La inteligencia artificial no puede definirse en pocas palabras. Sin embargo, sabemos que este conjunto de algoritmos tiene entre sus bondades la posibilidad de procesar datos con más celeridad y precisión que los seres humanos. En consecuencia, la abundante información que brinda esta tecnología puede facilitar y agilizar la toma de decisiones complejas, como aquellas relacionadas a enfermedades o más precisamente al COVID-19.
Por caso, un reciente trabajo realizado por científicos del Departamento de Ciencia e Ingeniería de Biosistemas de la Universidad ETH Zurich, de Suiza, logró activar un sistema para analizar, entre otras cosas, la proteína espiga del SARS-CoV-2. En esa región, dicen estos expertos, hay millones de mutaciones del virus que pueden convertirse en futuras variantes y, por ende, traducirse en contagios.
Con el apoyo de la inteligencia artificial, los investigadores consiguieron acceder a información precisa de los potenciales linajes que se encuentran en la proteína espiga y predecir si pueden infectar células humanas. Asimismo, este método les permitió saber si los anticuerpos de personas recuperadas o vacunadas pueden neutralizar esas mutaciones observadas.
Los resultados del estudio dejaron la esperanza de adelantarse al potencial avance de una nueva variante y planificar, llegado el caso, los tratamientos. A su vez, la inclusión de la inteligencia artificial en el proceso abrió un espacio para pensar si es posible anticiparse al curso de una enfermedad. La respuesta es sí, pero conviene profundizar para dimensionarlo mejor.
“Nadie sabe qué variante del coronavirus surgirá más adelante, pero lo que podemos hacer es identificar mutaciones clave presentes en variantes futuras. Con esa información, se podría trabajar por adelantado para desarrollar vacunas que brinden una gama más amplia de protección contra esos linajes futuros”, detalló el profesor Sai Reddy, quien dirigió el estudio de la Universidad ETH Zurich.
Anticiparse a los hechos
El doctor e investigador Daniel De Florian, quien está al frente del Centro Internacional de Estudios Avanzados de la Escuela de Ciencia y Tecnología de la Universidad de San Martín (UNSAM), conversó con Infobae sobre el funcionamiento de la inteligencia artificial. “Lo que hace esta tecnología es aprender de ciertos patrones previos para poder anticipar comportamientos futuros en distintas circunstancias y en cualquier sistema. Esa capacidad de aprender tiene que ver con experiencias anteriores. Por eso no es una inteligencia innata sino que se va adquiriendo y complejizando. En ese sentido es como la mente humana”, dijo.
Durante la pandemia, De Florian trabajó con inteligencia artificial para anticipar posibles focos de contagio en distintas regiones del país. “Lo que te permiten estas herramientas es obtener resultados antes que con otros recursos y visualizar con precisión patrones que no son visibles a simple vista”, explicó el profesional.
El coronavirus puso a la humanidad frente a una patología de rasgos desconocidos. Las medidas epidemiológicas que se tomaron al inicio de esta historia fueron consensuadas sobre la marcha y sin demasiados datos certeros al alcance. Con el tiempo, la ciencia fue avanzando para comprender por qué y cómo las personas se contagian y de qué manera se desenvuelve el virus.
Las apariciones de variantes como la Alpha o la Ómicron complejizaron el panorama, pero aun así las vacunas permitieron relajar el aislamiento y prevenir las infecciones graves. Actualmente, los expertos siguen investigando al COVID-19, y la inteligencia artificial, como se ve, podría ser clave para anticiparse a futuros brotes o imponderables.
Revolución artificial
En segundo término, Infobae dialogó con el investigador Ezequiel Álvarez, colega de De Florian en el Centro Internacional de Estudios Avanzados de la UNSAM. “La inteligencia artificial está revolucionando todo lo que conocemos, incluso la medicina, pero todavía es incipiente”, aseveró. Es que si bien esta tecnología puede facilitar y democratizar el acceso a información relevante, la palabra final y el abordaje de esos datos están en manos de las personas.
“En muchos aspectos estas máquinas funcionan mejor que el ser humano. Si nosotros manejamos diez variantes, las maquinas manejan mil sin ningún esfuerzo. Pero la decisión final y lo que se hace con eso está en nosotros”, agregó Álvarez.
Por su parte, De Florian indicó que la inteligencia artificial “juega un papel fundamental en la medicina porque permite descubrir el comportamiento de sistemas microscópicos en algunos compuestos biológicos y químicos. Por eso no sorprende si predice, como en este caso, si una variante del coronavirus es más o menos contagiosa”.
Con las cartas sobre la mesa y las proyecciones establecidas, De Florian y Álvarez coinciden en que los datos médicos procesados con la inteligencia artificial podrían salvar vidas por adelantado. La tecnología, en ese contexto, funcionaría como una asistencia que está a disposición de los médicos y de los seres humanos, que tienen el veredicto final.
El futuro sigue siendo humano
Otro profesional argentino que trabaja con inteligencia artificial para la medicina es Franco Simonetti, doctor e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) por el Instituto Leloir. En diálogo con Infobae, Simonetti aseguró que estas tecnologías “pueden ayudar a prevenir posibles complicaciones o ayudar a un paciente a prepararse con antelación para una enfermedad”. ¿Cómo? El experto puso el siguiente ejemplo: “A partir de marcadores genéticos de una persona, la inteligencia artificial puede mostrar el riesgo que tiene de padecer una patología y, de esa forma, prepararlo 20 o 30 años antes para que cambie su estilo de vida o su dieta. Así, se puede combatir tempranamente la dolencia”.
Sin embargo, Simonetti aclaró que el error de estos métodos a veces puede ser grande, por lo que sigue siendo indispensable la intervención humana. En conclusión, la inteligencia artificial es probadamente apta para anticipar el desarrollo de enfermedades, pero su desarrolló aún es incipiente y debe tomarse con cautela. A los ojos de Álvarez, “los próximos 10 años van a ser importantísimos: ya están las herramientas a disposición y lo que resta es implementarlas, pero eso requiere de tiempo y de trabajo”.
SEGUIR LEYENDO