Salir al mundo exterior, enfrentar los desafíos cotidianos y disfrutar de las pequeñas alegrías son momentos y acciones que tienen un denominador común: nosotros. Somos nuestra propia compañía ante la vida y estamos presentes en cada segundo que vivimos. Bajo ese precepto, hay abundante material del área de la psicología que llama a cuidar la salud mental y el organismo ya que nuestro ser es lo mejor que tenemos. Este razonamiento es valioso y reivindica la importancia y la esencia individual de cada persona. Sin embargo, la idea de que somos siempre únicos y originales ante los ojos del planeta fue puesta en duda recientemente por la ciencia. Esto abre inevitablemente una pregunta: ¿Somos tan genuinos como creemos?
Un grupo de expertos informáticos de la Universidad de Aston, en Inglaterra, utilizó Inteligencia Artificial (IA) para estudiar cómo los humanos tomamos decisiones y sugirió que hay dos etapas complementarias: primero imitamos lo que hacen los demás y luego reflexionamos de forma independiente. Esta observación tuvo como base una teoría del psicólogo de la Universidad de Harvard, Stanley Milgram, quien en los años 60 postuló que si una multitud de gente observa a una dirección, lo más probable es que sigamos esa corriente y miremos para el mismo lugar.
Ulysses Bernardet, uno de los autores del estudio, explicó: “Los humanos demuestran una tendencia inicial a seguir a los demás en un proceso imitativo, y esto es seguido por un paso más deliberado y estratégico en el que la persona decide si efectivamente copia o no esa tendencia. En ese contexto, una forma en que los grupos afectan a la decisión de los individuos es a través de la mirada”.
Para llegar a estas conclusiones, los expertos convocaron a 160 personas y las introdujeron en un entorno de realidad virtual. Una vez allí, incluyeron a 10 avatares que fueron manejados con Inteligencia Artificial para intentar influir en los participantes en medio de escenas ficticias de peligro. De acuerdo al escrito -que fue publicado en la revista Iscience- los resultados respaldaron la hipótesis de Bernardet y de su equipo, quienes celebraron haber llegado a una mayor comprensión de cómo los humanos -a veces- toman decisiones en función de lo que hacen los demás.
“La influencia del entorno no sólo se siente en forma de normas sociales, sino que también afecta las acciones inmediatas y se encuentra en el corazón de los comportamientos grupales, como los disturbios y el pánico masivo”, detalló Bernardet. Y agregó: “Nuestro modelo no solo es consistente con la evidencia obtenida mediante imágenes cerebrales, sino también con la evidencia reciente de que el seguimiento de la mirada es la manifestación de una interacción compleja entre la atención básica individual y los procesos sociales avanzados”.
Para comprender este particular planteo desde la psiquis, Infobae dialogó con la psicoanalista Agustina Verde (MN 72893), quien consideró que el individuo “responde subjetivamente a las situaciones de peligro con patrones que culturalmente el ser humano utilizó y resolvió antes, y si está en un grupo eso contribuye. De todas formas, la persona no va a dejar de lado su propia evolución, que también va a ser tomada en cuenta para decidir. Por ejemplo, no es lo mismo alguien que responde ante esa situación de manera calmada que alguien que entra en pánico. Es decir que el proceso evolutivo -individual- de cada persona también influye en la respuesta ante hechos estresantes”.
La también profesional del psicoanálisis, Ariana Zuchowicki (MN 63972), sumó su análisis a Infobae. “En Psicología de las masas (1921), Sigmund Freud toma el concepto de Gustave Le Bon (1895) sobre el alma colectiva y afirma que los sujetos ligados en una masa sienten, piensan y actúan de manera idéntica entre sí, por lo que sus actitudes difieren a lo que harían de forma individual si estuvieran aislados. Por eso, no debe sorprender que a lo largo de la vida, estos mecanismos de identificación se sostengan. Creamos nuestra identidad siempre dentro del mundo social al que pertenecemos. Eso es porque somos animales sociales: nos agrupamos en comunidades, familias, grupos de amigos, parejas”, dijo.
En segundo término la experta aclaró pueden existir “instancias de excepción en las que nuestra ética, moral o valores nos permitirán tomar decisiones que vayan en consonancia con nuestro propio deseo y no simplemente dentro de la lógica colectiva del grupo”.
Tecnología y comportamiento
Una de las particularidades de este hallazgo es que fue logrado, en parte, con la intervención de Inteligencia Artificial. El uso de esta tecnología para estudiar el comportamiento humano y derribar uno de sus mitos significa, sin dudas, un avance en la materia. Para dimensionarlo, Infobae conversó con el doctor e investigador Daniel De Florian, quien está al frente del Centro Internacional de Estudios Avanzados de la Escuela de Ciencia y Tecnología de la Universidad de San Martín (UNSAM). “Estos expertos utilizaron a la IA como un simulador. Hoy en día hay sistemas y algoritmos entrenados para emular el comportamiento humano en muchos sentidos”, precisó.
Según De Florian, “la IA es disruptiva y te entrega una herramienta que tiene un poder tan grande que te permite explorar situaciones que antes no podías, entonces lográs derribar creencias que no se habían podido testear, como esta sobre la originalidad de cada persona”.
Por su parte, el investigador Ezequiel Álvarez, quien es colega de De Florian en la UNSAM, añadió: “Ya se tiene el conocimiento para que la inteligencia artificial haga de todo; ya se entendió cómo funciona y todos los meses van a ir apareciendo estudios como éste en el que inducen un pensamiento colectivo. De todas formas, no pueden estudiar el comportamiento humano de forma directa con esta tecnología, que no está pensada para sacar conclusiones elaboradas de manera autónoma”.
Álvarez consideró que esta metodología “aún debe pasar por pruebas y por evaluaciones” que garanticen su correcto funcionamiento a la hora de imitar funciones humanas. Es que si bien puede facilitar y democratizar el acceso a información relevante, la palabra final y el abordaje de esos datos están en manos de las personas. Por lo tanto, según indicaron los expertos, la IA actúa, en este contexto, como una suerte de asistente de los científicos.
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