Más de dos siglos después de fundado el Museo de Historia Natural, por impulso de Bernardino Rivadavia, que dio origen a la celebración del Día del Biólogo a nivel nacional, el escenario y las demandas de estos profesionales dedicados a estudiar la vida animal se han modificado. Actualmente, es insoslayable el impacto de las actividades humanas en la biodiversidad y es América Latina la región con mayor pérdida de especies. Un escenario complejo para quienes estudian la vida silvestre y trabajan por su conservación.
A través de las historias de Paula González Ciccia, Lina Zabala, Julieta Jañez y Alicia de la Colina, biólogas de Fundación Temaikèn, podemos ver el panorama al que se enfrentan estos especialistas y cómo la vocación por el cuidado de la naturaleza puede impactar en el futuro del ambiente.
Conservar la biodiversidad tejiendo redes
Paula Gonzalez Ciccia es directora de Conservación, Educación e Investigación de la Fundación, un puesto que le permite trabajar con varias especies aunque sus preferidas son los mamíferos. Tal es así que eligió al aguará guazú como objeto de sus investigaciones.
Ella asegura que siempre supo que podía hacer algo para cuidar la naturaleza. “Desde muy chica quería estudiar una carrera que me permitiera cumplir ese sueño. Al leer una revista supe del trabajo de Jane Goodall en África y eso me dio el empujón que necesitaba para tomar la decisión de estudiar biología. Conocer una historia tan inspiradora fue un gran motor”, recuerda.
Sus estudios la llevaron a enfocarse en el análisis del comportamiento animal y a mejorar sus condiciones de vida, lo que se tradujo en la conservación de la biodiversidad. Paula destaca que aquí fue clave entender que “para lograr esa meta hay que trabajar con las personas, haciendo gestión con un abordaje del territorio y mucho foco en las comunidades”.
Por supuesto, este trabajo se da en un escenario complejo. Los incendios, la contaminación, el mascotismo, el tráfico ilegal de vida silvestre son sólo algunos de los problemas a los que se enfrentan hoy quienes se dedican a la conservación de la biodiversidad. Paula se siente “preocupada por el ritmo acelerado de pérdida de biodiversidad y el cambio climático. Son el producto de muchas problemáticas que se potencian”. A pesar de esto, considera que todavía se puede hacer algo para detenerlo: “Trabajando de manera colaborativa, aportando conocimiento y capacidad para que junto con todos los actores claves, organismos de gobiernos, organizaciones del sector civil, la academia, la comunidad, el sector privado podamos establecer estrategias eficientes y sostenibles que nos permitan asegurar la supervivencia de las especies y los ecosistemas. Estamos atravesando la década de la restauración, todos tenemos que entrar en acción para lograrlo”.
Cuando se le pregunta por su objetivo actual señala: “Quiero lograr que las especies con las que hoy trabajamos en Fundación Temaikèn estén en mejor estado de conservación, fuera de peligro y garantizar su supervivencia en los ecosistemas que habitan. Pensando en grande, mi deseo es poder amplificar ese efecto a través del Centro de Supervivencia de Especies que establecimos en alianza con la Comisión de Supervivencia de Especies de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN). Queremos ser un catalizador para todos los procesos de conservación, apoyar la generación de capacidades para ser más eficientes y garantizar que las especies sobrevivan”.
Bióloga al rescate
“¿Por qué?” es la pregunta más recurrente en los niños. Lina Zabala explica que su recorrido en la biología comenzó con un estrecho contacto con la naturaleza y en el disfrute al observar animales y plantas, al colectar restos, mudas de piel o bichitos. “Elegí estudiar biología impulsada por esa curiosidad y necesidad de siempre querer conocer el “porqué” de todo. Tenía muy claro que quería trabajar con organismos vivos”, resume. Actualmente es Coordinadora Operativa de Rescate Animal en el Centro de Recuperación de Especies Temaikèn (CRET), espacio de la fundación desde el cual coordina las tareas de rescate, rehabilitación y reinserción de fauna silvestre autóctona.
Desde su puesto de trabajo tiene una posición estratégica para ver qué le pasa a la fauna hoy. Es quien recibe a aquellos ejemplares que llegan al CRET, víctimas de la mala convivencia con el ser humano. “Las principales problemáticas que afectan a la biodiversidad, lamentablemente, son de origen antrópico: fragmentación de los ambientes debido a la expansión de las fronteras inmobiliarias y agrícolas, comercio ilegal de especies, cacería, desmontes, contaminación, atropellamientos y mascotismo. Estos son los principales motivos de ingreso de animales al Centro de Recuperación de Especies de Temaikèn (CRET)”, explica.
Lina entiende que el rol de los biólogos también es compartir su conocimiento, acercar información a la sociedad sobre las especies amenazadas, los problemas ambientales “para mitigar esa crisis juntos. Cada uno, desde donde le toque, puede realizar un aporte ya sea trabajando en proyectos, educación ambiental, investigación o apoyando económicamente como donante”.
A pesar de todo, el trabajo como bióloga de conservación tiene recompensa: “Lo más interesante y gratificante de este trabajo es poder lograr la rehabilitación total de los animales y verlos regresar a su ambiente de donde nunca debieron haber salido, contribuyendo así a la conservación de la biodiversidad”.
Fascinación por la vida marina
Quizás su lugar de origen marcó que su destino era sumergirse en las aguas para encontrar aquello que la apasiona hasta hoy. Julieta Jañez nació y creció en Mar del Plata. Allí cursó la carrera de Biología y actualmente es la responsable del Acuario y los organismos acuáticos de Fundación Temaikèn. Allí también dirige los proyectos de investigación de la fundación con especies de la fauna nativa marina y de agua dulce, hoy centrados en el tiburón gatopardo (Notorhynchus cepedianus), la raya marmorada (Sympterygia bonapartii), el chucho (Myliobatis goodei), la ranita patagónica (Atelognathus patagonicus) y los caracoles de Apipé (Aylacostoma chloroticum), entre otras.
“La vida en el agua presenta características particulares, es asombrosa y siempre me motivó a conocer más de estas especies y a ayudarlas”, cuenta Julieta aunque aclara que, a medida que fue avanzando en su carrera, vio que existía la posibilidad de tener un impacto positivo en esas especies que le fascinaban y de poder revertir su situación de amenaza y presencia en las “listas rojas”, al ser parte activa de la conservación de las especies. Esto se refleja en una de sus principales tareas: la investigación.
“Poder tener a cargo la vida de tantos animales valiosos, investigar y descubrir aspectos inéditos sobre estas especies y hacer un aporte al conocimiento es algo que me llena de orgullo”, expresa Julieta, que también destaca el nuevo rol que va adquiriendo el Acuario de la Fundación Temaikèn como aliado de Parques Nacionales, una autoridad muy importante a la hora de revertir la extinción de las especies que corren peligro en nuestro país.
“Buscamos tener un impacto positivo en el mundo y nuestra visión es proteger la naturaleza con todo lo que hacemos. Investigando, rescatando, criando y reintroduciendo las especies en peligro o en la construcción de ciudadanía ambiental, como lo hacemos cada día en el Acuario del Bioparque”, concluye.
Conocer para cuidar
El recorrido de Alicia de la Colina en la biología, como el de muchos profesionales, no fue tan directo. Antes de ser bióloga para la conservación se dedicó a muchas otras cosas que no tenían que ver con su especialidad. Pero sus padres le recuerdan que cuando era chica veían juntos documentales vinculados a la naturaleza y ella decía que “quería trabajar de eso”.
Después de un largo trayecto, hoy Alicia es especialista en Investigación del Departamento de Conservación e Investigación de Fundación Temaikèn, donde tiene a cargo la gestión y ejecución de las diferentes líneas de investigación propias de la fundación y las realizadas en colaboración con otras instituciones. Además es coordinadora del Proyecto de Conservación “Cardenal Amarillo” que forma parte del Programa de Especies Amenazadas de la fundación y es miembro del Centro de Supervivencia de Especies Argentina - Fundación Temaikèn- UICN.
Para ella, un biólogo hoy tiene que “seguir dando información verídica y fáctica de la situación ambiental, mantener el monitoreo de la crisis lo más actualizada posible, para guiar correctamente las políticas públicas necesarias para generar los mecanismos de prevención y/o mitigación. Con información actualizada y creatividad, se puede colaborar activamente en la búsqueda de acciones efectivas de mitigación de cualquier amenaza a la biodiversidad.
Cuando piensa en la crisis de biodiversidad, desde su experiencia, lo que más le preocupa es la pérdida de hábitats, porque afecta a todas las especies, pero advierte que “su solución es compleja, multidisciplinaria y multisectorial, donde cada uno, desde el rol que ocupa, debe hacer algo. Para poder revertir la situación de una especie, no alcanza con publicar los datos en una buena revista. Tenemos que asegurarnos de que esos datos lleguen a agentes de decisión”.
Los biólogos tienen un papel esencial en la conservación de especies, la investigación y el monitoreo, la educación, el desarrollo de políticas y estrategias de conservación.
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