Las personas pueden aceptar o rechazar diversos procedimientos y tratamientos que se le proponen desde la medicina. Pero hay enfermedades que pueden desarrollarse e interferir en la capacidad para expresar cuáles son esas preferencias. En esos casos, se plantea el difícil dilema de tomar decisiones sin que el paciente pueda elegir.
Para evitar llegar a esa tensión, existen las directivas anticipadas, que consisten en un documento que una persona puede dejar por escrito con instrucciones específicas en relación al cuidado de su salud. Lo puede hacer en un momento en que se encuentra en pleno uso de sus facultades mentales.
Al dejarlas por escrito, los profesionales de la salud y los seres queridos tienen que respetar la voluntad de la persona si quedara privada de su capacidad para decidir, como en situaciones en que se sufre una lesión por tránsito, coma, demencia, afasia, u otro tipo de afecciones.
“Al hacer las directivas anticipadas, la persona brinda un consentimiento informado por anticipación. Permiten especificar cuáles son los deseos sobre futuras posibilidades que se abran en cuestiones de salud. Puede aclarar qué tipo de procedimientos quiere aceptar y cuáles no”, dijo a Infobae la doctora Florencia Luna, ex presidenta de la Asociación Internacional de Bioética, investigadora superior del Conicet y directora del Programa de Bioética y de la maestría de bióetica de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en Argentina.
Después de recurrir al documento por escrito, “la persona se queda tranquila al saber que sus deseos y preferencias se van a respetar o las situaciones que le dan aprensión no se van a realizar”, enfatizó.
Para los familiares de la persona, también puede ser un beneficio que ya estén hechas las directivas anticipadas. “Al contar con las directivas anticipadas, las personas cercanas pueden saber qué es lo que el paciente prefería”, agregó.
Aunque a veces para los familiares puede ser difícil interpretar cuando se presentan situaciones que no estaban previstas en el momento en se hizo el documento de las directivas anticipadas. “Otro punto es que el familiar puede tener opiniones diferentes sobre las preferencias que manifestó el paciente, como no aceptar un determinado tratamiento. Pero es la voluntad del paciente y deberá respetarla”, afirmó.
Una recomendación de la experta es que se hable con los seres queridos sobre las directivas anticipadas, qué es lo que se quiere y a qué se le tiene miedo. “Es importante que las directivas anticipadas se realicen y también se conversen con los familiares para aclarar cuáles son las preferencias para el cuidado futuro de la salud”, señaló Luna, quien recientemente publicó un estudio sobre el tema en América Latina en la revista de Bioética y Derecho.
También fueron coautores Paola Buedo, Luciana Sánchez, María Paz Ojeda, Maria Nair Della Vedova, Bianca Labra, Rosana Sipitria, Luciano Centineo Aracil, Sandra Cosentino, Inés Varela, Carlos Yabar Varas, Gladis Apaza, Adriana Krasnow y Silvia Vilchez.
Hoy 7 países de América Latina tienen normas que autorizan a realizar las directivas anticipadas. Panamá, Guyana Francesa, México, Argentina, Uruguay, Colombia y Costa Rica. Esos países contemplan que las personas puedan expresar las directivas a partir de los 18 años. Colombia y Panamá también incluyen a menores de edad con capacidad para tomar decisiones.
Las directivas no son un testamento. Se pueden realizar por escrito frente a escribano/a público, profesional médico o testigos.
En Uruguay se ofrece un formulario disponible en las instituciones sanitarias. En Colombia, existe la posibilidad de realizar un audio o un video con la persona y testigos. Costa Rica tiene un registro específico de directivas anticipadas.
En los casos de Argentina, Panamá y Uruguay, el documento de las directivas debe incorporarse a la historia clínica de la persona que las solicitó.
Sin embargo, aún las personas poco conocen que gozan del derecho de hacerlas. “Aún existe un tabú sobre la muerte. Nos cuesta mucho hablar sobre la muerte. Las directivas anticipadas se van a utilizar en el momento en el que ya no se es más consciente y no se puede tomar una decisión. Por lo cual, el tabú sobre la muerte estaría boicoteando la posibilidad de pensar más claramente sobre las directivas anticipadas”, comentó la doctora Luna.
Como con el paso del tiempo las ideas sobre las preferencias en los cuidados pueden cambiar, las directivas anticipadas pueden modificarse o revocarse. “Existe la posibilidad de revocar las directivas anticipadas o modificarlas. En algunos casos por ejemplo, una persona puede haber decidido que no se haga reanimación y luego a la hora de la firma de la directiva anticipada, considera la opción contraria”, comentó Paola Buedo, médica, magíster en bioética e investigadora en el Programa de Bioética de FLACSO Argentina y del programa Maria Skłodowska-Curie Actions de la Unión Europea.
También se puede designar por escrito a una persona para que tome decisiones de salud en su nombre. Esas personas podrán expresar el consentimiento para los actos médicos y para ejercer su curatela.
“Quizá no sea lindo pensar en las potenciales situaciones de salud que se puedan enfrentar, pero hacer las directivas anticipadas permite dejar en claro cuáles son las preferencias en caso que algo nos suceda y no podamos tomar decisiones, como un futuro ejercicio de autonomía de las personas”, sostuvo Buedo.
El equipo de salud también debería recomendar que se hagan las directivas para que se sienta más protegido. A la hora de tomar decisiones, lo hará en función de lo que haya decidido el paciente, agregó.
Consultado por Infobae, el abogado Luis Guillermo Blanco, quien fue docente e investigador de la Universidad de Buenos Aires en temas de bioética, “las directivas anticipadas todavía no han tenido suficiente difusión pública. En algunos hospitales ya ofrecen realizarlas”.
Destacó su importancia: “las personas pueden expresar cómo desean ser tratadas si enfrentan situaciones de grave riesgo, de muerte o discapacidad, para el caso que no estuvieren en aquel momento en condiciones de manifestarse. De esta manera, se evitará que se recurra a actos médicos con los cuales la persona no esté de acuerdo o se reducirá el riesgo de caer en el llamado encarnizamiento médico, cuando se le indican prácticas que ya no brindan beneficios para el paciente”.