Las verdades alcanzadas por la ciencia fueron y son esenciales para salvar a la humanidad de enfermedades y de toda clase de obstáculos. Sin embargo, las personas y su bienestar no son los únicos objetivos de los expertos, toda vez que los animales, que comparten con nosotros el planeta Tierra, aparecen con frecuencia como un foco importante de estudios y de investigaciones. Por caso, en el ámbito de la belleza y de la cosmética ya hay sendos avances para promover los procedimientos libres de crueldad animal.
Para comprender su relevancia y su funcionamiento, Infobae conversó con Rodrigo De Vecchi, CEO de Episkin Brasil, una firma que pertenece al Grupo L’Oreal y que desarrolla los denominados métodos alternativos. ¿De qué se trata? De la reconstrucción de tejidos humanos que simulan las reacciones del organismo ante varios productos cosméticos evitando, de esta forma, los testeos en animales. Esta empresa posee tres unidades de producción en el mundo: Lyon, en Francia; Shanghái, en China; y Río de Janeiro, en Brasil.
“Son tejidos humanos vivos que reaccionan a estímulos externos (irritación, por ejemplo) cuando aplicamos los productos. Es muy útil para nosotros para la innovación y la investigación de productos porque es más rápido que el testeo en animales que, además de ser dañino, lleva mucho tiempo. Ahora, en dos días podemos tener el resultado y podemos ver si el producto es eficaz y seguro”, explicó De Vecchi, quien es doctor en genética y biología molecular.
En segundo término, el especialista agregó: “Son partes humanas reconstruidas en el laboratorio. Es más limpio y es una tecnología nueva. En Episkin hacemos la reconstrucción de la piel a partir de una célula humana; esto lleva 17 días, mientras que la córnea humana reconstruida nos lleva ocho jornadas. Este último caso es más rápido y usamos un tipo diferente de célula, que es del ojo”.
Para De Vecchi, “en la industria cosmética la gente sabe que no se aceptan más productos testeados en animales”. De todas maneras, esta moción no es nueva, según recordó: “En Francia, hubo un movimiento de la sociedad civil que comenzó en la década del ‘70. Era una activismo contra la experimentación animal. Afortunadamente, L’Oreal siempre acompañó esto e invirtió mucho en investigación para desarrollar los métodos alternativos”.
Días atrás, De Vecchi llegó al país para dictar una capacitación en la materia y presentar los últimos avances de Episkin ante especialistas de la ANMAT, del Senasa, del Instituto ANLIS Malbrán y del CONICET, entre otros. “En Brasil empezamos este movimiento en el año 2014, cuando los reguladores le dieron a la industria cinco años para cambiar y adaptarse. Finalmente, en 2019, prohibieron el testeo en animales. Vemos un gran interés en el tema acá en Argentina: va a pasar lo mismo porque los científicos están muy interesados y no les gusta usar animales en los proyectos”, dijo De Vecchi.
María Laura Gutiérrez, investigadora del CONICET, acompañó a De Vecchi durante la jornada de capacitación y, en diálogo con Infobae, analizó el plano local en relación a este tema. “Actualmente, hay pocos laboratorios que están trabajando en métodos alternativos. Estamos unos pasitos atrás que el resto del mundo y un paso atrás que Brasil, que ya viene trabajándolos. Por eso es importante empezar a implementar y a traer estas metodologías para extenderlas en el país”.
Hoy en día, Gutiérrez se desempeña en el Laboratorio de Métodos Alternativos EBAL - CONICET del Instituto de Farmacología de la Facultad de Medicina de la UBA, uno de los pocos centros del país que trabaja con métodos alternativos. “Tenemos dos objetivos: por un lado, brindar los métodos como un servicio y, por el otro, dar cursos y capacitaciones”, precisó. Y añadió: “Hay empresas que nos llaman y las ayudamos a armar el laboratorio de métodos alternativos para que puedan empezar a testear los productos cosméticos que hacen en su planta. También hay laboratorios privados que prestan este servicio, pero son pocos”.
- ¿Cuáles son las ventajas de estos métodos, más allá del hecho de reemplazar al testeo en animales?
De Vecchi: “Este procedimiento utiliza células humanas y por eso es más predictivo y confiable. La célula humana es más parecida con la condición del consumidor. En este caso, se trata de un método alternativo tridimensional que utiliza células en capas: tenemos ocho capas de células que forman la piel. Por lo tanto, la confiabilidad es mayor para el resultado y tiene la característica de ser in vitro, en el laboratorio, sin usar animales. Otra ventaja es que el resultado es numérico y cuantitativo; los métodos animales son más subjetivos”.
Gutiérrez: “Hay una necesidad de terminar con el uso de animales porque ya hay metodologías validadas que los reemplazan. Sirven, son mejores y más predictivas. Nosotros, desde el CONICET y la UBA, tenemos que dar lugar a esta clase de iniciativas para que, por ejemplo, Rodrigo venga a mostrar sus avances. Pero además, tenemos que formar parte de la capacitación con nuestros conocimientos para que los otros laboratorios, las empresas o mismo las instituciones reguladoras puedan participar y adquirir la información”.
- ¿De qué manera van observando los resultados en estos testeos?
De Vecchi: “En el modelo de piel usamos un detergente fuerte para controlar que el producto que colocamos funcione bien. Testeamos, por ejemplo, un producto cosmético que es un acondicionador capilar. El modelo de piel, como está vivo, si no se irrita, pasa de un color amarillo a un violeta. Así, observando los cambios de colores, podemos medir la viabilidad celular del producto. En las guías ISO recomiendan un límite de color para hablar de un producto irritante. Es simple: el protocolo demora dos días en hacerse y es mucho más corto que en los animales”.
Según indicaron, desde hace más de 40 años, L’Oreal promueve el desarrollo de los métodos alternativos al testeo de animales. No obstante, se trata de una práctica que por diversos motivos aún no se reproduce en todos lados.
- ¿Qué tan extendidos están estos métodos en la región?
De Vecchi: “En América Latina hay un momento muy importante, especialmente en Brasil, en México -que tiene una Ley que prohíbe el testeo en animales desde 2021-, en Chile, en Colombia -que tiene una norma desde 2007- y en Argentina. Es una tendencia mundial que llegó hace tres o cuatro años y está muy candente porque la sociedad y el consumidor no aceptan y no quieren el testeo en animales. No queremos usar a los animales como si fueran una cosa, y es importante que haya una solución. Episkin es parte de la solución aportando métodos alternativos”.
Gutiérrez: “Los laboratorios y las industrias están interesadas y han venido a participar de la capacitación que dimos con Rodrigo para tener una aproximación e incorporar esta tecnología en Argentina. También participaron instituciones públicas que tienen la necesidad de conocer la metodología. Antes, quizá, la única forma de hacerlo era viajando afuera, por ejemplo, a Brasil. Entonces, me parece que este es un buen paso local para ir evaluando la capacidad de incorporarlo”.
El futuro llegó y ya está entre nosotros
Por el entusiasmo que se percibió en De Vecchi y por los vastos avances logrados hasta el momento, está claro que estos desarrollos científicos tienen todo un futuro por delante. “Queremos producir lo que se llama órganos en chip o, como se lo denomina en inglés, Human on a chip. Esto es el futuro más alto”, afirmó el CEO de Episkin. “Es un chip más pequeño que los modelos que ya tenemos de órganos de piel y de córnea. En este caso, tendríamos la posibilidad de sustituir un organismo completo funcionando, produciendo hasta diez órganos distintos para testear cómo reacciona el cuerpo entero ante un producto”, agregó.
Este proyecto motorizado por L’Oreal se está llevando a cabo junto a la Universidad de Florida (Estados Unidos) y a la Universidad de Tokio (Japón). Sobre el funcionamiento de estos chips, De Vecchi señaló: “Tenés un compartimento en el que ponés la piel y medís la absorción del producto. Después, hay otro microcanal en el que está el hígado, hecho a partir de células humanas: ahí evaluamos todo lo relacionado al metabolismo. Luego, en otro compartimento se ubica la parte cardíaca, con células del corazón humano que están pulsando y nos permiten observar la fuerza de contracción, la velocidad y la frecuencia. Si el producto es cardiotóxico, lo podemos detectar enseguida porque hace una especie de electrocardiograma”.
Según De Vecchi, “también puede haber compartimientos renales e incluso neuronales. Éste es el futuro de los métodos alternativos: varios órganos en un chip para tener un nivel de predicción más general y más alto”. En este sentido, el experto indicó que ellos podrían “producir millones de tejidos por año y enviarlos a países como Chile, Argentina, Colombia, México y Uruguay, porque la misión es difundir los métodos alternativos por toda América Latina”.
Para cerrar, Gutiérrez afirmó que distintas naciones, como México y Brasil, “están replicando el modelo legal europeo -que tiene casi 10 años- de no testear en animales”. “Me parece que es lo que nos falta en la Argentina: algún avance legislativo que nos dé el empujón para que se invierta más en estos proyectos”, aseveró. ¿Por qué? “Porque es una necesidad que ya está bastante instaurada, e incluso hay una barrera arancelaria en la exportación de productos que fueron testeados en animales hacia países que tienen la restricción de este procedimiento. Sería, entonces, una forma de proteger el desarrollo local de las pymes y de las empresas que quieren exportar sus productos hacia países en donde existen esas normativas”, concluyó.
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