Expertos en botánica descubrieron dos nuevas plantas carnívoras en la Cordillera de los Andes, específicamente en las zonas de Amotape y Huancabamba, ubicadas entre el sur de Ecuador y el norte de Perú. Se trata de dos especies que se alimentan de insectos y son denominadas Pinguicula jimburensis y Pinguicula ombrophila. El hallazgo estuvo a cargo de especialistas de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y del Centro Leibniz para la Investigación del Paisaje Agrícola (ZALF), en Alemania.
Estos expertos encontraron a la planta Pinguicula jimburensis en una laguna que se encuentra a más de 3.000 metros de altura, mientras que Pinguicula ombrophila fue registrada en una pared rocosa de 2.900 metros.
En el estudio, que fue publicado en la revista científica PhytoKeys, los autores postularon: “Las condiciones de este sitio como la humedad, el tipo de suelo, la vegetación asociada y, la fauna polinizadora local, un aspecto comúnmente ignorado en el contexto de la especiación en los microhábitats tipo mosaico de los Andes, afectan el intercambio genético entre las poblaciones y facilitan la diversificación”.
Según describieron, Pinguicula jimburensis se caracteriza por tener “hojas erectas, poco profundas y con lóbulos irregulares”; mientras que Pinguicula ombrophila tiene “hojas planas sin márgenes rizados con flores muy cortas que apenas alcanzan la longitud de la hoja”.
“En el caso de estas plantas que comen insectos, dos recursos potencialmente limitados parecen ser esenciales: polinizadores y presas. La lucha por estos recursos entre poblaciones vecinas puede conducir a una rápida diversificación”, explicaron en el trabajo. ¿Una curiosidad? El nombre Pinguicula ombrophila significa “mariposa amante de la lluvia”, y fue elegido porque esta planta prefiere condiciones más bien húmedas, especialmente en páramos inundados, donde las lluvias y la niebla son frecuentes.
Tilo Henning, integrante del Centro Leibniz para la Investigación del Paisaje Agrícola, valoró: “Por más pequeños y dispersos que sean los hábitats adecuados de las especies, también lo es la composición de las especies. Estas dos nuevas especies solo se conocen en un solo lugar, donde solo se encuentran unas pocas docenas de individuos de plantas en cada caso”.
Para Henning, “la implacable expansión urbana y la consiguiente destrucción de hábitats representan una enorme amenaza para la biodiversidad en general y para los organismos especializados y muy unidos que dependen de sus frágiles microhábitats en particular”.
A su vez, el autor sostuvo: “Este endemismo estrecho (distribución limitada en un área particular) es típico de la zona de Amotape-Huancabamba, y hay muchas más especies nuevas de plantas y animales en espera de ser descubiertas”. En la investigación, Henning y sus colegas remarcaron que estas dos nuevas especies “se suman a la excepcional biodiversidad en la zona Amotape-Huancabamba y subrayan su importancia como un punto crítico de biodiversidad que necesita protección urgente”.
En segundo término, sumaron: “Los resultados presentados en este estudio muestran que la evaluación de la biodiversidad Neotropical está lejos de ser completa. Incluso en grupos bien conocidos como las plantas carnívoras, se descubren y describen continuamente nuevos taxones, en particular de áreas remotas que se vuelven accesibles en el curso de la expansión urbana ilimitada. Esto es alentador y preocupante al mismo tiempo”.
Para llegar a este hallazgo, los expertos botánicos realizaron una serie de análisis morfológicos detallados para estas nuevas especies. “Posteriormente -ampliaron- llevamos a cabo una descripción taxonómica, presentamos imágenes de todas las estructuras florales y vegetativas de las plantas y proporcionamos un mapa de distribución. También se discutió el estado de conservación de las especies recién descritas y sus relaciones con otras especies”.
“Aproximadamente -siguieron los autores en la publicación-, la mitad de todas estas clases de plantas se encuentra en América Latina con un claro centro de diversidad en México, con alrededor de 40 especies endémicas solamente. A pesar de la gran diversidad en América Central, México y el Caribe, solo se conocen unas pocas especies de América del Sur y están restringidas a la cordillera de los Andes”.
En ese tono, plantearon: “Si bien es evidente que todavía quedan hábitats prístinos que habitan en una biodiversidad desconocida, el hecho de que estos ecosistemas se encuentren ahora a una distancia accesible de la infraestructura humana los pone bajo una amenaza inmediata de explotación y destrucción”. Y advirtieron: “Las especies recientemente descritas y la diversidad todavía insatisfactoriamente documentada y entendida subrayan la necesidad de continuar con las exploraciones botánicas y los estudios taxonómicos e intensificar los esfuerzos de conservación que se necesitan con urgencia”.
Para cerrar, los expertos profundizaron que la diversidad actual de la flora andina, “en particular la de Ecuador y el norte de Perú aún no está determinada de manera concluyente. Las amenazas a los ecosistemas naturales en general, ya los hábitats montañosos de pequeña escala en particular, son muy preocupantes”.
Anteriormente, Pablo Picca, doctor en Biología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), le había explicado a Infobae cómo proliferan las plantas carnívoras: “Se trata de plantas que tienen adaptaciones en las hojas que les permiten capturar a diferentes animales. De esa manera, sacan los nutrientes de estas presas en vez de, por ejemplo, del suelo donde viven”.
“Todas las plantas poseen en sus tejidos clorofila -sumó Picca- y pueden hacer fotosíntesis para fabricar sus propios nutrientes y crecer. Pero las plantas carnívoras además tienen otros requerimientos nutricionales que satisfacen a través de la degradación de algunos pequeños insectos, artrópodos e incluso algunos animales pequeños que cazan con trampas”.
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