Las cirugías para tratar tumores que se desarrollan en el cuerpo humano se practican desde hace miles de años. Como eran intervenciones tan cruentas, a veces se desaconsejaban para muchos pacientes. Era peor el remedio que la enfermedad. En el Renacimiento, hubo más conocimientos sobre la anatomía humana, y se extirpaban tumores pequeños y superficiales. Con la anestesia, se llevaron a cabo más cirugías de tumores a cielo abierto en el siglo pasado. Se sumó luego la tecnología con la laparoscopía a fines de los años setenta. Ahora, además de inmunoterapias, quimioterapias, y terapias dirigidas, hay un mayor refinamiento con el desarrollo de técnicas de ablación con agujas, como la electroporación irreversible. No requiere que se extirpen los tumores sino que se aplican impulsos eléctricos y se consigue que las células tumorales autodestruyan.
“En cirugía oncológica, estamos haciendo una revolución como fue pasar de los teléfonos fijos a los celulares inteligentes”, dijo a Infobae el cirujano argentino Mariano Giménez, quien es el primer profesional no europeo que tiene a su cargo una Cátedra de Excelencia para el desarrollo de la Cirugía Percutánea en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Estrasburgo, en Francia. También es profesor titular en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en Argentina y acuñó el término “cirugía percutánea”, que hoy se usa en todo el mundo.
“Hoy hay un abanico mayor de posibilidades de tratamiento para los pacientes con cáncer que hace cinco años. Se hace más cirugía de precisión”, señaló Giménez. “Hasta hace cinco años, la innovación en cirugías oncológicas ponía más el foco en las herramientas que usábamos, desde la tijera o la pinza, entre otras herramientas. Ahora, en cambio, las tecnologías se han modernizado y la atención está puesta más en los pacientes en su interacción con los profesionales que intervienen que trabajan a partir de muchos más estudios previos, incluyendo características genéticas de los pacientes”, afirmó.
El cambio hacia una cirugía más personalizada y más precisa trajo más beneficios. “El paso desde la cirugía a cielo abierto hacia las cirugías por laparoscopías y endoscopías -en las que los tumores se extraen por orificios naturales del cuerpos- y por las diferentes técnicas de ablación durante los últimos años hizo que los tiempos de internación de los pacientes en los hospitales se reduzcan. También bajó la duración del postoperatorio que el paciente pasa en su hogar, un cambio que hizo que pueda volver a llevar a cabo sus actividades cotidianas más rápido”, resaltó el doctor Giménez.
Con el desarrollo de nuevos equipos y aparatología, las cirugías entonces fueron siendo menos invasivas. En el caso de la técnica que destruyen los tumores sin extirparlos ya se habla de “ablación 2.0” o “ablación de precisión”, y se puede utilizar para tratar diferentes tipos de cáncer, como el de hígado, riñón y pulmón. También se puede combinar esas técnicas con otros tratamientos como las quimioterapias y las inmunoterapias según el tipo de cáncer y el estadio en que se encuentre cada paciente.
La ablación en tumores se realiza por radiofrecuencia, microondas, y por los pulsos eléctricos de la electroporación irreversible. En el caso de la ablación como la electroporación irreversible, que se hace con tecnología que ya fue aprobada por la autoridad regulatoria de la Argentina, la ANMAT, “el porcentaje de complicaciones en los pacientes intervenidos es mucho más bajo. Además, si el paciente debe hacerse un tratamiento complementario como quimioterapia, puede recibirlo días después. No necesita esperar ni más de una semana como recuperación de la cirugía. Este cambio es clave teniendo en cuenta que a veces la situación de algunos pacientes con cáncer puede ser crítica”, expresó.
A través de la electroporación irreversible -que el doctor Giménez usó por primera vez en Sudamérica para tratar a pacientes con cánceres en Brasil meses atrás- se aplican pulsos eléctricos que abren poros en las células tumorales. Las células se autodestruyen o realizan la “apoptosis” que como se le llaman a la muerte celular programada. “Una ventaja es que no destruye a los tejidos conectivos, como una arteria, vena o vía biliar. Esta técnica permite tratar a pacientes que antes no eran elegibles para la cirugía convencional”, resaltó el cirujano.
Otra ventaja de la técnica es que aumenta la probabilidad de una respuesta inmunológica del paciente, que se llama efecto abscopal. Este efecto ocurre cuando se trata un tumor con un tratamiento localizado y no solo disminuye el tamaño del tumor, sino que también se achican los tumores que no se trataron en otras partes del cuerpo.
“Hoy la electroporación irreversible se indica en tumores localmente avanzados o cuando por su ubicación o riesgos del paciente la cirugía no es recomendada. En los últimos cinco años, las técnicas de planificación y los sistemas para colocar las agujas necesarias para la ablación -que son como los sistemas de navegación de los misiles dirigidos que usan como armas en el mundo- han llevado a un aumento de la precisión y a una clara mejora de los resultados oncológicos. Se equiparan en muchos casos a la remoción quirúrgica”, afirmó Giménez.
Ya está demostrada la utilidad de la electroporación irreversible en casos de tumores de hígado, páncreas, riñón y próstata. En el caso del páncreas, se indica en personas que no son pasibles de resección quirúrgica por riesgos o porque el tumor está localmente avanzado. La combinación de quimioterapia más electroporación tiene una mejor tasa de supervivencia estadísticamente significativa que la quimioterapia sola”, resaltó.
Para llevar a cabo cada operación, se realizan tres pasos. El primero es la planificación, que consiste en localizar el tumor y determinar en qué parte está situado y su relación con los elementos vasculares que lo rodean. Después, se pasa al momento de la ejecución y control: un equipo de profesionales trabaja con guías de navegación para que pueda ver en pantallas y dirigirse a la zona exacta del tumor en el paciente.
En ese segundo paso, hoy se hace una combinación de técnicas de fusión de imágenes que son capturadas por ecografías, resonancias y tomografía, que quedan “superpuestas” en una pantalla. “La combinación de imágenes contribuyen a favorecer la localización, especialmente cuando se trata de tumores muy pequeños. Todas las imágenes se unen y permite tratar lo que no se ve a simple vista”, aclaró el cirujano. Por último, hay un tercer paso, que es la confirmación. Se trabaja con un software especial que, tras aplicar el procedimiento, se trató todo el tumor, y cuál es el estado de los tejidos subyacentes y de los alrededores”.
Pero más allá de que las cirugías sean menos cruentas y más precisas de hoy, Giménez -quien preside la Fundación Argentina para la Docencia, Asistencia e Investigación en Cirugía Invasiva Mínima (DAICIM), rescató la importancia de la relación médico-paciente. “La empatía, la confianza, y el poder de escuchar al paciente, con sus temores y su angustia ante la enfermedad, deben estar presentes en cada consulta o en cada intervención que brindamos como profesionales de la salud”, sostuvo el doctor Giménez. “Se necesita que haya una comunicación clara tanto con el paciente con las familias. Puede suceder que el paciente no quiera saber mucho y eso también hay que respetarlo”.
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