La variante Ómicron del coronavirus fue detectada en viajeros en los primeros días de diciembre en la Argentina, y los casos de personas con la enfermedad de COVID-19 no han parado de aumentar explosivamente. A la vez circuló rápidamente la creencia de que la nueva variante solo causa cuadros leves similares a un resfrío y que no habría que preocuparse tanto. Sin embargo, las muertes por el COVID-19 se han triplicado lentamente. Subieron un 212% si se comparan el promedio mínimo de muertes por día que se registró en noviembre con la misma cifra para la última semana en Argentina.
Claro que la velocidad del número de fallecimientos no fue igual a la de la curva de casos confirmados pero la pandemia sí sigue causando muertes. Según los datos abiertos del Ministerio de Salud de la Nación, se registraban 775 casos confirmados de COVID-19 por día en promedio en la semana del 13 de octubre. En ese momento, predominaban los casos con la variante Delta del coronavirus.
Para el 11 de diciembre, los casos confirmados habían crecido a 2.500 por día en promedio. Esta semana, se superan los 100.000 casos reportados por día en promedio. Y se sabe por la vigilancia genómica que la variante Ómicron ya tiene circulación comunitaria en Córdoba, ciudad de Buenos Aires, provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Tierra del Fuego desde diciembre. Hoy miércoles se reportaron 131.082 casos confirmados de COVID-19 y 75 fallecidos. La última vez que se había reportado un número superior fue el 29 de setiembre pasado: se informaron 92 muertos ese día. En total, desde el inicio de la pandemia, hubo 117.670 fallecimientos en el país.
En cuanto a los fallecimientos por el coronavirus, “Argentina llegó a registrar una media de menos de 8 muertos por día para el 10 de noviembre pasado. En cambio, ahora si se considera por fecha de muerte (que son contagios de al menos 20 días atrás), ya se llegó a 25 muertos por día en promedio. Esta cifra es un piso porque puede haber fallecimientos que aún no fueron cargados”, dijo a Infobae el doctor en física Jorge Aliaga, de la Universidad Nacional de Hurlingham, quien hace un análisis diario de la evolución de la pandemia en el país.
El experto también señaló que si se considera la fecha de contagio de la infección, es probable que “los muertos actuales sean todavía en su mayoría del momento en que la variante Delta era predominante. Si Ómicron generase menos casos graves, el número de muertos no debería seguir la misma relación con el aumento de los casos confirmados recientemente”.
Hoy están las 24 jurisdicciones del país en riesgo epidemiológico alto: los casos confirmados subieron 582% durante los últimos 14 días. Pero la movilidad dentro de las ciudades y entre las provincias se encuentra en niveles similares a la etapa anterior a la pandemia, y en los lugares de veraneo se observa pocas personas siguiendo el distanciamiento de dos metros y con el barbijo bien colocado.
Como más del 73% de la población general de Argentina tiene el esquema completo de vacunas contra el COVID-19 y más del 17% tiene la tercera dosis, se considera que hay más protección para que esas personas reduzcan el riesgo de contagio y sufrir cuadros graves y la muerte. A fines de diciembre, el Consejo Federal de Salud (COFESA) con la cartera de Salud nacional, que está a cargo de la médica Carla Vizzotti, acortaron el intervalo a 4 meses entre la segunda dosis del esquema y la aplicación de la tercera dosis para disminuir la probabilidad de complicaciones en quienes tienen más exposición y riesgo.
Días atrás, también las autoridades sanitarias decidieron flexibilizar las cuarentenas para las personas que son contactos estrecho de pacientes con COVID-19. Una de las razones fue que se decidía para reducir el alto nivel de ausentismo laboral del personal esencial que fue afectado por el impacto de Ómicron. También la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) aprobó el uso individual de test que pueden hacerse en el hogar tras producirse una alta demanda en los centros de testeos públicos desde diciembre.
“Hay una enorme cantidad de casos de COVID-19 confirmados y un subregistro importante porque ya no se testean a los contactos estrechos. También se consideran personas con COVID-19 sin testearse. La mayoría de los internados son personas que no estaban vacunadas”, comentó Lautaro De Vedia, ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología y jefe de la unidad de cuidados respiratorios del Hospital Muñiz de la ciudad de Buenos Aires.
Ómicron hizo entrar a la pandemia en una nueva fase, con un “tsunami” de casos, los servicios de atención médica con alta demanda, y la escasez de tests disponibles tanto en Argentina como en otros países. La jefa técnica de la Organización Mundial de la Salud (OMS), María van Kerkhove, dijo hoy: “Hemos empezado este año con números récords de casos de COVID-19 reportados a la OMS. Más de 15 millones de casos fueron notificados durante los últimos 7 días. Es un récord alto. Tenemos aún con la detección de casos y con la notificación y esto tiene que ver con acceso a los tests. No tenemos acceso adecuado a herramientas que salvan la vida, como pruebas de diagnóstico alrededor del mundo. Continuamos trabajando por eso. Pero eso no tiene en cuenta los desafíos de la vigilancia alrededor del mundo tanto como gente que se hace autotesteos en el hogar y no es registrada. Sabemos que 15 millones es una subestimación”.
Con respecto a los fallecimientos, hubo más de 43.000 muertes reportadas a OMS. “Por lo tanto, observamos un cambio importante entre el número de casos y una proporción menor de personas que están muriendo. Tenemos aún 43.000 personas que han muerto durante los últimos siete días solamente, y cada uno de esos casos es una tragedia”, remarcó Van Kerkhove. Y advirtió al mundo que puede haber más muertes.
“En cuanto Ómicron entre y circule entre las poblaciones vulnerables, observaremos un incremento de hospitalizaciones y fallecimientos. Por lo tanto, por favor, traten a este virus tan seriamente como debe ser considerado. No es para asustar a nadie, pero la narrativa de que es un resfrío común no es verdadera -alertó-. La narrativa de que es solo leve no es verdadera. Tenemos realmente que combatirla. No es tiempo de rendirse. Tenemos las herramientas que pueden mantener a las personas seguras. Vacunación entre aquellos que están más en riesgo en todo el mundo más usar herramientas para reducir la transmisión. Los dos lados de esa ecuación son muy críticos ahora y necesitamos reforzar esa estrategia integral”.
Hoy las muertes diarias por COVID-19 en Argentina son 25 en promedio. Pero podrían aumentar. Como informó Infobae el 24 de diciembre, el doctor Ali Mokdad, director de Estrategia de Salud de la Población del Instituto de Evaluación y Métricas de la Salud, en Seattle, Estados Unidos, estimó que en un escenario que tiene en cuenta la transmisión de la variante Ómicron, Argentina alcanzaría las 123.000 muertes acumuladas reportadas para el 1° de abril. “Nuestro modelo proyecta que ocurrirían 7.000 muertes adicionales desde el 13 de diciembre hasta el 1 de abril”, afirmó el experto. Las muertes diarias notificadas por COVID-19 en el escenario de alta gravedad de Ómicron aumentarán a 90 para el 15 de febrero.
“La curva de muertes por COVID-19 reportadas ha crecido en números absolutos pero no tanto como los casos confirmados en el país. Eso se debe a la alta tasa de vacunación del país y a que la variante Ómicron afecta menos al tejido pulmonar y se producen menos neumonías y menos mortalidad”, dijo a Infobae Alejandro Videla, presidente de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria. “Es posible que suba más el número de muertes por la enorme cantidad de casos de COVID-19 que se están produciendo y porque aún la cobertura con la tercera dosis es baja”, añadió Videla, quien está a cargo del Servicio de Neumonología y Medicina del Sueño del Hospital Universitario Austral.
Para reducir el impacto, Videla sostuvo que “en vez de flexibilizar más, las autoridades sanitarias tendrían que poner algún tipo de restricción a las actividades sociales pese a que la gente ya casi no quiere obedecer medidas como las que se tomaron al principio de la pandemia”.
En tanto, Guillermo Chiappero, presidente de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), comentó que “por el momento las internaciones en unidades de cuidados intensivos no han explotado como sucedió durante la ola de marzo a junio pasado. Varios de los fallecimientos que se produjeron en diciembre pasado por el COVID-19 eran pacientes graves que tuvieron internaciones prolongadas desde los meses anteriores”.
El especialista enfatizó: “Como muchos casos de COVID-19 pueden ser leves y no hay restricciones de movilidad, muchas personas asumen que la pandemia terminó. Pero hay que tener en cuenta que aún no se sabe bien cuál es la letalidad por la variante Ómicron. Por lo cual, es importante que la gente se vacune, mantenga el distanciamiento, use el barbijo de manera adecuada y evite las reuniones innecesarias”.
Hay que tener en cuenta que “los casos graves de COVID-19 que estamos observando generalmente son personas que no estaban vacunadas. También hay que considerar que las vacunas no protegen al 100% en especial cuando una persona tiene comorbilidades que dan inmunosupresión”, agregó en diálogo con Infobae la vicepresidenta de la SATI, la médica Cristina Orlandi.
El 26 de diciembre, la cartera de Salud nacional había informado que la incidencia de mortalidad en las últimas cuatro semanas había sido de 4,73 fallecidos por cada 1.000.000 de habitantes en personas vacunadas con dos dosis y de 10,76 cada 1.000.000 de habitantes en personas que no habían iniciado el esquema de vacunación.
Para Víctor Romanowski, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Virología e investigador del Conicet y la Universidad Nacional de La Plata, hoy en las personas que no siguen las medidas de prevención “está ganando la ideología individualista: ‘A mí no me va a pasar’. No dan lugar a la idea central de una sociedad organizada que es la solidaridad”.
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