Solo el 44% de la población en la Argentina se aplicó el primer refuerzo contra el COVID-19: ¿cuáles son los riesgos?

El ritmo de la vacunación contra el coronavirus se redujo 66% desde marzo pasado. Expertas consultadas por Infobae explican por qué tener dos dosis no es suficiente para frenar la pandemia

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La subvariante Ómicron BA.2 es
La subvariante Ómicron BA.2 es un 30% más transmisible que BA.1 y ya circula en la Argentina (EFE/Juan Ignacio Roncoroni)

Le dicen la “silenciosa”. Se llama Ómicron BA.2 y se sabe que es un 30% más transmisible que la otra subvariante del coronavirus, Ómicron BA.1. Mientras Ómicron BA.1 del coronavirus se propagaba en el mundo a fines del año pasado, y generaba olas explosivas con aumento súbitos de los casos de COVID-19, BA.2 también empezaba a circular lentamente. Ya está en la Argentina, y es una de las razones por las cuales ya se está recomendando con énfasis que las personas deben aplicarse la dosis de refuerzo contra el COVID-19 cuanto antes. Sólo el 44 % de la población del país se ha aplicado el primer refuerzo aunque las dosis ya están disponibles.

La vacunación contra el COVID-19 en el país empezó el 29 de diciembre de 2020. El ritmo de las aplicaciones fue lento al principio por la demora en la entrega de las dosis por parte de los productores desde el exterior: recién en la última semana de febrero del año pasado se llegó a más de 447.000 dosis aplicadas por semana y luego se aceleró. El récord de aplicaciones se batió con 3.060.259 dosis durante la primera semana de enero de este año. Eso fue cuando Ómicron BA.1 complicó todo y más personas se acercaron a recibir las dosis de refuerzo o las adicionales (en un grupo específico de la población), según el análisis del doctor Jorge Aliaga, de la Universidad Nacional de Hurlingham en base a los datos abiertos del Ministerio de Salud de la Nación.

En enero pasado el ritmo
En enero pasado el ritmo de las aplicaciones de vacunas contra el COVID-19 en Argentina batió un récord, pero descendieron el 66% en abril/Infografía de Marcelo Regalado

Pero cuando los casos de personas diagnosticadas con COVID-19 empezaron a bajar, se registró simultáneamente un descenso de las aplicaciones semanales de dosis. La caída fue más pronunciada cada semana, y desde marzo pasado hasta la última semana notificada de abril, las aplicaciones de vacunas descendieron el 66%. Están por debajo de las 400.000 dosis que se aplicaban en febrero del año pasado. En la primera semana de abril fueron 367.809 aplicaciones y 247.800 en la segunda (que incluyó los feriados de Semana Santa). La mayoría de esas aplicaciones son dosis de refuerzo.

La Argentina está hoy entre los 20 países con una tasa de cobertura por el esquema primario completo de vacunación contra el COVID-19 por encima del 80% de su población. El 81,2% de la población aceptó el esquema primario de dos dosis. Sin embargo, la aplicación de las dosis de refuerzo desde noviembre del año pasado en la población adulta y desde febrero en adolescentes viene rezagada.

Solo el 44,2% tiene el refuerzo que se debe aplicar después de 4 meses (si la persona no se contagió el coronavirus en ese período) para extender la protección que brinda el esquema inicial.

Además, hay diferencias significativas entre las 24 jurisdicciones del país. Hay cinco que ya llegaron a vacunar con refuerzo a más del 50% de su población: Santa Fe, San Luis, La Pampa, Formosa y Ciudad de Buenos Aires. Pero hay cuatro que están aún por debajo del 30% de su población con el refuerzo: Tucumán, Salta, Chaco y Misiones.

Como Ómicron BA.2 es más
Como Ómicron BA.2 es más contagiosa, contar con dosis de refuerzo reduce las chances de contagiarse y contagiar el virus (EFE/ Juan Ignacio Roncoroni)

Ir a recibir la primera dosis de refuerzo es clave para estar protegido y prevenir el COVID-19 durante las próximas semanas. Al vacunarse después del esquema inicial, se reducen las chances de contagiarse, desarrollar enfermedad grave, y el riesgo de hospitalización. También al bajar el riesgo de contagiarse, se reduce la probabilidad de contagiar a otros que pueden estar en situaciones más vulnerables.

Hay pruebas de estudios científicos realizados en la Argentina y en otros países que sugieren la necesidad de darse el refuerzo. Uno de ellos es un estudio realizado por el equipo de Andrea Gamarnik -de la Fundación Instituto Leloir y el Conicet- y Jorge Geffner (del INBIRS de la Universidad de Buenos Aires y el Conicet), sobre la población argentina que recibió la vacuna Sputnik V, desarrollada por el Instituto Gamaleya.

A través de ese trabajo publicado en la revista The Lancet Infectious Diseases, se demostró que la respuesta inmune inducida por solo dos dosis de vacunación frente a la variante Ómicron no es óptima. Esas pruebas reafirmaron la importancia de la aplicación de una tercera dosis como refuerzo.

“Los estudios realizados en nuestro país y en otros lugares del mundo muestran que la protección recibida por parte de las vacunas para la variante Ómicron aumenta considerablemente tras la aplicación de una dosis de refuerzo. Esto se debe a que las nuevas variantes tienen propiedades que logran escaparse parcialmente a las vacunas. Al aplicarse la dosis de refuerzo, se logra compensar ese escape porque aumenta la respuesta inmune”, explicó ayer a Infobae la doctora Gamarnik.

Las dosis de las vacunas
Las dosis de las vacunas contra el COVID-19 pueden aplicarse el mismo día que la vacuna antigripal: una en cada brazo/Archivo

Además, la científica señaló que “los anticuerpos que se generan cuando las personas se vacunan o se infectan con el coronavirus van disminuyendo en la sangre con el paso del tiempo. Por eso, la aplicación de una dosis de refuerzo aumenta en gran medida la cantidad de esos anticuerpos protectores. Es decir, después de un lapso de tiempo es importante aplicar una dosis de refuerzo”.

En tanto, Analía Urueña, quien forma parte de la iniciativa Confianza en las Vacunas Latinoamérica, y es directora del Centro de Estudios para la Prevención y Control de Enfermedades Transmisibles de la Universidad ISalud, comentó a Infobae: “Si las personas no se aplican la dosis de refuerzo, existe el riesgo de que los anticuerpos vayan cayendo con el tiempo y no tengan la protección adecuada”.

Los refuerzos están recomendados hoy en todas las personas mayores de 12 años y muy especialmente en personas con algún tipo de inmunocompromiso o que recibieron esquema primario con vacuna inactivada (la de Sinopharm) y tienen más de 50 años -recordó Urueña- “porque son quienes menor respuesta inmunológica generan”. Hay personas que aún no se dieron el refuerzo porque tuvieron el COVID-19 en el momento en que tenían el turno para recibir la dosis, y tuvieron que esperar tres meses.

Hay 5 que ya llegaron
Hay 5 que ya llegaron a vacunar con refuerzo a más del 50% de su población: Santa Fe, San Luis, La Pampa, Formosa y Ciudad de Buenos Aires (EFE/Juan Ignacio Roncoroni/Archivo)

Entre los factores que hacen que haya personas que aún no fueron por el refuerzo, Urueña señaló que hay una baja percepción de riesgo de enfermedad en un contexto epidemiológico de poca circulación del virus y mayor circulación de otros virus, como el de influenza o gripe, que “es más notorio entre adolescentes y adultos jóvenes”.

Según la experta, las personas que todavía no tienen el refuerzo “no deberían subestimar a un virus que tiene la capacidad de generar variantes con distinto grado de virulencia”. También deberían “recordar el COVID-19 es una enfermedad dinámica e impredecible. “Algunas personas también se quedaron con el mensaje del año pasado de no coadministrar vacunas y están priorizando la vacunación antigripal. Sin embargo, hoy ya no se recomienda el intervalo entre vacuna antigripal y la vacuna contra el COVID-19, afirmó. Aunque sean para diferentes enfermedades, las dosis se pueden aplicar incluso el mismo día en diferente brazo.

Es cierto que los casos confirmados de COVID-19 se han reducido muchísimo. Se redujeron el 99% si se comparan los promedios semanales de casos diarios de la segunda semana de enero pasado (con el pico por Ómicron BA.1) con la segunda semana de abril. Sin embargo, la variante “silenciosa” está circulando, y se están haciendo menos testeos, una situación que podría interferir tanto en la vigilancia epidemiológica como en la genómica.

En marzo pasado, Ómicron BA.2
En marzo pasado, Ómicron BA.2 fue la causante del repunte de casos de COVID-19 en el Reino Unido y otros países de Europa (REUTERS/Toby Melville/Archivo)

La subvariante BA.2 ya explotó en África (desde enero), Europa y Asia, y actualmente representa más del 55% de las nuevas infecciones en los Estados Unidos. Según informó el Instituto ANLIS/Malbrán, que depende del Ministerio de Salud de la Nación, la subvariante BA.2 comenzó a aumentar más tarde y a un ritmo más lento en comparación con otras subregiones, y ya se la detectaba en el 28% de las muestras en la segunda semana de marzo en América del Sur. En la Ciudad de Buenos Aires, ya se detecta entre el 25 y 50% de las muestras analizadas según Proyecto País, la iniciativa de vigilancia genómica del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.

En otras regiones, se observó que la cobertura de vacunas y los refuerzos, las medidas como el uso adecuado del barbijo, y la edad media de la población influyen en la propagación de Ómicron BA.2. El espectacular aumento de los casos de BA.2 en Hong Kong se atribuyó en parte a la renuencia de las personas mayores a vacunarse. John Moore, virólogo de la Universidad de Cornell, de los Estados Unidos, dijo a la revista Scientific American que BA.2 ha aumentado en los países europeos y en el Reino Unido en gran medida como resultado de la relajación de las restricciones de COVID-19.

El barbijo, el distanciamiento de dos metros, y la ventilación son cruciales en la prevención contra un virus que se transmite principalmente por el aire (más en lugares cerrados) y que puede estar en 1 de cada 4 afectados sin que manifiesten síntomas. “Los gobiernos de esos países, sobre todo en el Reino Unido, dijeron que ‘se acabó el COVID; hagamos una fiesta. Eso es todo lo que necesita una variante altamente transmisible”, remarcó el doctor Moore.

Infografía Marcelo Regalado

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