La pandemia ya se llevó la vida de más de 3,6 millones de personas en el mundo, y ha empeorado problemas que ya se estaban produciendo. Se aumentó el uso inadecuado de antibióticos, un comportamiento que favoreció el aumento de poblaciones de superbacterias que producen infecciones más difíciles de controlar. “El panorama de la resistencia antimicrobiana es sombrío”, advirtió la Sociedad Argentina de Infectología ayer al considerar un reporte elaborado por científicos del Instituto ANLIS/Malbrán.
Se detectó “un alto nivel de alarma” de las poblaciones de un grupo de bacterias, llamadas “enterobacteriales productores de carbapenemasas tipo KPC+NDM”, que antes no se había registrado en el país. Esas bacterias tienen un mecanismo que les confiere resistencia a los antibióticos y pueden poner en riesgo la vida de las personas que las adquieren.
El aumento de la presencia de las superbacterias fue detectado en Ciudad de Buenos Aires, provincia de Buenos Aires y Neuquén. De acuerdo a la SADI, “preocupan sobremanera ya que, fenotípicamente, tienen la particularidad de no evidenciarse mediante las pruebas de laboratorio habituales, comportándose como bacterias sensibles a algunos antibióticos, cuando en realidad no lo son”, señaló el comunicado.
“Las bacterias resistentes son una amenaza para la salud pública mundial hoy y para el futuro”, dijo a Infobae el doctor Lautaro de Vedia, miembro de la comisión de uso adecuado de recursos de la SADI y médico infectólogo del Hospital Muñiz de la Ciudad de Buenos Aires. “Durante el último año, con la pandemia, hubo un aumento grande de la tasa de un grupo de bacterias resistentes a los antibióticos carbapenémicos”, precisó.
Los fármacos carbapenémicos son derivados de la penicilina y son indicados para controlar las infecciones intrahospitalarias, como neumonía, infecciones asociadas a los catéteres, infecciones urinarias, entre otras. Pero “al aparecer casos de pacientes con las bacterias resistentes, esos antibióticos pueden no ser útiles. Entonces, el problema obliga a acudir a combinaciones de fármacos”, comentó el doctor De Vedia.
El aumento de ese grupo de bacterias resistentes se relaciona con el gran problema de la resistencia antimicrobiana: muchos de los antibióticos se indican o se usan cuando no corresponden tanto en salud humana como en salud animal. Incluso, los recetan los profesionales de la salud en casos de infecciones virales cuando los antibióticos se administran en casos de infecciones por bacterias.
De acuerdo con la SADI, si bien existen programas en control de infecciones en hospitales y personal de salud especializado en el problema, no se ha podido “revertir la falta de normatización y de controles, así como tampoco hemos podido concientizar y sensibilizar a las autoridades de salud para que asuman como propio este desafío”, expresaron en el comunicado. Subrayaron que hay una cultura asimétrica entre la necesidad de esos programas de control de infecciones y los escasos recursos, tanto humanos como económicos, que reciben.
“En este contexto de pandemia, la aparición de un aumento de bacterias resistentes es preocupante. Limitan cada vez más el arsenal de medicamentos para usar”, dijo a Infobae el médico infectólogo Pablo Scapellato, profesor titular de medicina de la Universidad Fundación Favaloro y jefe de la unidad de infectología del Hospital Santojanni.
“Lamentablemente, tanto en nuestro país como en otros, creció el mal uso de los antibióticos durante la pandemia. Aún no se hace nada para trabajar en este problema. Parte del problema es que los grupos de profesionales infectología dentro de los hospitales no trabajan en las condiciones laborales óptimas ni los presupuestos necesarios para que se realice realmente un buen uso de la prescripción de los medicamentos”, opinó el doctor Scapellato.
El problema de las superbacterias compromete el futuro de la salud humana y animal. Si todo sigue igual, ya se proyectan más muertes por infecciones por la resistencia antimicrobiana para el año 2050 que las causadas por cáncer en el mismo período. Será una “nueva pandemia que debemos encarar y derrotar enérgicamente”, sostuvieron en la sociedad médica, que reclamó convocar a la comunidad médica toda, con el acompañamiento de especialistas y de las sociedades científicas nacionales, las carreras universitarias de medicina, farmacia y bioquímica, odontología y veterinaria (que son las especialidades que indican antibióticos) para encontrar la solución.
En marzo pasado, se había difundido un estudio de The Pew Charitable Trusts sobre el uso de antibióticos en pacientes hospitalizados con COVID-19. Se utilizó la base de datos de registros de salud electrónicos de IBM Watson Health para capturar datos de 5.000 pacientes y casi 6.000 admisiones desde febrero hasta julio de 2020 en los Estados Unidos.
Se encontró que hubo una prescripción excesiva de antibióticos durante los primeros seis meses de la pandemia. Si bien no fue posible determinar la proporción de tratamientos con antibióticos que fueron inapropiados, la disparidad entre el porcentaje de pacientes que recibieron antibióticos y los que fueron diagnosticados con infecciones bacterianas indica que algunos pacientes recibieron antibióticos innecesariamente. El 52% de las admisiones hospitalarias resultaron en la prescripción de al menos un antibiótico.
En contraste, el 20% de los ingresados con COVID-19 fueron diagnosticados con una neumonía bacteriana y el 9% fueron diagnosticados con infecciones del tracto urinario. En el 96% de los casos, el paciente recibió el primer antibiótico dentro de las 48 horas posteriores a su ingreso en un hospital.
El problema de las superbacterias implica también la participación de la comunidad general. Los infectólogos de la Argentina pidieron a la población general que “se sume al esfuerzo de encontrar fin a esta compleja y alarmante situación haciendo un uso racional de los antimicrobianos. Para ello, es indispensable evitar la automedicación y estimular, en la medida de lo posible, la consulta profesional que corresponda”. Es decir, si hay algún problema de salud, hay que consultar al médico y no usar antibióticos por recomendaciones de amigos o familiares o porque se los usó en otra oportunidad y quedaron guardados en el hogar.
“El informe del Malbrán es escalofriante”, opinó Alejandro Vila, investigador del Instituto de Biología de Rosario (IBR) y del Conicet que estudia la resistencia de los antimicrobianos. “Informa sobre enterobacterias que combinan mecanismos de resistencia previos, como las carbapenemasas. Hay dos riesgos: estos mecanismos son difíciles de detectar y no permiten actuar rápidamente con la terapia adecuada, y la combinación de estas dos carbapenemasas hace a las bacterias multirresistentes. Sería como un supervillano en un videojuego, que va juntando más armas para defenderse”, comparó en diálogo con Infobae. El doctor Vila enfatizó: “El mensaje hoy es no automedicarse con antibióticos ni hacer un uso indiscriminado tanto en el sector de la salud animal como humana”.
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