Tener sobrepeso, incluyendo una gran barriga, a partir de la mediana edad está relacionado con un mayor riesgo de desarrollar fragilidad física después de los 60 años.
Esa asociación entre sobrepeso y fragilidad fue revelada por un estudio realizado por científicos de la Universidad de Oslo, en Noruega. Fue publicado en la revista de acceso abierto BMJ Open.
La fragilidad es un síndrome que puede afectar a personas mayores. Se asocia con un mayor riesgo de eventos adversos como caídas, discapacidad, hospitalización, reducción de la calidad de vida y mortalidad.
Puede estar precedida por la prefragilidad, que es un estado de riesgo multidimensional y transitorio. La fragilidad suele percibirse erróneamente como un trastorno puramente de desgaste, señalaron los investigadores noruegos. Mantenerse en forma durante la edad adulta puede ayudar a minimizar el riesgo de desarrollar fragilidad.
De acuerdo con los investigadores, la fragilidad se caracteriza por al menos 3 de los 5 criterios siguientes, y la prefragilidad por 1-2 de los criterios: pérdida de peso involuntaria; agotamiento; fuerza de prensión débil; velocidad de marcha lenta; y bajos niveles de actividad física.
Cada vez hay más pruebas que sugieren que los adultos mayores con obesidad pueden estar en mayor riesgo. Porque la obesidad agrava el declive relacionado con la edad de la fuerza muscular, la capacidad aeróbica y la función física. Pero pocos estudios habían realizado hasta el momento un seguimiento de los cambios de peso y el riesgo de fragilidad a largo plazo.
Por ello, los investigadores se basaron en los participantes del llamado “Estudio Tromsø” de base poblacional para investigar si la obesidad general y abdominal (que tiene en cuenta el perímetro de la cintura), por separado y conjuntamente, podrían afectar al riesgo de prefragilidad/fragilidad.
El estudio consta de siete series de encuestas a 45.000 residentes de Tromsø, Noruega, de entre 25 y 99 años, llevadas a cabo entre los años 1974 y 2015-16. El estudio actual se basó en datos de las series 4 (1994-1995) a 7 (2015-16).
El análisis final incluyó a 4.509 personas de 45 años o más. La edad media al inicio del estudio era de 51 años, y el período medio de seguimiento duró 21 años.
Un índice de masa corporal inferior a 18,5 se categorizó como bajo peso, normal como 18,5-24,9, sobrepeso como 25-29,9 y obesidad como 30 y más.
La circunferencia de la cintura se categorizó como normal (94 centímetros o menos para los hombres y 80 centímetros o menos para las mujeres); moderadamente alta (95-102 centímetros para los hombres y 81-88 centímetros para las mujeres); y alta (más de 102 centímetros para los hombres y más de 88 centímetros para las mujeres).
En 2015-16, el 28% de los participantes eran prefrágiles, el 1% frágiles y el 70,5% fuertes. En total, casi el 51% de los que eran fuertes y el 55% de los categorizados como pre-frágiles eran mujeres.
Aunque los participantes de los grupos fuerte y pre-frágil/frágil aumentaron de peso y ampliaron sus cinturas durante el período de seguimiento, había una mayor proporción de participantes con índice de masa corporla y cinturas normales al inicio del período de seguimiento en el grupo fuerte.
A excepción de las enfermedades coexistentes, como la diabetes, los factores potencialmente influyentes, como el consumo de alcohol y tabaco, el nivel de estudios, el estado civil, el apoyo social y los niveles de actividad física, difirieron significativamente entre los grupos fuerte y pre-frágil/frágil, y se tuvieron en cuenta en el análisis.
Los que eran obesos en 1994, evaluados sólo por el índice de masa corporal, tenían casi 2,5 veces más probabilidades de ser pre-frágiles/frágiles al final del período de seguimiento que los que tenían un índicie normal.
Del mismo modo, las personas con un perímetro de cintura moderadamente alto o alto tenían al principio un 57% y el doble de probabilidades de ser pre-frágiles o frágiles que las que tenían un perímetro de cintura normal.
Los que empezaron con un índice de masa corporal normal pero un perímetro de cintura moderadamente alto, o los que tenían sobrepeso pero un perímetro de cintura normal, no tenían una probabilidad significativamente mayor de ser pre-frágiles/frágiles al final del periodo de seguimiento. Sin embargo, los que eran obesos y tenían un perímetro de cintura moderadamente alto al inicio del periodo de seguimiento sí lo eran.
También se observaron mayores probabilidades de padecer prefragilidad/fragilidad entre los que engordaron y entre los que aumentaron de cintura que entre los que mantuvieron el mismo peso y cintura.
Aunque los resultados coinciden con los de estudios previos a largo plazo, se trata de un estudio observacional, que no registra los cambios potencialmente influyentes en el estilo de vida, la dieta y las redes de amistad que podrían haberse producido durante el periodo de seguimiento.
Los investigadores también señalan que los resultados seguían siendo significativos para los participantes con obesidad de base y mayor perímetro de cintura cuando se excluía del análisis a los mayores de 60 años. En el estudio se incluyeron pocas personas con bajo peso.
Sin embargo, los investigadores sugieren que existen algunas explicaciones biológicas posibles para sus hallazgos.
Entre ellas, el aumento de la capacidad inflamatoria de las células adiposas y su infiltración en las células musculares, que son dos factores que probablemente potencien el declive natural de la masa y la fuerza muscular relacionado con la edad. Podrían aumentar el riesgo de fragilidad, explicaron.
No obstante, “en un contexto en el que la población envejece rápidamente y la epidemia de obesidad va en aumento, cada vez hay más pruebas que reconocen el subgrupo de personas mayores ‘gordas y frágiles’, en contraste con la visión de la fragilidad sólo como un trastorno de desgaste”, escribieron.
El estudio “subraya la importancia de evaluar y mantener de forma rutinaria un índice de masa muscular y un perímetro de cintura óptimos durante la edad adulta para reducir el riesgo de fragilidad en la vejez”, subrayaron.
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