La epidemia de dengue se expande en el país y los expertos están en alerta para que no llegue a los récords negativos de la temporada de 2020. Ayer, el Ministerio de Salud de la Nación informó que hasta la semana epidemiológica 11 de 2023 (del 12 al 18 de marzo) se notificaron en el país 9.388 casos de dengue, de los cuales 8.504 adquirieron la infección en la Argentina en forma de circulación local.
Al momento, la circulación de este virus se ha identificado en 13 jurisdicciones: Buenos Aires (3 localidades), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Catamarca (2 localidades), Chaco (2 localidades), Corrientes (2 localidades), Córdoba (1 localidad), Entre Ríos (1 localidad), Formosa (2 localidades), Jujuy (3 localidades), Salta (9 localidades), Santa Fe (16 localidades), Santiago del Estero (6 localidades) y Tucumán (15 localidades).
Respecto al dengue, en las últimas cuatro semanas fueron confirmados 8.001 casos, con un promedio de 2.000 casos semanales. Este valor es 30 por ciento menor respecto del promedio registrado durante el mismo período de 2020 (año en que transitamos la epidemia de mayor magnitud de nuestro país desde la reemergencia de la enfermedad en 1998). El dengue es una enfermedad viral transmitida por la picadura del mosquito del género Aedes principalmente por Aedes aegypti. Cuando el mosquito se alimenta con sangre de una persona infectada por el virus Dengue, adquiere el virus y luego de 8 a 12 días es capaz de transmitirlo a una persona sana a través de la picadura.
En lo que va de la temporada, se registraron 4 casos fallecidos, dos en la provincia de Salta con pruebas de tamizaje positivas y otro con diagnóstico confirmado DEN-1 en la provincia de Santa Fe. El Ministerio de Salud de Tucumán confirmó en las últimas horas el primer fallecimiento de la temporada en esa provincia por la infección del dengue. Se trata de un hombre de 21 años.
En cuanto a fiebre chikungunya, la cartera sanitaria afirmó que se registran hasta el momento 528 casos de los cuales 166 adquirieron la infección en Argentina, 129 se encuentran en investigación y 233 adquirieron la infección fuera del país. Al momento, la circulación de este virus se ha confirmado en 5 jurisdicciones: Buenos Aires (4 localidades), Ciudad de Buenos Aires, Corrientes (1 localidad), Córdoba (1 localidad) y Formosa (3 localidades).
La fiebre chikungunya es una enfermedad viral que al igual que el virus dengue es transmitida por la picadura de mosquitos Aedes infectados. El nombre significa “aquel que se encorva” ya que describe la apariencia inclinada de algunas personas que lo padecen por los fuertes dolores articulares que provoca.
“Todos los años en esta época hay aumento de casos quizás más tempranamente, porque esto tiene que ver con el desarrollo del mosquito que se hace en la época de calor y en la época húmeda. Sí, el aumento del caso fue importante y las regiones que está tomando como siempre, abarcan la provincia de Buenos Aires, todas las Mesopotamia, el Norte, CABA tiene muchos casos en los hospitales”, explicó a Infobae el infectólogo Ricardo Teijeiro.
Por su parte el Infectólogo Lautaro de Vedia sumó a Infobae: “Estamos viendo claramente un aumento en el número de casos de dengue, particularmente en la Ciudad de Buenos Aires. Afortunadamente no se están viendo casos graves.
Síntomas del dengue y la fiebre chikungunya
Los síntomas de dengue son fiebre acompañada de uno o más de los siguientes: dolor detrás de los ojos, de cabeza, muscular y de articulaciones, náuseas y vómitos, cansancio intenso, aparición de manchas en la piel y picazón y/o sangrado de nariz y encías.
“Lo más importante de todo es decir que cualquier síntoma que tenga uno en esta época que está circulando fuertemente el dengue, rápidamente debe concurrir al médico, porque el diagnóstico se hace con estudios, con serología y es muy importante para atender tempranamente al paciente, para que el paciente no se complique pero aparte para aislarlo, para que no se contagien otras personas. Porque un mosquito que pica un enfermo puede transmitir la enfermedad a un paciente sano”, explicó Teijeiro.
Los síntomas de la fiebre chikungunya comienzan generalmente de 3 a 7 días después de la picadura del mosquito. El síntoma más común es la aparición repentina de fiebre, a menudo acompañada de dolor en las articulaciones.
Otros síntomas que pueden aparecer son: dolor muscular, dolor de cabeza, náuseas, fatiga y erupción cutánea. El fuerte dolor en las articulaciones por lo general dura unos pocos días, pero puede llegar a persistir durante meses, afectando la recuperación total y el regreso a las actividades cotidianas.
Ante la presencia de cualquiera de estos síntomas es muy importante realizar una consulta médica de manera temprana, no automedicarse y evitar la picadura de mosquitos.
Medidas de prevención de dengue y chikungunya
La principal forma de transmisión de estas enfermedades es por picaduras de mosquitos infectados. Es por ello que la medida más importante de prevención de dengue y chikungunya es la eliminación de todos los criaderos de mosquitos, es decir, de todos los recipientes que contengan agua, tanto en el interior de las viviendas como en sus alrededores.
Si los recipientes no pueden eliminarse porque se usan de modo frecuente, debe evitarse el acceso del mosquito a su interior (tapando tanques, aljibes y/o cisternas) o evitar que acumulen agua, dando vuelta (baldes, palanganas, tambores), vaciando y cepillando frecuentemente (portamacetas, bebederos), o poniendo los mismos al resguardo bajo techo (botellas retornables). También es recomendable colocar tela mosquitera en las rejillas.
Para evitar la picadura del mosquito se recomienda utilizar repelente, siguiendo siempre las indicaciones del envase. A su vez, se recomienda usar ropa de manga larga y colores claros. Para proteger a las y los bebés (que no pueden usar repelente), se debe colocar redes o tules sobre cunas y cochecitos. En relación al hogar, es importante colocar mosquiteros en puertas y ventanas, y usar repelentes ambientales como tabletas (interior) o espirales (exterior).
La aplicación de insecticida mediante fumigación está indicada sólo en situación de brote y bajo las indicaciones metodológicas de la normativa nacional vigente. El insecticida sólo sirve para eliminar mosquitos adultos que están transmitiendo la enfermedad, no elimina formas inmaduras del mosquito: huevos, larvas y pupas; por lo que no es suficiente para controlar estas enfermedades si no se controlan y eliminan los criaderos de nuevos mosquitos.
“Prevenir la picadura de los mosquitos y evitemos el desarrollo de los criaderos de mosquitos, evitando todas las medias preventivas que ya se conocen, evitando la acumulación de aguas de desechos o de elementos que puedan favorecer esa esa acumulación de aguas”, sumo de Vedia.
“Lo que me parece realmente importante que este año se está presentando una vacuna de dengue, que es altamente efectiva y que está en vía de aprobación por la ANMAT”, explicó Teijeiro.
El dengue es considerado por la OMS una de las 20 “enfermedades tropicales desatendidas” (conocidas también por las siglas en inglés “NTDs”), que durante la pandemia han sufrido todavía mayor olvido debido a que muchas de las redes sanitarias han tenido que centrarse en el combate a la COVID-19. La OMS estima que unos 1.700 millones de personas necesitarían tratamiento por al menos una de estas enfermedades al año, aunque los médicos sólo llegan a atender a unos 1.000 millones anualmente.
Manuel Espinosa, biólogo y coordinador del área de enfermedades transmitidas por mosquitos de la Fundación Mundo Sano, contó en una nota con Infobae que “desde el mes de enero ya hay casos autóctonos tanto de dengue como de Chikungunya. En CABA hay dos conglomerados de casos autóctonos de dengue y se puede afirmar que se trata de transmisión comunitaria”.
Al igual que en el caso del dengue, como no existe una vacuna, la mejor forma de prevenir la fiebre chikungunya es disminuir los lugares donde se puedan criar mosquitos. Para eso, se deben eliminar los recipientes sin utilidad que pueden acumular agua (latas, botellas, neumáticos, trozos de plástico y lona), dar vuelta o tapar los que sí se usan (baldes, palanganas, tambores, tanques, cisternas) o vaciarlos permanentemente (portamacetas, bebederos).
También es importante para prevenir la picadura del mosquito, usar siempre repelentes siguiendo cuidadosamente las recomendaciones del envase, y ropa clara que cubra los brazos y las piernas, especialmente durante las actividades al aire libre.
Se deben colocar mosquiteros en puertas y ventanas, y cuando sea posible usar ventiladores o aire acondicionado en las habitaciones. Hay que proteger cunas y cochecitos de bebés con telas mosquiteras. Niños y adultos pueden usar repelentes ambientales como tabletas y espirales, según la cartera de Salud Nacional.
El drama del dengue asintomático en personas súper propagadoras
Uno de los grandes problemas de muchas enfermedades ocurre cuando la persona afectada es asintomática y sigue su vida normal sin saber que puede contagiar a otros.
Así como aprendimos forzosamente con la pandemia de COVID sobre la importancia de identificar a los casos que no presentan síntomas, esto también aplica al dengue, enfermedad que es una epidemia en la Argentina y gran parte de Sudamérica, y ha crecido ahora casi un 700% respecto a la temporada pasada en el país.
La infección por dengue puede ser asintomática. Analizando este primer dato, investigadores de la Universidad de Emory, en Atlanta, Estados Unidos, revelaron cómo aumenta el riesgo de un contagio masivo si se dan tres condiciones: un evento masivo, mosquitos Aedes aegypti y personas enfermas con dengue que sean asintomáticas.
“La cantidad de infecciones ‘ocultas’ vinculadas a un lugar, o los casos de personas infectadas que no muestran síntomas, es el indicador clave del riesgo de dengue”, fue una de las conclusiones de los expertos que encontraron que el 8% de los espacios de actividad humana en el estudio representaron más de la mitad de las infecciones durante un brote de dengue. Y estos espacios “súper esparcidores” se asociaron con un predominio de casos asintomáticos, o el 74% de todas las infecciones.
“Nuestros hallazgos muestran que cualquier intervención de salud pública que se centre sólo en responder a los casos sintomáticos de dengue no logrará controlar un brote. Los casos sintomáticos representan solo la punta del iceberg”, afirmó Gonzalo Vázquez-Prokopec, primer autor del estudio y profesor asociado de ciencias ambientales de Emory.
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