidente.
Los vocales, en tanto, fueron: Carlos Balseiro (Universidad Nacional de Cuyo, CNEA, CONICET, Premio Fundación Bunge y Born, 2017 en Física); Humberto González (Universidad Austral de Chile, Centro Fondap IDEAL); Gustavo Goñi (División Oceanografía Física, Director, retirado/NOAA Atlantic Oceanographic and Meteorological Laboratory, Miami, FL, USA); Enrique Montes (NOAA Atlantic Oceanographic and Meteorological Laboratory, U. Miami/Cooperative Institute for Marine & Atmospheric Studies - CIMAS) y María Vernet (Scripps Institution of Oceanography, USA).