Desde las niñas y los niños de 5 años hasta las personas mayores pueden recibir hoy en la Argentina la dosis de refuerzo como parte de la inmunización contra la enfermedad COVID-19. Los refuerzos son necesarios porque la protección que brindan las dosis del esquema primario decae con el paso del tiempo. Hasta el momento el 55,1% de la población argentina ya accedió a dosis de refuerzo. Sin embargo, hay notables diferencias en la aceptación de las dosis entre las 24 jurisdicciones que componen el país.
Hay tres jurisdicciones que ya aplicaron la dosis de refuerzo en más del 80% de su población: son San Luis, La Pampa y la Ciudad de Buenos Aires. En cambio, Tucumán, Salta, Misiones y Chaco aún no tienen una cobertura con refuerzo que supere el 35%. Hay diferentes razones que explican esas diferencias en el ritmo de las aplicaciones, según informaron autoridades sanitarias, funcionarios a cargo de la vacunación y especialistas en vacunología e infectología a Infobae.
Antes de la pandemia por el coronavirus, ya se aplicaban dosis de refuerzo para conseguir protección contra otras enfermedades. Por ejemplo, los refuerzos de las vacunas triple viral protegen contra el sarampión, la rubéola y las paperas. Los de la vacuna doble bacteriana aumentan la inmunidad contra la difteria y el tétanos. En ambos casos, están dentro del calendario oficial de vacunación.
En el caso del COVID-19, el plan de vacunación en la Argentina empezó el 29 de diciembre de 2020, y ya se llegó a vacunar con la primera dosis al 91% de la población. El 82% tiene el esquema primario con la segunda dosis. En noviembre pasado, en consenso con el Consejo Federal de Salud, el Ministerio de Salud de la Nación habilitó la aplicación de la primera dosis de refuerzos al tener en cuenta que la respuesta inmunitaria tras el esquema primario disminuye con el paso del tiempo.
Se autorizó primero la aplicación de ese refuerzo en grupos priorizados como el personal de la salud, las personas mayores, y las personas con enfermedades previas, y luego se fue sumando al resto de la población. En febrero, se autorizaron en los adolescentes, y el 24 de mayo pasado se habilitó en niñas y niños de 5 a 11 años con vacunas de ARN mensajero que deben ser aplicadas 120 días después de que hayan recibido la segunda dosis del esquema inicial. En abril pasado, se autorizó la segunda dosis de refuerzo en grupos priorizados y ya se avanzó sobre el resto de la población.
El ritmo de la vacunación contra el COVID-19 estuvo en picada después del gran aumento que hubo entre diciembre y enero pasado, mientras se producía el avance de la circulación de la variante Ómicron del coronavirus (se trataba de la subvariante Ómicron BA.1 específicamente). En la primera semana de enero, se produjo el récord con 3.072.362 dosis aplicadas desde el inicio del plan de vacunación. Después, las aplicaciones semanales empezaron a bajar.
Las aplicaciones fueron en descenso hasta llegar al mínimo de 279.003 dosis aplicadas en la semana del 10 de abril. Un mes después, en mayo pasado, el número de las aplicaciones semanales aumentó el 260%. Dentro del total de las aplicaciones semanales, el 96% de las dosis se reciben como refuerzo, según el análisis del doctor Jorge Aliaga, de la Universidad Nacional de Hurlingham, en base a los datos abiertos del Ministerio de Salud de la Nación.
Más allá de que las autorizaciones en las distintas dosis y grupos se realizaron en consenso entre todas las jurisdicciones del país, se observan diferencias en sus tasas de vacunación, especialmente en la aplicación de los refuerzos: hay demoras significativas en las provincias de Tucumán, Salta, Chaco y Misiones en comparación con respecto a las otras 20 jurisdicciones.
En el caso de Misiones aún no superó el 30% de la población con dosis de refuerzo, según los datos abiertos de la cartera de Salud Nacional. Según dijo a Infobae el Ministro de Salud Pública de Misiones, Héctor Proeza, “hay más dosis aplicadas como refuerzo en Misiones que las que figuran en la base de la cartera de Salud nacional. Están cargadas como adicionales”.
Esa provincia ya había estado rezagada en el ritmo de las aplicaciones de dosis del esquema inicial. La alta ruralidad en Misiones, que había más población pediátrica que aún no estaba habilitada para vacunarse, y que había grupos de adultos que por interferencia religiosa vacilaban en su adherencia a la vacunación fueron algunos de los motivos de la lentitud en la marcha de las aplicaciones el año pasado. El gobernador Oscar Herrera Ahuad dijo en noviembre del año pasado a Infobae: “Aplicamos las vacunas a los menores de 18 años a libre demanda y con operativos en las diferentes escuelas de la provincia con la autorización previa de sus padres. Es probable que también acá hay resistencia por grupos organizados anti vacunas muy fuertes que operan desde las redes sociales y cuesta hacer el plan como está diseñado”.
Desde Chaco, la titular del departamento de inmunización del Ministerio de Salud de la provincia de Chaco, Laura Lezcano, contó hoy a Infobae cuáles son las razones que hoy hacen que la cobertura con refuerzos aún no sea alta. Según los datos de la cartera de Salud nacional, Chaco solo aplicó los refuerzos al 33% de la población. Pero según Lezcano hay demoras en la carga de datos y la cobertura ya superaría el 40%.
Argumentó otras razones de las demoras: “Hay personas que tuvieron el COVID-19 durante el verano y están esperando que pasen los 90 días que corresponden para recibir la dosis de refuerzo. Hay otras personas que pueden ir a aplicarse la dosis, pero como hay muy pocos casos de COVID-19 y fallecimientos, se han relajado en los cuidados y no van a recibirla. También hay personas que solo quieren recibir una determinada marca de vacuna. Como encuentran disponibles otras marcas, deciden no aplicarse el refuerzo por ahora. Las dosis de las vacunas Pfizer/BioNTech pediátricas están disponibles en la provincia de Chaco, pero su aplicación es escasa. Ocurre que solicitamos pocas dosis por no tener un ultrafreezer. Eso se hace para no tener que descartar dosis. El tiempo de vida útil se acorta en semanas al mantenerlas en temperatura de heladera de 2 a 8 °”.
En tanto, Florencia Bruggesser, médica infectóloga y epidemióloga del Hospital Ramón Santamarina de Tandil y miembro de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE), comentó a Infobae hoy que “si bien hubo lineamientos generales en el plan estratégico de vacunación contra el COVID-19 en la Argentina y hay dosis disponibles, cada jurisdicción organizó la distribución y la modalidad de aplicación de manera diferente. Con respecto a los refuerzos, algunas jurisdicciones se adelantaron con respecto a la aplicación en algunos grupos. También las diferencias en la comunicación sobre los beneficios de los refuerzos o las modalidades de dar turnos o establecer la vacunación libre pueden haber influido para que haya diferencias en las 24 jurisdicciones”.
Si bien en este momento los casos de COVID-19 estarían volviendo a bajar en la Argentina, no hay garantía de que las personas no se contagien hoy un virus que aún tiene circulación comunitaria. La ola que empezó en abril fue impulsada por la subvariante Ómicron BA.2. Pero existe el riesgo de que otras tres subvariantes puedan también propagarse en el país y afecten incluso a vacunados. Por eso, es mejor tener hoy los refuerzos correspondientes aplicados para reducir el riesgo de internación y muerte ante la potencial exposición a esas subvariantes de Ómicron.
Durante el último mes, tres sublinajes de Ómicron “han demostrado una tendencia en aumento entre las secuencias cargadas en la base global de vigilancia del coronavirus”, según el reporte semanal de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La subvariante BA.2.12.1 pasó de estar en el 11% de las muestras al 16%. La subvariante BA.4 pasó del 2% al 3%; y la BA.5 ha crecido del 1% al 2%. El reporte también advierte que los países que hacen vigilancia genómica están subiendo menos secuencias que antes. Por lo cual, los aumentos en las frecuencias de las subvariantes podrían ser mayores.
En este momento, resulta crucial que los adultos y adolescentes vayan a recibir los refuerzos, y que los padres y los cuidadores acompañen a las niñas y los niños para acceder a esas dosis. Hasta ahora solo se han aplicado 52.893 dosis de refuerzo en personas de 5 a 11 años. ¿Por qué es importante? “Los pediatras están recomendando a las familias que acompañen a las niñas y los niños a recibir la dosis de refuerzo. Implicará un menor riesgo de desarrollar formas graves de COVID-19 y hospitalización. También se disminuirá la transmisión del coronavirus en el país si las coberturas son altas”, explicó a Infobae hoy la doctora Angela Gentile, jefa de epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y miembro de la Comisión Nacional de Seguridad en Vacunas.
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