Cuáles son las 3 lecciones que deja la peor epidemia de dengue de la Argentina

Desde enero pasado hasta la primera semana de mayo se registraron 100.675 casos de dengue en el país. Especialistas en infectología e historia de las epidemias señalaron a Infobae qué medidas se deberán tener en cuenta para el futuro

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La Argentina enfrenta la peor
La Argentina enfrenta la peor epidemia de dengue desde febrero. Aunque los casos están bajando desde hace 5 semanas/ Foto: Getty Images

En Resistencia, provincia de Chaco, la comunidad está conmovida desde el viernes pasado por la muerte de Lucas Audisio, de 40 años, periodista y padre con dos hijos. Murió después de haber desarrollado un cuadro grave por la infección por el virus del dengue.

Es la peor epidemia del dengue que sufre la Argentina en toda su historia. Desde febrero pasado hasta la primera semana de mayo se notificaron 57 fallecimientos por esa enfermedad que es transmitida por las picaduras del mosquito Aedes aegypti, de acuerdo al reporte epidemiológico que emitió ayer el Ministerio de Salud de la Nación,

Durante las últimas 5 semanas, la epidemia ha estado retrocediendo, y expertos en infectología e historia de las epidemias que fueron consultados por Infobae compartieron cuáles son las 3 principales lecciones que se deberían aprender tras la amarga experiencia y para prepararse para el futuro.

La curva de casos de personas diagnosticadas con dengue en el país está bajando desde la última semana de marzo. Hasta la primera semana de mayo se registraron 100.675 casos de dengue.

Se notificaron 100.675 casos de
Se notificaron 100.675 casos de dengue desde enero pasado, incluyendo autóctonos e importados/Archivo

Dentro de ese total, 93.844 fueron autóctonos, 5.581 se encuentran en investigación y 1.249 presentan antecedentes de viaje. Esto significa que la mayoría de los afectados se contagiaron el virus por picaduras de mosquitos en su zona de residencia.

Otra particularidad de esta epidemia es que ya 17 de las 24 jurisdicciones del país han detectado circulación autóctona de dengue. La última en sumarse fue la provincia de La Pampa. Se diagnosticó un caso autóctono en la localidad de Santa Isabel, departamento Chalileo de La Pampa, y luego fue estudiado por el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas “Dr. Julio I. Maiztegui”, en Pergamino, provincia de Buenos Aires.

Las jurisdicciones con más fallecidos han sido Jujuy y Salta (con 10 muertes cada una). Luego les siguen Santa Fe y Tucumán (con 9 muertes cada una) y ciudad de Buenos Aires, con 7 muertes.

Los casos autóctonos de personas
Los casos autóctonos de personas con dengue se diagnosticaron en 17 de las 24 jurisdicciones de la Argentina. La última en sumarse fue La Pampa/Archivo

“Estamos yendo hacia el fin de esta epidemia de dengue en la Argentina. Baja con fuerza”, dijo a Infobae el doctor Tomás Orduna, ex jefe del Servicio de Medicina Tropical y Medicina del Viajero en Hospital de Infecciosas F. J. Muñiz y miembro del comité científico de la Fundación Mundo Sano.

La actividad de las poblaciones de mosquitos suele terminar a fines de mayo en la zona Centro del país. Por lo cual, es probable que los casos bajen más si se tiene en cuenta el comportamiento de los insectos que son los vectores del virus que causa la infección.

”Sin embargo, podría haber casos de dengue en junio porque hubo temperaturas cálidas durante mayo”, planteó Orduna. La epidemia no ocurrió solo en Argentina. Hubo también brotes de dengue en Bolivia, Nicaragua, Perú y Brasil, entre otros países de América Latina, según la Organización Panamericana de la Salud.

La fiebre mayor o igual
La fiebre mayor o igual a 38° fue el síntoma más frecuente en todos los afectados por dengue en la Argentina/Archivo

Las 3 lecciones que deja el Dengue

1. Las personas tienen que consultar pronto y los equipos de salud deben estar bien entrenados para diagnosticar, tratar y evitar que se desarrollen cuadros graves. Los síntomas de la infección son fiebre, dolores musculares, dolor de cabeza, vómitos, náuseas, dolor abdominal, entre otros. Aunque también la enfermedad se puede desarrollar sin dar síntomas.

Para Susana Lloveras, jefa de la sección Zoopatología médica del Hospital Muñiz de Buenos Aires e integrante de la Sociedad Latinoamericana de Medicina del Viajero, “la epidemia de 2023 fue muy diferente a las anteriores”. Se deberá analizar en profundidad “si hubo un retraso en la consulta”, opinó.

Las tasas de mortalidad más altas se registraron en pacientes mayores de 50 años. Entre los 57 fallecidos reportados, 33 tenían una o más comorbilidades. Las más frecuentes obesidad, diabetes y enfermedad neurológica crónica.

“Se debería evaluar qué fue lo que hizo que fallecieran tantos pacientes, incluyendo la posibilidad de una falta del diagnóstico oportuno y acceso a la atención por el equipo de salud”, puntualizó Lloveras. También acotó que esta temporada muchos más pacientes tuvieron síntomas exacerbados.

Entre los 57 fallecidos por
Entre los 57 fallecidos por dengue, se encontró que 33 tenían una o más comorbilidades, como obesidad, diabetes y enfermedad neurológica crónica/Archivo

“Es posible que sea porque también predominó el serotipo 2″, dijo la experta. El 81% de los casos que fueron estudiados tenían ese serotipo (DENV-2). También se encontró el serotipo 1 (DENV-1) en el 19% de los casos, y el resto fue el serotipo 3 (DENV-3). “Hubo más requerimiento de hidratación e internación esta vez”, añadió.

“Una lección que deja esta epidemia -y como en otras situaciones de emergencias sanitaria- es que se necesita que las autoridades de salud pública -en todos los niveles del Estado- den respuesta con el apoyo y el trabajo de los subsectores de obras sociales y las prepagas. Es clave que haya personal del equipo de salud suficiente y preparado, infraestructuras, insumos, y educación para la salud comunitaria”, afirmó Orduna.

También se debería dar más capacitación a los equipos de salud para que estén entrenados en el reconocimiento precoz de los casos de dengue en pacientes con signos de alarma, quienes deberían acceder al tratamiento inmediato, enfatizó el infectólogo. De esta manera, “se reduce el riesgo de que sufran cuadros graves y muerte. Se debería poder actuar con celeridad y adecuada respuesta ante la detección de casos graves”.

El cambio climático con más
El cambio climático con más olas de calor y temperaturas más cálidas en el otoño podría alterar los ciclos del dengue en el país (AP Foto/Natacha Pisarenko)

2. Hay que pasar a considerar al dengue como una patología “endemo-epidémica”, de acuerdo con el doctor Orduna. Desde el año 1998 hubo generalmente ciclos de epidemias, como la de 2009, 2016 y 2020, y se combinaron con brotes chicos. Solo en dos años no hubo casos. Por lo cual, hay que considerar más que la infección está presente en la Argentina, especialmente entre agosto y mayo.

Lo más significativo de esta epidemia -según Orduna- fue la gran carga de pacientes que hubo que llega a casi a los 100.675 pacientes registrados y que se extendió a 17 de las 24 jurisdicciones. En algunas de ellas, como Tucumán, Salta, Santa Fe y Ciudad de Buenos Aires, hubo un impacto muy acentuado que antes no había ocurrido.

“En el futuro, podría haber más epidemias de magnitud importante como la que está terminando en 2023. En períodos inter-epidémicos, podría haber 3.000 casos por año o más”, anticipó Orduna. Además, el cambio climático podría alterar la temporalidad de la enfermedad.

“Existe la posibilidad de que el aumento de las temperaturas favorezcan la eclosión más anticipada de los mosquitos. O podría ocurrir que el verano se prolongue y lleve a que haya picaduras de mosquitos con el virus del dengue en invierno”, planteó el especialista. Igualmente, esas proyecciones no son inexorables: existe la posibilidad de trabajar fuerte en prevención durante todo el año para que no haya más muertes evitables por dengue.

La eliminación de los criaderos
La eliminación de los criaderos de mosquitos y larvas en casas y edificios debería organizarse mejor en el futuro para prevenir más epidemias /Archivo

3. Se deberá poner más esfuerzo y coordinación en la prevención. Se trata de una enfermedad que existe si hay criaderos de mosquitos y larvas cerca de las personas. Si se los elimina del interior y en los alrededores de casas, edificios de departamentos, edificios públicos, plantas industriales, entre otros, se reduce drásticamente el riesgo de transmisión de la infección. Pero la tarea es de todos.

“Hay que abogar fuertemente en conjunto por la prevención del dengue -dijo Orduna-. Las autoridades sanitarias tienen que combatir la presencia del vector, con la eliminación de los mosquitos”

En 1965, Argentina había logrado la erradicación del mosquito. En 1985 se lo detectó nuevamente. En 1998 hubo una reemergencia de la infección con el primer brote de dengue en Salta.

“El dengue es una enfermedad relativamente nueva porque recién a principios del siglo XX se descubrió su etiología y sus formas de transmisión. Podría haber acceso a vacunas eficaces pronto”, comentó a Infobae el doctor en ciencias sociales Maximiliano Fiquepron, investigador del Conicet y docente en la Universidad Nacional de General Sarmiento y en la Universidad Nacional Arturo Jauretche.

De acuerdo al doctor en
De acuerdo al doctor en ciencias sociales Maximiliano Fiquepron, se deberían desarrollar acciones que promuevan el compromiso de toda la sociedad para eliminar criaderos de mosquitos todo el año/Archivo

Algo es clave para el futuro: “Aún faltan herramientas sociales para que las personas consideren a la enfermedad del dengue como un verdadero peligro. Hoy muchos creen que solo hay que sentarse a esperar que el Estado actúe”, afirmó.

“El mosquito puede transmitir diferentes enfermedades, incluyendo el dengue, la fiebre amarilla o la fiebre Chikungunya. Desde la visión predominante el mosquito es un mal que hay que erradicar. Pero esa visión lleva a relajar las conductas de la sociedad porque solo se espera que el Estado haga campañas para eliminarlo. Por eso, se necesitan políticas que promuevan la participación ciudadana y que se tomen medidas. El Estado tiene que coordinar, pero no puede entrar en las casas”, comentó Fiquepron.

En el caso de la pandemia por el COVID-19, se tomaron medidas de distanciamiento social y otras como el confinamiento masivo que hicieron que las personas tomaran conciencia que había que adherir a la prevención. “En el dengue -señaló el autor del libro Morir en las grandes pestes. Las epidemias de cólera y fiebre amarilla en la Buenos Aires del siglo XIX- la transmisión por el mosquito genera otros desafíos. Es un gran problema porque cada persona y su comunidad debería involucrarse más para eliminar criaderos de casas y edificios”.

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