Ocho vacunas contra el COVID-19 que han sido autorizadas por autoridades sanitarias se aplican masivamente en el mundo. Ya se aplicaron 7.160 millones de dosis. En la carrera contra la pandemia, otras 10 candidatas vacunales fueron abandonadas, pero el desarrollo de otros inoculantes continúa. En este instante, se están probando 107 vacunas en ensayos clínicos en humanos, y 41 han llegado a las fases finales de las pruebas. Además, hay 75 candidatas que se están investigando activamente en animales.
En la segunda generación de vacunas, hay aún más variedad que en la primera. Esta semana una empresa con sede en Oxfordshire, Reino Unido, anunció que comenzará en breve la Fase I del ensayo clínico de una vacuna de segunda generación contra el COVID-19 que se administra a través de un parche cutáneo y que usa células T para matar células infectadas.
Esa candidata vacunal podría ofrecer una inmunidad más duradera que los inoculantes actuales. Este compuesto prepara las células T para eliminar las células infectadas del cuerpo rápidamente después de la infección. De esta manera, evita la replicación viral y la enfermedad. Mientras que los anticuerpos producidos por las vacunas actuales contra el coronavirus se adhieren al virus y evitan que infecte las células, las células T de la candidata vacunal encuentran y destruyen las células infectadas. Vacunas como la de las empresas Pfizer/BioNTech o la de AstraZeneca también producen una respuesta de células T, pero en menor medida.
“Esta vacuna va utilizar una nueva tecnología. Es un parche que contiene microagujas y se coloca en la piel. A través de la ella van a ingresar a la dermis y al cuerpo humano unos péptidos sintéticos que remedan el núcleo central del virus. No contiene ARN, material genético o ADN. Tampoco va a a despertar la respuesta humoral de anticuerpos. Sí, en cambio, va a estar destinada a estimular a la población de las células T de memoria inmunológica, a los linfocitos T8, que son las células citotóxicas”, dijo la reconocida patóloga argentina Marta Cohen, radicada en el Reino Unido hace 18 años.
La empresa que iniciará la Fase I, Emergex, recibió luz verde de la autoridad regulatoria de medicamentos y vacunas de Suiza. Hará el ensayo en humanos en Lausana en los que participarán 26 personas que recibirán una dosis alta y baja de su vacuna experimental a partir del 3 de enero. Se esperan los resultados provisionales del ensayo para junio.
Se sabe que las vacunas de la primera generación provocan principalmente una respuesta de anticuerpos que puede disminuir con el tiempo. “Esta es la primera vez que un regulador ha aprobado una vacuna contra el COVID-19 para entrar en ensayos clínicos cuyo único propósito es generar una respuesta de células T dirigida en ausencia de una respuesta de anticuerpos”, explicó Robin Cohen, director comercial de la compañía.
Las vacunas de la primera generación provocan principalmente una respuesta de anticuerpos que disminuye con el tiempo, lo que significa que las personas necesitan inyecciones de refuerzo para mantener la protección contra el virus. En cambio, la vacuna de Emergex funciona de manera diferente, al matar las células infectadas rápidamente. Esto significa que podría ofrecer una inmunidad más duradera, posiblemente durante décadas, y también podría ser mejor para combatir las mutaciones del virus.
“Lo interesante de esta nueva metodología completamente revolucionaria y sintética es que como está dirigida contra el centro o core del virus este no tiene mutaciones significativas. Por lo tanto, aunque se desarrollen nuevas variantes podría seguir siendo eficaz. Esta tecnología ya se está comenzando a probar para otros virus como el zika, el dengue, la hepatitis y los virus de la gripe”, sostuvo la experta.
La vacuna eventualmente se administrará a través de un parche cutáneo que contiene microagujas que liberan la inyección en segundos. Puede durar hasta tres meses a temperatura ambiente, a diferencia de otros inmunógenos que deben almacenarse en el congelador o el refrigerador. El compuesto de Emergex no estará disponible hasta 2025 como muy pronto, el plazo habitual para el desarrollo de una vacuna.
“Es algo muy auspicioso porque estiman que va a tener un buen resultado y que no va a tener reacciones adversas. Al ser una vacuna completamente sintética, sin material genético, la consideran prácticamente inocua. Esperamos que lleguen las buenas noticias sobre los resultados del estudio en el transcurso del 2022″, aseveró la especialista.
Sin embargo, habrá que esperar los resultados que demuestren los beneficios de la vacuna por el parche cutáneo. Danny Altmann, profesor de inmunología en el Imperial College de Londres, manifestó sus dudas sobre una vacuna de células T “pudiera hacer el trabajo por sí sola”. Sugirió que ese tipo de vacuna podría desempeñar un papel complementario, en un enfoque de combinación de diferentes vacunas para las distintas dosis.
En la misma línea, el profesor Blaise Genton, investigador principal del ensayo del Centro de Atención Primaria y Salud Pública (Unisante) de la Universidad de Lausana, Suiza, comentó: “Aunque las vacunas actuales contra el COVID-19 han logrado avances significativos en la reducción de la mortalidad y la morbilidad, aún quedan retos por resolver, especialmente con el desarrollo de nuevas variantes. Este nuevo y emocionante enfoque científico para el desarrollo de una vacuna contra el SARS-CoV-2 aborda la necesidad de generar una respuesta de células T para provocar una inmunidad a largo plazo. Estamos deseando evaluar los resultados cuando estén disponibles”.
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