¿Vacunar a los adultos contra el COVID-19 evita que los chicos se contagien?

Las campañas de vacunación masiva están proporcionando nuevos datos, pero aún las conclusiones de los científicos son contradictorias: mientras algunos aseguran que, a pesar de no ser un grupo de riesgo, deben ser vacunados para evitar más contagios, otros afirman que será suficiente con inmunizar en forma masiva a los adultos

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Pero los expertos no están de acuerdo sobre si esto significa que es poco probable que los niños no vacunados se conviertan en un reservorio de infección y en un semillero potencial para la aparición de nuevas variantes
Pero los expertos no están de acuerdo sobre si esto significa que es poco probable que los niños no vacunados se conviertan en un reservorio de infección y en un semillero potencial para la aparición de nuevas variantes

Los niños no vacunados parecen estar cosechando los beneficios de los programas masivos de vacunación contra el COVID-19 en muchas partes del mundo. Las infecciones en los más pequeños han disminuido a medida que los adultos reciben sus vacunas. Pero los expertos no están de acuerdo sobre si esto significa que es poco probable que los niños no vacunados se conviertan en un reservorio de infección y en un semillero potencial para la aparición de nuevas variantes.

La respuesta a esa pregunta tendrá que ver con la decisión en torno de si los niños deben ser vacunados o si las campañas de vacunación deben continuar priorizando a los adultos y jóvenes.

Los datos más convincentes sobre el impacto de la vacunación de adultos en los niños provienen de la pequeña ciudad de Serrana en el estado brasileño de São Paulo, donde el 98% de los adultos han sido vacunados. La ciudad fue el sitio de un experimento único, denominado Proyecto S, para medir la efectividad del CoronaVac en el mundo real , desarrollado por la compañía farmacéutica Sinovac, con sede en Beijing.

En comparación con otras vacunas, Sinovac había tenido menos éxito en la prevención de infecciones sintomáticas en algunos ensayos clínicos anteriores, con tasas de eficacia tan bajas como el 50%. Sin embargo, investigadores del Instituto Butantan de la ciudad de São Paulo detallaron en conferencia de prensa una notable reducción de casos y muertes por COVID-19. Los casos sintomáticos se redujeron en un 80% y las muertes en un 95%. El 62% de los 45.000 residentes de Serrana son adultos, sin embargo, se produjo una caída similar en las infecciones sintomáticas en los niños no vacunados, aseguró Ricardo Palacios, el epidemiólogo que dirigió el estudio. “Esta era una de nuestras preocupaciones: que si vacuna a todos los demás, probablemente la enfermedad se concentrará en los niños y adolescentes. Pero no vimos eso”, declaró.

Se han presentado escenarios similares en países con altas tasas de vacunación, como Israel y EEUU. En este último, los casos en niños (generalmente menores de 18 años) disminuyeron su índice de contagios un 84% entre enero y mayo. Un poco más de la mitad de la población de EEUU, predominantemente adultos, ha recibido al menos una dosis de vacuna.

“Tiene sentido -afirmó Monica Gandhi, médica especializada en enfermedades infecciosas de la Universidad de California en San Francisco-, la vacunación de adultos protege a otras personas que no están vacunadas. Eso es realmente lo que significa la inmunidad colectiva”.

Gandhi también señaló la evidencia de que los niños tienen menos probabilidades que los adultos de transmitir el virus, otra razón por la que podrían no actuar como reservorios efectivos de la infección. La forma en que el virus afecta a los niños es “diferente, probablemente porque las vías respiratorias de los niños tienen menos receptores que el SARS-CoV-2 usa para ingresar a las células”, dijo la especialista.

Los datos recientes también sugieren que los niños no vacunados podrían seguir siendo importantes transmisores del virus (EFE/Orlando Barría/Archivo)
Los datos recientes también sugieren que los niños no vacunados podrían seguir siendo importantes transmisores del virus (EFE/Orlando Barría/Archivo)

En Israel, las tasas de infección se han desplomado entre las personas elegibles para la vacunación, de 559 casos por cada 100.000 personas de 16 años o más a mediados de enero a solo 1,5 por cada 100.000 en la actualidad. La mayoría de las escuelas reabrieron en marzo, pero las tasas de niños no vacunados también descendieron, de 546 por 100.000 a 1,5 por 100.000 en los menores de 11 años, por ejemplo.

“Esto sugiere que los niños con mayor frecuencia son infectados por adultos”, consideró Eric Haas, médico pediatra de enfermedades infecciosas y epidemiólogo del Ministerio de Salud de Israel, en Jerusalén. “De lo contrario, cabría esperar que si los niños regresaran a la escuela, simplemente se infectarían unos a otros en masa”, dijo.

Pero no todo el mundo lee los datos de esa forma. Julian Tang, virólogo de la Universidad de Leicester, en Reino Unido, dijo que la velocidad del despliegue de la vacunación en Israel podría haber contribuido a acabar con las infecciones en todos los grupos de edad. “Para cuando terminaron la vacunación de adultos, ya no había más fuente de infección de ese grupo para transmitir a los niños, que luego podía ir a las escuelas”, precisó.

Los primeros datos del Reino Unido, donde la tasa de vacunación es del 60%, pintan un panorama más complicado cuando se trata de niños no vacunados y su potencial para transmitir COVID-19. A fines de mayo, los casos en niños de escuela secundaria habían caído de un máximo de alrededor de 600 casos por 100.000, en enero, a menos de 100 por 100.000. En los niños en edad escolar más pequeños, las cifras son ahora incluso más bajas. Pero los datos recientes también sugieren que los niños no vacunados podrían seguir siendo importantes transmisores del virus.

Durante mayo, se produjeron casi 100 brotes, definidos como dos o más casos, en escuelas primarias y secundarias de Inglaterra. Sin embargo, ese número es bajo y representa sólo una “pequeña proporción de las 25.000 escuelas de Inglaterra”, sostuvo Shamez Ladhani, médico pediatra de enfermedades infecciosas de Public Health England. También agrega que “las tasas generales de infección en los niños en edad escolar cambiaron poco en las seis semanas posteriores a la reapertura de las escuelas”.

No obstante, para Tang la transmisión en las escuelas no debe ignorarse. “El lanzamiento de la vacuna en Gran Bretaña ha sido más lento que el de Israel -argumentó-, y las reaperturas de las escuelas han coincidido con la mayor propagación de B.1.617.2, también conocida como la variante Delta, en las comunidades del Reino Unido. Como resultado, el virus podría seguir circulando en los niños. Este es un punto importante, porque cuanto más dure la pandemia, mayores serán las posibilidades de que surjan nuevas variantes con alguna resistencia a las vacunas”.

La medida en que los niños no vacunados actúan como esparcidores tiene implicancias sobre si deben ser vacunados una vez que la población adulta lo haya hecho, una cuestión que se debate acaloradamente.

Vacunar a los niños es fundamental para controlar la pandemia. “Los eliminaría como un reservorio potencial de infecciones asintomáticas y protegería contra la aparición de nuevas variantes”, dijo uno de los especialistas
Vacunar a los niños es fundamental para controlar la pandemia. “Los eliminaría como un reservorio potencial de infecciones asintomáticas y protegería contra la aparición de nuevas variantes”, dijo uno de los especialistas

En los Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos aprobó la vacuna Pfizer para niños de 12 a 18 años el 10 de mayo, y más de 7 millones de estos niños han recibido al menos una dosis. Las agencias en Japón, el Reino Unido, la Unión Europea y otros lugares han hecho lo mismo desde entonces.

Pero el COVID-19 grave en niños es poco común. Un análisis de mayo de 2020 en 26 países estimó que solo el 0,14% de los niños infectados por el SARS-CoV-2 desarrollan una versión peligrosa. Debido al menor riesgo, la Organización Mundial de la Salud sostiene que vacunar a los niños no es una prioridad alta, dado que los suministros globales son insuficientes para inmunizar a todos los adultos.

“Hay países que básicamente vacunan a personas que realmente no la necesitan, cuando hay muchos otros países que están desesperados por la vacuna -expone Kim Mulholland, pediatra e investigadora de vacunas del Murdoch Children’s Research Institute en Melbourne, Australia-.Me parece extremadamente preocupante”.

Pero a Haas le gustaría que la vacunación en Israel se extendiera a los niños de 12 a 15 años. Aunque el riesgo de enfermedad grave sea menor para ellos, “vacunar a los adolescentes también protegería contra más interrupciones en las escuelas y proporcionaría inmunidad colectiva a los adultos no vacunados”, asegura.

Tang también considera que vacunar a los niños es fundamental para controlar la pandemia. “Los eliminaría como un reservorio potencial de infecciones asintomáticas y protegería contra la aparición de nuevas variantes”, indica.

“En un mundo ideal -añade-, se vacunarían a todos los grupos de edad, de modo que no surgirían nuevas variantes ni en poblaciones de adultos no vacunadas ni en niños. Hasta que la producción de vacunas satisfaga la demanda, es importante vacunar no solo a los adultos en los países de bajos ingresos, sino también a los niños en lugares que ya tienen una buena cobertura de vacunas”.

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