Luego de años postergado, un nuevo impulso para su desarrollo, construcción y primeras pruebas de vuelo tiene hoy el cohete Tronador, el primer vehículo espacial argentino que permitirá colocar en órbita satélites de entre 500 y 750 kilogramos, a una distancia de hasta 600 kilómetros de la Tierra.
Ese es el ambicioso plan que lleva adelante la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y la empresa VENG, que en octubre de 2022 recibieron financiación para avanzar en el lanzador argentino de satélites Tronador II, construir la nave y realizar las primeras pruebas de motores en 2026.
El desarrollo y la fabricación del Tronador II forma parte del Proyecto Inyector Satelital Para Cargas Útiles Livianas (ISCUL) del programa de Acceso al Espacio de la CONAE, que a su vez se enmarca en el Plan Espacial Nacional. De concretarse esta meta, el cohete podrá situar a la Argentina entre los 10 países que dominan el ciclo espacial completo lo que implica lograr la soberanía en el acceso al espacio con medios propios y desde el territorio argentino.
Hoy, el presidente Alberto Fernández remarcó la importancia que tiene Argentina en materia espacial al remarcar que “ser uno de los pocos países que fabrica y pone satélites en órbita nos debe llenar de orgullo” y adelantó que “estamos trabajando sobre la máquina propulsora de satélites”, en referencia al desarrollo del Tronador.
El proyecto contempla el desarrollo del lanzador Tronador II-250 (TII-250) y de los prototipos TII-70 y TII-150, cohetes impulsados con oxígeno líquido y kerosene como combustible, que serán los modelos utilizados para realizar los ensayos y servirán para poner a prueba los motores que llevará a bordo el lanzador final, Tronador II-250. El contrato que suscribieron el año pasado la CONAE y VENG demandará una inversión de casi 10.000 millones de pesos que serán destinados al desarrollo del primer prototipo TII-70 y la planificación del Tronador II-250 a lanzarse para 2030 desde la base espacial Manuel Belgrano.
Ensayos y construcción del cohete
El equipo de profesionales de VENG, la empresa público privada argentina de desarrollos aeroespaciales, que opera en el Centro Espacial Punta Indio (CEPI) de la CONAE, finalizó la fabricación de todos los componentes necesarios para proceder al cierre del prototipo del tanque estructural de primera etapa del lanzador Tronador II-250.
El desarrollo del cohete se realiza en los centros espaciales de la CONAE, una parte en el Centro Espacial Teófilo Tabanera (CETT) de la CONAE en Falda del Cañete, Córdoba, donde se llevan a cabo la fabricación, la integración y los ensayos de sistema de propulsión del lanzador, y otra parte en el CEPI, en la provincia de Buenos Aires, donde se avanza en la fabricación e integración del fuselaje.
Así, se avanzó con un paso clave para que Argentina posea un lanzador satelital propio que le permita tener acceso autónomo al espacio, y no depender del alquiler de plataformas en otros países.
“Es importante para un país tener un lanzador propio. Y como lanzador quiero decir un cohete para lanzar artefactos. Pero cuando estamos hablando de un país como la Argentina que es uno de los pocos con capacidad para construir sus propios satélites, el tener un lanzador se torna algo fundamental y clave. De real importancia”, explicó a Infobae el ingeniero Juan Cruz Gallo Subgerente de Segmento de Tierra de la Gerencia de Acceso al Espacio de la CONAE.
“La Argentina a través de Conae y Arsat, y con empresas privadas y organismos públicos, cuenta hoy con una gran capacidad humana para promover el desarrollo científico y tecnológico en áreas muy importantes. Ello generó un ecosistema por ejemplo el fabricar satélites de muy alta calidad o centrales nucleares que luego se exportaron. Yo por ejemplo participé como Jefe de Instrumentos de la Misión SAC-D/Aquarius (2011), en la que Estados Unidos confió cientos de millones de dólares en su instrumento Aquarius que servía para medir desde el espacio la salinidad del mar, a un plataforma satelital argentina, como lo fue el SAC-D. La NASA destacó nuestra importante capacidad. Al igual que lo hizo Italia por ejemplo con la constelación SIASGE, que integra una red satelital con aparatos italianos y nuestro dos SAOCOM 1A y 1B”, agregó el ingeniero en Electrónica de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
El Plan Nacional Espacial incluye el desarrollo de la capacidad de lanzamiento de los satélites del proyecto SARE, para colocarlos en órbita desde territorio argentino mediante el lanzador Tronador II/III, y la provisión de capacidades necesarias para las actividades de telemetría y telecomando (TT&C), adquisición y procesamiento de la información satelital recibida mediante la Red de Estaciones Terrenas distribuidas de manera estratégica en nuestro país.
Estas estaciones son necesarias para el seguimiento, monitoreo y control de los lanzadores Tronador II, mediante la Estación Terrena Córdoba ubicada en el CETT, la Estación Terrena Tierra del Fuego ubicada en cercanías de Tolhuin, y la futura Estación Terrena Belgrano II en la Antártida Argentina.
Si bien los ensayos se realizan en la localidad de Punta Indio, la infraestructura requerida para los servicios de lanzamiento estará emplazada en una nueva base de lanzamiento para optimizar los lanzamientos de futuras cargas en las órbitas polares. Será el Centro Espacial Manuel Belgrano (CEMB), a construirse cerca de Bahía Blanca.
La Universidad Nacional de La Plata (UNLP), a través de la Facultad de Ingeniería, participará activamente del desarrollo del lanzador argentino de satélites Tronador II. El decano de la Facultad de Ingeniería de la UNLP y presidente de VENG,, Marcos Actis, precisó a Infobae los detalles de la importante participación de esa casa de estudio para el nuevo lanzador.
“Yo auguro que el desarrollo del Tronador siga la continuidad que tuvieron los satélites. Este debe ser un proyecto de Estado y no solo de un gobierno. La UNLP siempre ha estado en contacto con CONAE para promover desarrollo espacial argentino. Es el semillero que nutre a empresas privadas como VENG y otras, como también a instituciones nacionales como CONAE. Formar gente y aportar al sistema productivo es nuestra meta y un claro ejemplo es que los alumnos avanzados pueden comenzar a trabajar en estos proyectos mientras están todavía en la universidad”, finalizó Actis.
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