Este domingo 18 de diciembre es el Día Nacional de la Esclerosis Múltiple, promovida para visibilizar la situación de las personas afectadas por esta patología neurodegenerativa. Los síntomas varían de una persona a otra, y cada caso evoluciona de diferente manera en función del área comprometida. Esta enfermedad es la segunda causa de discapacidad neurológica en adultos jóvenes, después de los traumatismos, y afecta más a las mujeres que a los hombres.
“En la actualidad, más de 2,8 millones de personas en el mundo conviven con esta enfermedad neurológica crónica que no es hereditaria ni contagiosa. Al momento su causa es desconocida, aunque los estudios para avanzar en su tratamiento y encontrar la cura no se detienen”, explicó Adriana Carra, jefa del área de Enfermedades Desmielinizantes del Hospital Británico, institución que se sumó a la campaña de concientización
Según Carra, esta afección suele presentarse en personas de entre 20 y 40 años, aunque puede aparecer en otras etapas de la vida. La Esclerosis Múltiple “provoca lesiones en el sistema nervioso central, afectando la pérdida de la mielina, que es la sustancia que protege y rodea las fibras nerviosas. Las lesiones no aparecen todas al mismo tiempo, sino en brotes y uno de los efectos de la medicación es atenuar los episodios para poder controlarla”, añadió la experta.
Síntomas y tratamiento
Uno de los primeros signos de alarma de esta enfermedad es la pérdida de visión en uno de los ojos También pueden aparecer la falta de equilibrio y coordinación corporal, debilidad muscular en las extremidades, sensación de hormigueo, fatiga, trastornos urinarios e intestinales. Por lo tanto, la adherencia a un programa de ejercicios físicos sostenido ayuda a combatir algunas de estas alteraciones. A su vez, el lenguaje puede verse afectado, pero en este caso se caracteriza por una entonación lenta y una pronunciación de las palabras con separación entre las sílabas.
“La EM es una enfermedad crónica y el tratamiento para acompañarla ha presentado en los últimos años una gran evolución, ya que están dirigidos no solo a la disminución de los episodios de exacerbación sino a enlentecer la progresión de la enfermedad y reducir la atrofia cortical”, describió Carra.
A la fecha, se cuentan con más de 10 moléculas aprobadas por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) para el control de la enfermedad, y el tratamiento debe ser personalizado, es decir que cada paciente debe recibir la mejor opción para ese momento de la enfermedad.
Por otro lado, el abordaje debe ser transdisciplinario, es decir que un conjunto de especialistas debe participar del seguimiento de la evolución de cada caso. Lo ideal es que el grupo esté integrado por enfermeros, urólogos, fisiatras, un equipo neurorehabilitador, neurooftalmólogos, además de ginecólogos, obstetras, pediatras, entre otros.
Es fundamental, también, la atención del grupo familiar y de apoyo de las y los pacientes, debido a que la confirmación del diagnóstico y las diferentes etapas de la enfermedad pueden producir un gran impacto que requiere de un acompañamiento especializado para ayudar a sobrellevar la situación, que se logra con el trabajo conjunto con las Asociaciones de Pacientes.
Causas y factores de riesgo
Todavía no se ha logrado identificar los motivos por los que se desencadenan los cambios inmunológicos que terminan produciendo la esclerosis múltiple, aunque se ha demostrado que tiene que haber una conjunción entre factores genéticos y ambientales para que se produzca la enfermedad.
Recientemente, un estudio científico demostró que el virus de Epstein-Barr (VEB), que causa la mononucleosis entre otras enfermedades, tiene un papel clave en el desarrollo de la esclerosis múltiple. Así, se ha visto que el riesgo de tener esclerosis múltiple aumenta considerablemente en personas que han tenido una infección por VEB. Sin embargo, el hecho de haber tenido una infección por este virus no es suficiente para que se desarrolle la enfermedad, pues existen datos que confirman que hasta el 95% de la población general ha tenido la infección por VEB pero no desarrollan esclerosis múltiple. Al día de hoy, se desconoce si la relación entre ambos es o no una relación causal, y lo mismo sucede respecto al posible mecanismo implicado.
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