Este martes se celebra el Día Mundial de la Ecología y de los Ecólogos, una fecha que tiene como principal objetivo reconocer no sólo a la disciplina científica sino también a aquellos profesionales que buscan desentrañar las relaciones entre los seres vivos y el medio en el que viven. En este aspecto, el clima es esencial ya que forma parte de ese ambiente. Actualmente, el mundo lidia con una triple crisis conformada por el cambio climático, la pérdida de la naturaleza y la biodiversidad, y por la contaminación y los desechos. En ese marco, hay una creciente preocupación por el impacto que estas problemáticas tienen en la salud mental.
Recientemente, investigaciones realizadas bajo el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y sus socios muestran que todo el entorno -desde un clima cambiante hasta el ruido, el aire y la contaminación química- puede afectar el bienestar mental de las personas.
Cristina Zucca, quien está a cargo del trabajo sobre contaminación, medio ambiente y salud en el PNUMA -que depende de las Naciones Unidas (ONU)-, explicó: “Un entorno saludable no solo es un ingrediente clave para el bienestar. La salud de los seres humanos, de los animales, de las plantas y del medio ambiente y los ecosistemas en general están estrechamente vinculados y son interdependientes”. En segundo término, agregó: “Todo esto requiere de la acción a nivel individual y de políticas para crear un ambiente saludable que promueva la salud mental”.
Cuáles son las cuatro formas en que el cambio climático afecta la salud mental
1. La contaminación acústica. Un informe realizado en 2022 por especialistas del PNUMA postuló que a medida que las ciudades crecen, la exposición prolongada a los altos niveles de ruido de las carreteras, los ferrocarriles, los aeropuertos y la industria está afectando la salud mental de las personas. ¿De qué forma? Interrumpiendo nada menos que el sueño y el descanso.
Asimismo, diversos pronósticos indican que en Europa, al menos, 22 millones de personas sufren molestias crónicas por el ruido, mientras que otras 6,5 millones se ven afectadas por trastornos del sueño. En estos casos, quienes corren mayor riesgo son los ancianos, las mujeres embarazadas y los trabajadores.
En el mismo sentido, el PNUMA destacó formas naturales para mejorar la salud mental y mitigar los efectos adversos de la contaminación acústica. Una de ellas tiene que ver con plantar vegetación en entornos urbanos para absorber la energía acústica, difundir el ruido y reducir la amplificación de las calles. Los cinturones de árboles, los arbustos, las paredes y los techos verdes pueden tener efectos visuales positivos y ayudar a amplificar los sonidos al atraer la vida silvestre a la ciudad. Algunos sonidos, particularmente los de la naturaleza, brindan beneficios para la salud porque entre otras cosas, reducen los niveles de ansiedad.
2. Contaminación del aire. Los datos disponibles indican que el 99% de la población mundial respira aire que excede las pautas de la Organización Mundial de la Salud (OMS): se estima que siete millones de personas mueren prematuramente debido a esta situación. Según la OMS, la calidad del aire es uno de los grandes determinantes ambientales, sociales y económicos de la salud mental; por si fuera poco, también puede obstaculizar el desarrollo cognitivo en los niños.
Por otro lado, un informe realizado por UNICEF muestra que la exposición a altos niveles de contaminación aérea podría provocar problemas psicológicos y de comportamiento durante la infancia. El trastorno por déficit de atención con hiperactividad, la ansiedad y la depresión son sólo algunos ejemplos que citó el organismo.
Bajo estos preceptos, la OMS, el PNUMA, la Coalición Clima y Aire Limpio y el Banco Mundial, presentaron en conjunto una serie de soluciones que los gobiernos pueden promover para combatir estos males. Las medidas están centradas en la movilidad eléctrica, en caminar y andar en bicicleta y en otras opciones que son bajas en emisiones de carbono. ¿Para qué? Para que los países mitiguen el cambio climático. Esta campaña, denominada BreatheLife, también destaca la importancia de abordar la contaminación procedente de la industria, del transporte, de la gestión de residuos, de los hogares y de la agricultura.
3. Contaminación química. Si bien son los principales contribuyentes para las economías mundiales, los productos químicos en el medio ambiente generan un problema de salud de dimensión mundial. Por lo tanto, su manejo adecuado es esencial para evitar riesgos en los humanos y también en los ecosistemas. No por nada las investigaciones muestran que uno de cada tres niños tiene niveles de plomo en la sangre que pueden estar asociados con una disminución de la inteligencia, con dificultades en el comportamiento y con serios inconvenientes de aprendizaje.
En ese contexto, el PNUMA está trabajando en estrecha colaboración con sus socios para desarrollar soluciones generales que defiendan la gestión racional de productos químicos y de desechos. El mes pasado, los expertos del organismo acordaron un enfoque estratégico para ayudar a proteger el bienestar planetario.
4. Cambio climático. Recientemente, un panel intergubernamental promovido por el PNUMA informó los alarmantes impactos en la salud mental que dejan la exposición a altas temperaturas, los eventos climáticos extremos y las pérdidas económicas y sociales relacionadas a esta problemática. La OMS confirmó esta tendencia con un informe realizado meses atrás que mostró las condiciones de depresión, de ansiedad y de estrés que afloran en estos entornos. El informe pide una respuesta acelerada a esta crisis por parte de los gobiernos, incluidos los esfuerzos para abordar sus impactos en el bienestar psicosocial.
El PNUMA está al frente de mantener -por medio del Acuerdo de París- el aumento de la temperatura global por debajo de los 2 °C y de apuntar, idealmente, a 1,5 °C. Para lograrlo, el organismo desarrolló una hoja de ruta con soluciones para seis sectores: energía; industria; agricultura y alimentación; bosques y uso de la tierra; transporte; y ciudades. En ese marco, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) -que se realizará en noviembre de 2022- se centrará entre otras cosas en la adaptación y en las finanzas de aquellas áreas.
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