42 años pasaron desde que se detectaron los primeros casos de infección por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y 40 desde que el laboratorio del virólogo francés Luc Montagnier aisló e identificó el virus que estaba causando estragos.
Al día de hoy, la enfermedad no tiene cura, y tampoco cuenta con una vacuna segura y eficaz para prevenirla.
Según las últimas cifras de Onusida -el programa conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida-, 39 millones de personas viven en el mundo con VIH, de las cuales la mayoría (53%) son mujeres y niñas, y un millón y medio son menores de hasta 14 años.
En la Argentina, según datos de 2021 del Ministerio de Salud de la Nación, 140.800 viven con la enfermedad, entre los que el 13% desconoce su diagnóstico.
De allí la importancia de los temas abordados en la mesa Estrategias para erradicar la pandemia, en el marco del XX Simposio Científico de Fundación Huésped desarrollado del 30 de agosto al 1 de septiembre en el Palais Rouge de Buenos Aires y del que Infobae participó el viernes 1 de septiembre.
A lo largo de tres jornadas, investigadores, referentes de la sociedad civil y profesionales de la salud, presentaron novedades y avances en VIH, en más de 30 sesiones dictadas por 90 especialistas destacados del ámbito nacional e internacional.
Por qué el mundo necesita una vacuna contra el VIH
Para comenzar la jornada, la médica infectóloga y directora asociada del Departamento de Investigaciones de la Fundación Huésped, María Inés Figueroa, expuso los resultados de los últimos estudios clínicos sobre vacunas preventivas, Mosaico e Imbokodo, realizados en América y Europa y África, respectivamente.
“Cada año, 1,9 millones de adultos y más de 150.000 niños se infectan con el virus -comenzó a justificar la experta la necesidad de una vacuna para prevenir la infección por VIH-. Incluso si se logra una reducción del 90% en las nuevas infecciones por el VIH de aquí a 2030, todavía habrá alrededor de 200.000 nuevas infecciones por el VIH al año, lo que demuestra lo esencial que será una vacuna para el control del VIH a largo plazo”.
Asimismo, destacó que “los mayores impactos en la erradicación o control de enfermedades infecciosas en la historia de la salud pública se han logrado a través de la vacunación”, por lo que, en su opinión, “una vacuna fácil de usar sería una herramienta clave para llegar a las poblaciones más afectadas por el VIH”.
Antes de ahondar en los estudios, Figueroa explicó que “hay dos tipos principales de vacunas”. Y en diálogo con Infobae precisó: “Las vacunas terapéuticas, que pueden disminuir la velocidad de progresión del VIH cuando el virus ya está en el organismo, o bien ayudar a controlar la carga viral. Y las vacunas preventivas, muy valiosas para usar en la población de riesgo, que se administran en personas que no tienen la infección y enseñan al cuerpo a prevenirla para no contagiarse cuando entra en contacto con el virus”.
Sobre estas últimas se trataron los dos estudios a los que se refirió la experta. El estudio Imbokodo se realizó en mujeres africanas de entre 18 y 35 años, mientras que Mosaico se llevó a cabo con población masculina homosexual y transgénero, también de 18 a 35 años, en este caso de América y Europa.
“El estudio Mosaico tuvo la particularidad de que el 70% de los participantes provenían de América Latina y contó, además, por primera vez, con la participación de 400 voluntarios de la Argentina”, resaltó Figueroa, quien contó que en el país, el trabajo se llevó a cabo en Fundación Huésped, Helios Salud, en el Hospital Ramos Mejía y en el Instituto Caici de la ciudad de Rosario.
Y tras explicar que el objetivo del estudio, que fue a doble ciego, era “probar que el virus no se integre a la célula y que el sistema inmunológico bloquee la infección”, la infectóloga sostuvo que “el resultado no logró el objetivo de al menos 50% de eficacia que se pretendía y el estudio debió ser suspendido”.
“En un análisis de seguridad intermedio, se vio que la eficacia en ambos trabajos era del 25% y dado que ese primer corte ya dejaba vislumbrar que no se alcanzaría el objetivo, se dio por terminada allí la investigación”, sostuvo Figueroa, quien resaltó que “el dato positivo es que a pesar de que se haya demostrado que esta estrategia no funciona en eficacia, fue segura y recibir esta vacuna no produjo ningún evento adverso grave en los participantes”.
Las vacunas analizadas eran vacunas “de vector viral”, y según detalló la experta, “usaban el adenovirus 26 como vector, al cual se le agrega una parte antigénica del virus del VIH para generar anticuerpos contra partes específicas del virus,como la envoltura y la proteína GP 140″. Y adelantó que se trataba de un esquema de cuatro dosis para generar inmunidad.
Para ella, a pesar de la decepción de haber tenido que detener los estudios, “la perspectiva es buena y hay otras líneas de investigación en vacunas preventivas que siguen en curso”.
En ese sentido, mencionó “un estudio en Fase I de una estrategia inmunológica que utiliza la plataforma de ARN mensajero y otros que buscan generar anticuerpos monoclonales de amplio espectro, que representa una respuesta inmune diferente de las estudiadas hasta ahora”. “El más optimista considera que el próximo estudio estará listo en tres años (y el menos en cinco)”, concluyó la experta.
El rol de los anticuerpos monoclonales en el control de la pandemia de VIH
Los anticuerpos son producidos naturalmente por el cuerpo y ayudan al sistema inmunitario a reconocer a los gérmenes que causan enfermedades, como las bacterias y los virus, y los marcan para ser destruidos.
Los anticuerpos monoclonales, que son proteínas del sistema inmunitario que se crean en el laboratorio, fueron una de las innovaciones más disruptivas en el ámbito científico. El científico argentino César Milstein y el alemán Georges Köhler desarrollaron un método para producir los anticuerpos monoclonales y fueron reconocidos con el Nobel de Medicina en 1984. El método se convirtió en una auténtica revolución en el diagnóstico, la investigación y la terapia de diferentes enfermedades, y en la actualidad se estudia su alcance en el tratamiento del VIH.
Sobre eso se explayó en el simposio de la Fundación Huésped el profesor adjunto de Medicina y profesor adjunto de Epidemiología en la Universidad de Carolina del Norte, en los EEUU, Peter Leone, quien es además director médico senior y responsable de Desarrollo Clínico para N6LS, en ViiV Healthcare.
“Dentro de los usos potenciales está la posibilidad de dar estos anticuerpos ampliamente neutralizantes para el tratamiento curativo de la infección a nivel de neutralización del virus del VIH, pero también para estimular al propio sistema inmunológico de la persona para combatir la infección”, explicó luego de su ponencia en diálogo con este medio.
Y tras señalar que “eso es diferente de lo que se usa tradicionalmente para el virus que son moléculas que bloquean alguna parte del virus específicamente”, el experto sostuvo que “lo que pasa ahora con el VIH es similar a lo que ocurrió con el COVID-19, que hay medicamentos que actúan directamente sobre el virus, pero también hay anticuerpos que pueden actuar desde lo que es el sistema inmune”.
Consultado acerca de los desafíos que tienen estas nuevas terapias y qué rol cree que pueden llegar a cumplir en erradicar la pandemia de VIH, Leone consideró que “todavía es muy pronto para poder decir cuál va a ser el resultado de este tipo de tratamientos; se va a tener que esperar aproximadamente dos o tres años de estudios para tener una perspectiva un poco más amplia del potencial uso. Es todo muy inicial todavía”.
En ese sentido, hizo referencia a otras líneas de investigación que “buscan la combinación de anticuerpos con otras moléculas para el tratamiento del VIH que han demostrado efectividad en el campo”. Para él, “la ventaja que tiene la combinación de anticuerpos con medicamentos para el tratamiento del VIH es que puede hacer que la persona tenga una necesidad menor de usar el medicamento contra el VIH tan seguido”.
“No lo reemplaza, pero en vez de darlo todos los días como se dan las pastillas ahora o cada dos meses como son los nuevos inyectables, se puede dar cada cuatro o incluso cada seis meses”, enfatizó.
Asimismo, planteó que “también se está estudiando la potencialidad que tienen los anticuerpos para lograr lo que se llama ‘cura funcional’, que implica que una vez que se suspende el anticuerpo monoclonal, el virus permanece indetectable en el cuerpo y las personas no requieren seguir tomando medicación”.
En la universidad donde Leone trabaja “hay un estudio en Fase 2B respecto a estos temas, que es la etapa previa a los estudios de Fase 3, que son los que se hacen a lo largo de muchos centros y con más participantes”. Según su perspectiva, “habrá que esperar hasta 2027 para hacer la aplicación a la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) y poder aplicarlo en la población de manera masiva”.
- ¿Cree que finalmente se llegará a controlar la pandemia de VIH?
- Leone: Los desafíos son el costo de estos tratamientos, el acceso y tener la posibilidad de poder imaginar formas de poder llegar al objetivo de la cura. Yo soy optimista acerca de poder conseguir una cura funcional, el problema es el acceso.
Se están haciendo “baby steps” (pasos de bebé) de a poquito con esta segunda generación de anticuerpos monoclonales, en el sentido de evaluar la respuesta y quizás hacer pequeños cambios para mejorar el rendimiento que tienen. Es algo muy parecido a lo que pasó con los tratamientos antirretrovirales, que en sus inicios eran muchas drogas combinadas y ahora se toman en una sola pastilla.
En opinión de Leone, esta estrategia (de los anticuerpos monoclonales) va a ser incluso mejor que la generación de vacunas. “Esto es lo que se llama inmunización pasiva, en donde se da un anticuerpo que va a proteger a la persona, mientras que con las vacunas se necesitan múltiples dosis para entrenar al cuerpo de la persona para que fabrique estos anticuerpos”, dijo.
Y cerró: “¿Qué diferencia hay entre darte una vacuna contra la influenza todos los años o aplicarte una inyección de anticuerpos una vez por año? Por eso creo que va a ser más posible y más sencillo la utilización de estas tecnologías que la de vacunas contra el VIH”.