Si bien la vacuna Sputnik V, creada por el Instituto Gamaleya de Rusia, aún no consiguió autorización para ser aplicada en Europa y EEUU, un estudio realizado en Argentina, uno de los 67 países donde se está utilizando, demostró que fue altamente eficaz contra el COVID-19, tanto con una como con dos dosis. Asimismo, reveló que en aquellas personas que previo a la vacunación se habían infectado, una sola dosis produce anticuerpos “más altos que dos dosis en pacientes” que no habían contraído la enfermedad.
El estudio fue publicado el 9 de julio último en la revista científica revisada por pares Cells Reports Medicine por un grupo de científicos argentinos encabezados por la bióloga Andrea Gamarnik, jefa del Laboratorio de Virología Molecular del Instituto Leloir e investigadora superior del CONICET.
La científica comentó hoy que esa publicación es un resultado provisorio de un “trabajo muy grande” que inició ese equipo de especialistas “en colaboración con el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires” y que “se inició en enero” pasado. “No es sólo sobre Sputnik V, sino sobre todas las vacunas que se están aplicando en Argentina, la idea es estudiar la respuesta inmune de todas las personas vacunadas, en función del tiempo, después de una primera dosis, después de una segunda dosis y cuánto dura esa respuesta inmune a los seis meses y al año” de aplicada, explicó, en una declaración que formuló a radio Urbana Play.
Lo publicado en Cells Reports Medicine se refirió “específicamente sobre Sputnik V”. El análisis se hizo sobre “unos 300 trabajadores de la salud y lo que observamos es que la respuesta de anticuerpos es muy muy alta, el porcentaje de anticuerpos que tienen después de la primera dosis, es de aproximadamente el 94%”, precisó.
“Una cosa muy interesante que observamos es que, si analizamos a las personas que ya tuvieron COVID-19 previamente a la vacunación con una sola dosis, la respuesta es tan tan alta y los anticuerpos especiales, que son los anticuerpos que nos protegen, es tan robusta que no haría falta, en principio, dar una segunda dosis, si uno compara la respuesta en personas que ya recibieron dos dosis”.
Entonces, “la respuesta de una persona infectada vacunada con una dosis es mucho mas alta que la de las personas que se vacunaron con dos dosis”, subrayó. Y detalló que “antes del estudio” se analizaron a “300 personas, a las cuales les medimos los anticuerpos antes de vacunar: si tenían anticuerpos quería decir que se habían infectado previamente. Dividimos a todas estas personas en dos, las que habían estado infectadas y las que no. Después estudiamos la respuesta a la vacuna y comparamos estos dos grupos”.
Así, según los resultados publicados en la revista científica, “la primera dosis de Sputnik V da como resultado una tasa de seroconversión del 94% en individuos sin experiencia” de contagio previo, en tanto que “una segunda dosis aumenta en gran medida los títulos de anticuerpos y la capacidad neutralizante”. A la vez, “una dosis en individuos seropositivos (antes contagiados) produce títulos más altos que dos dosis en pacientes no tratados previamente”. Por lo tanto “no hay un beneficio evidente de usar una segunda dosis en individuos previamente infectados”, dijo el equipo científico argentino.
Gamarnik destacó especialmente que aquellas personas que ya habían padecido COVID-19 presentaban, tras la primera dosis de Sputnik V, “como 10 veces más” anticuerpos que aquellos que no se habían enfermado, por lo tanto la vacuna “tiene una respuesta muy robusta”, dijo. Además detalló que lo medido fueron los “anticuerpos especiales, porque uno puede medir anticuerpos totales o los anticuerpos que específicamente protegen para que el virus no infecte a una célula, esos anticuerpos se llaman neutralizantes”, explicó.
Estos anticuerpos específicos, “también son más altos en personas que se infectaron previamente y luego se vacunaron. Esto quiere decir que las personas que se infectaron tienen una respuesta inmune más amplia”.
Gamarnik recordó que meses atrás se publicó un estudio realizado con las vacunas de “ARN mensajero de Moderna y Pfizer que muestra lo mismo: si uno se infecta y se vacuna con una dosis de Pfizer tiene niveles mucho más altos que si se vacuna con dos dosis de Pfizer, es decir que (la vacuna de origen ruso) estaría funcionando igual que otras vacunas, al menos las de ARN mensajero”.
Finalmente, la científica sostuvo que el mismo equipo está realizando el mismo tiempo de trabajo con el resto de las vacunas que se aplican en Argentina, que son la de origen chino Sinopharm y la de AstraZeneca, creada por la Universidad de Oxford. En este caso aún no están listos los informes, indicó, pero “es un trabajo muy grande que sigue en función del tiempo”, dijo. El estudio abarca “cómo funcionan las vacunas que se dan en Argentina para las distintas variables” del SARS-CoV-2.
Las vacunas, en todos sus tipos, recordó, no impiden que las personas se infecten de COVID-19, sino que “impiden que uno tenga que hospitalizarse”, aún así, aseguró, “disminuye mucho la posibilidad de infectare, pero esta no es nula”. “Con todas las vacunas pasa eso, incluso con la de Moderna”, manifestó, en referencia a la próxima llegada de esa vacuna de EEUU.
Consultada acerca de los motivos por los cuales la Organización Mundial de la Salud, y los institutos de contralor europeo, EMA, y de EEUU, FDA, aún no aprobaron la vacuna creada por el Instituto Gamaleya de Rusia, Gamarnik opinó que “se va a aprobar, porque los resultados de la vacuna en distintos países son seguros y protege”. Esa autorización “debería salir pronto”, consideró.
En Argentina se han aplicado, según los últimos datos oficiales, 26.076.593 vacunas, de las cuales 20.934.210 de personas (45.70%) recibieron una dosis, y 5.142.383 las dos para completar el plan (11.23%).
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