Hoy se descubrieron 4 pumas sueltos que deambulaban por las calles y en la playa de Villa Gesell, en la costa sureste de la provincia de Buenos Aires, Argentina. Es un puma adulto con sus cachorros. Esa aparición llamó la atención y generó temor en la población. Pero para un biólogo e investigador del Conicet que estudia precisamente el rol ecológico del puma como depredador tope en ecosistemas modificados por los humanos ya no es extraño. Antes, ya se habían observado pumas en Mar del Plata y Tandil.
El puma es una de las especies de carnívoros de mayor tamaño y con más amplia distribución en el continente americano. Históricamente, era una especie que estaba presente desde Canadá hasta el extremo sur de Argentina y Chile. En el territorio argentino, su distribución geográfica comprende todas las provincias continentales. Había sido desplazado de algunas jurisdicciones por la expansión de las actividades agrícolas-ganaderas durante el siglo pasado. Pero ahora hubo cambios.
“Si bien es muy poco frecuente que los pumas lleguen a aparecer en las grandes ciudades, en la provincia de Buenos Aires se ha producido un cambio. Porque vive menos población humana y hay menos vacas en el sector rural. Las tierras se dedicaron más a los cultivos. Esto hizo que la fauna silvestre vaya avanzando en zonas rurales bonaerenses, como carpinchos, jabalí, ciervos, y pumas, entre otros. Los pumas se han visto en zona de costa de Mar del Plata y en la periferia de Tandil”, dijo a Infobae el doctor Juan Ignacio Zanón Martínez, investigador del Conicet en el Instituto Multidisciplinario sobre Ecosistemas y Desarrollo Sustentable, que depende de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.
El biólogo comentó que en la provincia de Buenos Aires “la gente no está acostumbrada a ver a un puma cercano porque había sido desplazado y ahora es lógico que tengan miedo al verlos. En otras provincias, como las de la Patagonia, el puma es perseguido con trampas y armas de fuego lamentablemente”.
En tanto, José Hernán Sarasola, director del Centro para el Estudio y Conservación de las Aves Rapaces en Argentina (CECARA), que fue creado en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de La Pampa, dijo al ser consultado por Infobae: “En primer lugar, hay que intentar establecer o dilucidar el origen de los pumas en Villa Gesell que son avistados en zonas urbanas. Una posibilidad, y de la cual existen antecedentes, es que se trate de un escape de individuos que se encontraban ya en la ciudad en una situación de cautiverio ilegal. Otra posibilidad es que su aparición repentina esté ligada a procesos naturales, como eventos climáticos puntuales, u originados por los seres humanos, como la modificación y destrucción de su hábitat, que hacen que en la búsqueda de alimento se desplacen y recalen en ambientes urbanos o peri-urbanos”.
¿Qué se debe hacer ante la aparición de un puma? “Cuando aparece un puma tanto en una ciudad como dentro de los Parques Nacionales u otras áreas protegidas naturales, no se debe correr ni darle la espalda. Cuando el puma ve a un ser humano, generalmente se va. Cuando se queda es porque defiende su lugar. Las personas solo tienen que permanecer erguidas y gritarle para ahuyentarlos. Generalmente, el puma no ataca a los seres humanos”, contestó Zanón Martínez. “Hay que informar a las autoridades competentes, como la Policía o direcciones de Fauna Silvestre, cuando se observe la presencia de pumas”, señaló Sarasola.
El puma es un predador adaptable y oportunista, de hábitos mayormente nocturnos. Su dieta incluye presas de diversos tamaños con predominancia de mamíferos terrestres. Es solitario y territorial. Hace más de 100 años la población de pumas en la Argentina y en el resto de América era mayor. Pero ha sufrido retracciones.
Según el biólogo Zanón Martínez, “en la provincia de La Pampa -donde ha realizado estudios-, hay 1 ó 2 pumas cada 100 kilómetros cuadrados. En áreas protegidas, la densidad poblaciones es mayor. Hoy la población no es alta, pero tampoco está en la categoría más críticas en cuanto a la vulnerabilidad. Consideramos que en algunos lugares hay extinciones ecológicas del puma que significan que si bien hay individuos, la limitada cantidad hace que la especie ya no cumpla su rol como depredador tope del ecosistema”.
Las principales amenazas que enfrenta los pumas son la pérdida y fragmentación de su hábitat, la disminución de sus presas naturales y la caza furtiva. Para el Libro Rojo de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) su categoría de conservación es de “Preocupación menor”. A nivel nacional, la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (SAREM) considera a la especie como de “Preocupación menor”, pero recomienda el monitoreo de algunas poblaciones que podrían estar en riesgo por la persecución directa o por la modificación del hábitat, según un trabajo publicado por las investigadoras del Conicet, Gabriela Brancatelli y Alejandra Yezzi, en 2017.
En la mayoría de la provincias del país, el puma carece de protección legal explícita, aunque en algunas podría considerarse amparado por las distintas Leyes Generales de Protección de Fauna (propias o que adhieren a la Ley Nacional 22.421). Por otra parte, en muchas de esas provincias se permite la caza de control sobre la especie, así como también la caza deportiva; en general sin los controles necesarios para asegurar su sustentabilidad.
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