Daniel Salamone es la síntesis perfecta de un investigador apasionado por lo que hace. Casi sin límites, las quimeras transgénicas para nuevos animales que él creó en su mente brillante las enseña y transmite a sus alumnos con dedicación, por eso es considerado un mentor decidido en lograr lo que quiere, avanza. Su extensa carrera nace del riñón del sistema científico argentino -casi atrincherado en el campo de la Facultad Agronomía de la UBA-: investigación básica, becas y doctorados en el exterior, posdoctorados, y luego la búsqueda de inversiores para financiar sus proyectos científicos desde Argentina hacia el mundo. Algo -o todo- de su propia historia la quiere replicar para la ciencia nacional.
Experto en clonación animal, transgénesis -animales editados genéticamente- y biotecnología, hoy el nombre de Salamone, quien es amigo y el máximo referente científico del presidente electo Javier Milei, suena fuerte para ocupar la presidencia del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y del área de Ciencia de la Nación.
Salamone se animó a formatos y alianzas para buscar financiamiento en ciencia poco habituales. Desde hace años, es creador de puentes para empujar la busqueda de capitales que financien proyectos científicos que requieren equipos de investigación, insumos y tiempo. Los piensa con el mismo ADN de los unicornios tecnológicos: a través de la creación de startups made in Argentina, capitales mixtos y conexión y alianzas con fondos de inversión internacionales. Poca o escasa mención al rol de Estado en este camino practivo de proyectos en la ciencia.
Médico veterinario recibido en la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador del Conicet, se doctoró en biotecnología y biomedicina en la Universidad de Massachusetts, Estados Unidos. Actualmente dirige el Laboratorio de Biotecnología Animal de la Facultad de Agronomía de la UBA, el centro neurálgico de su carrera donde mantuvo una extensa y sincera charla con Infobae.
Sin mediar pregunta, Salamone disparó a Infobae, “invito a los científicos argentinos a transformar el conocimiento en inversión”, uno de sus postulados que repite como un mantra para enmarcar las decisiones que se deberán tomar sobre el sistema científico local. “Es insolayable para cualquier planificación que se emprenda en ciencia, el considerar que en la Argentina existe un 40% de pobreza que no para de crecer”, agregó.
Salamone es un referente indiscutido en el mundo en reproducción asistida de animales en la Argentina y en el mundo. Hace 20 años lideró el equipo que creó a Pampa, la primera ternera clonada de Argentina a través células fetales. Y recientemente logró un importante avance en el campo de la genética, al producir cinco cerdos con ediciones genéticas específicas (método CRISPR y otros). Y abre el camino al futuro de los xenotrasplantes, el trasplante de células, tejidos u órganos entre especies filogenéticamente diferentes. El científico argentino y su equipo utilizan las técnicas de clonación en bovinos, y otras especies como caballos, ovejas, cabras, cerdos, cebras y felinos.
Salamone señala que su visión está puesta en un nuevo modelo de hacer ciencia, pondera el Conicet como el organismo de investigación más prestigioso de Latinoamérica aunque asegura que está perdiendo la carrera en innovación y publicación de papers frente a otros países de la región. “Nos pasó Chile y Colombia en estos dos campos”.
Startups made in Argentina
El universo científico que imagina Salamone incluye a la ciencia básica, pero apuesta con fuerza a la innovación, un área que considera una cuenta pendiente en nuestro país, por eso se inclina por un formato que haga surgir startups made in Argentina, con científicos que no se aíslen en laboratorios y simposios, sino que establezcan vínculos con inversores para vehiculizar sus proyectos. Y volverlos hechos posibles y exitosos.
El Conicet fue creado en 1958 y su primer director fue el Premio Nobel Bernardo A. Houssay. En la actualidad, cuenta con una planta de más de 28.000 personas, compuesta por 11.800 investigadores, más de 11.800 becarios de doctorado y postdoctorado, más de 2.900 técnicos y profesionales de apoyo a la investigación y 1.500 administrativos. El personal está distribuido en un entramado federal, desde la Antártida hasta Jujuy, ya que el Conicet cuenta con 16 Centros Científicos Tecnológicos (CCT), 10 Centros de Investigaciones y Transferencia (CIT), un Centro de Investigación Multidisciplinario y más de 300 institutos.
El flamante presidente Javier Milei convocó a Salamone para tomar el control y el liderazgo de esta prestigiosa institución científica.
En diálogo con Infobae, Salamone postuló que hay que “marcar un nuevo rumbo y que la ciencia también debe dedicarse a mejorar la situación en la que está el país, a favorecer la actividad productiva, y a impulsar la industria del conocimiento y generar valor agregado. No se trata de sacar científicos, sino de optimizar los sistemas de trabajo”.
—Salamone, en su discurso se nota que usted valoró el trabajo mancomunado de la ciencia local durante la pandemia con las luces de los laboratorios prendidas las 24 horas. Hay una vacuna contra el COVID 100% Argentina, test diagnósticos, ensayos clínicos, mucho trabajo colaborativo y la sociedad argentina que lo valoró mucho. ¿Cómo será el abordaje y la gestión del sistema científico en este nuevo Gobierno?
—Intentaremos reducir la burocracia para todo. Los investigadores que trabajen y se esfuercen serán apoyados y acompañaremos a los becarios, que hoy están en una situación de precariedad, para que tengan beneficios extras. Tenemos que trabajar mucho porque estamos ante una sociedad devastada, con un 40% de pobres y no podemos darle la espalda. Todos tenemos que hacer nuestro aporte.
No podemos restringirnos a nuestros gustos científicos, debemos acompañar la situación del país, para salir adelante. Tenemos que dar a este nuevo gobierno la oportunidad, sin tratar de bloquear las decisiones, sino dar un período de prueba y evaluar los resultados.
Es cierto que en la Argentina durante la pandemia se hizo todo. Fue un verdadero trabajo mancomunado de los investigadores del Conicet, desde los kits de detección a los estudios sobre vacunación heteróloga para COVID-19 (dosis de distintas plataformas). Los investigadores del Conicet trabajaron duro y se lograron productos fundamentales para controlar la pandemia. En ese momento a todos nos daba miedo salir y ellos lo enfrentaron cerca de potenciales focos infecciosos e hicieron un gran aporte.
—No cree usted que a la ciencia argentina siempre hay que explicarla y fundamentarla sobre por qué es tan vital para el desarrollo de un país. ¿En qué cree que se puede mejorar al Conicet en un país con un nivel científico tan alto y tan federal?
— Como institución que involucra a un número tan grande de personas, un buen porcentaje del Conicet tiene que dedicarse a mejorar la situación en la que estamos, a favorecer la actividad productiva, a relacionarse con la industria del conocimiento y agregar valor.
Ayer hablé con un ex alumno que fue parte del Conicet; y que creó una empresa dentro del organismo y que luego fue adquirida por una multinacional. En la conversación traté de involucrarlo para el futuro gobierno. Me da orgullo ver que pudo cumplir sus sueños, fue mi becario, hizo el doctorado y en menos de 10 años con un gran espíritu emprendedor logró sus objetivos.
Esto no implica que quien está haciendo investigación básica fundamental tenga que dejar de hacerlo. Pero invito a los científicos argentinos a transformar el conocimiento en inversión, a aquellos que no han incursionado en ciertos ámbitos donde hay mucho por hacer, como en el área de cáncer o de la fecundación asistioda. La invitación a los investigadores es a animarse a favorecer a sus alumnos. Tratar de cofinanciar las becas, intentar que se emprenda, de que se formen potenciales startups. Y en ese acompañamiento, hay un mundo a veces que nosotros no vemos.
—Algunas de las palabras que usted utiliza ligadas al mundo de la ciencia parecen prestadas de otros ámbitos, como por ejemplo los unicornios tecnológicos, un abordaje que también tomó la biotecnología. Usted utiliza muchos los términos emprender e innovar. ¿Se trata de tomar el ADN y las ideas vigorosas que dan resultado en otras áreas, como las tecnológicas y las biotech y llevarlas a la ciencia?
—El Conicet es la institución más prestigiosa en América Latina y debe animarse a transformar ese conocimiento en innovación. Estamos sextos en Latinoamérica en innovación. Está primero Brasil, Chile, México, Colombia, Uruguay, y luego Argentina. Entonces tenemos un camino para recorrer. Por supuesto, no es responsabilidad sólo de los científicos, sino de la situación económica, de aspectos vinculados también al tipo de Ley de Patentes que hace que apliquemos menos la innovación.
En los últimos años hemos estado terriblemente limitados en la capacidad de importar casi todos los insumos para las ciencias biológicas -como ciertas drogas y reactivos- y ha sido difícil viajar a congresos. Si hacemos el esfuerzo en los próximos dos años de poner lo mejor para ayudar a sacar al país adelante, considerando que existe un 40% de pobreza, tendremos una oportunidad maravillosa. Es enorme lo que el Conicet le puede ofrecer al país.
—¿Usted va a ocupar sólo la titularidad de Conicet, o además liderará las decisiones sobre toda el área científica? Hasta ahora parece que perderá el estatus del ministerio de Ciencia y Tecnología, y no está claro si pasará a ser una secretaría bajo el megaministerio de Capital Humano...?
—Están todos muy ansiosos, estamos viendo como armar el mejor diseño para la ciencia. No me importan tanto los cargos. Lo que uno quiere es acompañar, diseñar y plantear estrategias sobre cómo optimizar los recursos de la ciencia frente a la situación de crisis que tiene el país.
Una nueva matriz
Salamone reforzó a Infobae, “en la medida que pasan los años es mucho más difícil romper cierta inercia para encontrar financiamiento privado, porque uno se vuelve más dependiente del Estado.
El hecho de ´venderse´, de tratar con empresas y fondos de inversión, cada vez se nos vuelve más difícil a los científicos”. Y cuenta que a él mismo le pasó: “Siempre digo que hay áreas que a mí me fascinan, pero en las que nunca conseguí dinero para trabajar por diferentes motivos. Y en cambio, obtuve financiamiento para proyectos que implicaba mejorar la producción de leche y carne. Entonces, de alguna manera ese avance científico beneficia a la población”.
“Yo no cloné a los perros de Milei”
— ¿Cómo conoció al presidente electo Javier Milei y cómo nace el vínculo entre ustedes?
—Nos presentó un amigo en común del Canal Rural, Antonio Monteagudo. Me pareció muy impactante todo lo que hablaba sobre economía. Y desde ahí no paramos de hablar. Logré seducirlo para que viniera a una de mis clases que daba para una maestría sobre clonación; y tuve el privilegio de que asistiera. De ahí se generó una relación que ya lleva muchos años. Cuando él iba al programa de TV Intratables, y estaba muy eufórico, yo le escribía para decirle: ‘tranquilo, tranquilo’. Pero la verdad que me equivocaba, su espontaneidad realmente le sirvió.
—¿Usted clonó a los perros de Javier Milei?
—No, prefiero no meterme en las cosas privadas. Pero lo que puedo asegurar es que yo no cloné a sus perros. No tuve nada que ver.
Salamone plantea que la Argentina aún tiene cuentas pendientes en cuanto a innovación tecnológica y la productividad científica, aspectos en los que nuestro país está hoy rezagado respecto a la región. Y en ese sentido, considera que la cantidad de papers científicos —los estudios revisados por pares, las investigaciones publicadas en revistas científicas, simposios y congresos internacionales—son parámetros claros para definir y calcular la producción de conocimiento generada por cada investigador.
“Desde el año 2000, Argentina triplicó su número de científicos. Y esto es, en parte, una buena noticia, realmente había que renovarse ya que la población de científicos estaba muy envejecida. Sin embargo, en los últimos años se incrementó el número de investigadores pero no la producción científica. Tenemos que admitir que somos un país con pobreza, tenemos que trabajar con más ingenio y buscar alternativas”, señaló Salamone a Infobae.
Salamone afirmó contundente: “Los científicos son increíbles, pero si uno no tiene la capacidad de financiar sus investigaciones es un problema. Es como tener una Ferrari y no tener nafta”.
— No es un planteo menor dar el debate desde adentro del sistema científico nacional. ¿Salamone cuáles serían los primeros resortes para impulsar estos cambios en la perspectiva de una institución tan importante como el Conicet?
— Vamos a poder. No seré yo solo, por supuesto será algo que haremos entre todos o por lo menos con la mayoría. Si logramos consenso y si pensamos que estamos en crisis. En el Conicet convivimos un grupo de investigadores muy plural, yo nunca dije mis ideas políticas y no debería importarnos la política. Tendremos que poner toda la energía para ir para adelante, dentro de lo posible, en esta situación que es de crisis.
Necesitamos un poco de comprensión, estamos en problemas reales. Si nosotros queremos expandir y duplicar el número de investigadores del Conicet, no es el camino. Tenemos que ser muy racionales en las decisiones y muy tenaces para seguir para adelante.
— Usted es un hombre de múltiples fascinaciones y lo demuestra a traves de su trabajo científico. ¿Cómo le explica al público en general de qué se trata el área en la que trabaja que incluye la tríada clonación, transgénesis y biotecnología?
— La biología celular y la reproducción asistida realmente son fascinantes. Manipular un embrión en el mismo momento que se acaba de formar, introducir una modificación genética que eventualmente puede salvarlo de tener una enfermedad, o tornarlo más seguro desde el punto de vista sanitario para los animales, es algo increíble.
Hace muchos años, aprendimos a generar en el laboratorio de la UBA muchos tipos diferentes de animales, desde caballos, vacas, gatos, tigres, chitas, cebras. Esos son los proyectos para los que nunca obtuve financiamiento. Pero sí logramos financiación de punta a punta de un laboratorio privado para una vaca que producía en su leche un elemento que podía usarse en medicina; para la hormona de crecimiento. Generamos el factor antihemofílico nueve, que sirve para el tratamiento de la hemofilia, proyecto que desgraciadamente luego no pudimos continuar.
Recientemente, a través de una empresa financiada por un fondo de inversión, se generaron una serie de cerdos, cuyos órganos tienen potencialidad para ser usados para hacer un trasplante. Son cerdos hipoalérgicos. Muchos de estos proyectos han sido hechos en la etapa precompetitiva, con el apoyo de fondos de lo que se llama la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y otros por fondos de inversión.