La primera médica de nacionalidad argentina, Cecilia Grierson. El equipo del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la Universidad de San Martín y de CONICET, liderado por Juliana Cassataro, decidió homenajear a esta mujer de una forma muy especial: la vacuna Argentina para COVID-19 llevará el nombre de ARVAC Cecilia Grierson.
Finalmente, el equipo de Cassataro, dio por terminado en diciembre con los ensayos de laboratorio de esta vacuna que se encuentra en etapa de desarrollo preclínica.
En abril del año pasado, la científica Juliana Cassataro y su equipo de investigación en la Universidad Nacional de San Martín y el Conicet empezaron a trabajar en el desarrollo de una vacuna contra el COVID-19. Su fórmula se basa en proteínas recombinantes, una tecnología similar a la usada en la vacuna del Hepatitis B o el VPH. Quieren producir las dosis localmente porque dará ventajas a futuro en lo que se refiere a logística, costo y acceso.
Cassataro, que es especialista en inmunología, enfermedades infecciosas y desarrollo de vacunas, ganó un subsidio de 100 mil dólares otorgado por la Unidad Covid-19, compuesta por el Ministerio de Ciencia, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y el Conicet, para desarrollar una vacuna contra el coronavirus. Se trata de la primera iniciativa de este tipo en Latinoamérica.
“Somos un grupo multidisciplinario de inmunólogos, virólogos y expertos en estructura de proteínas, que ya veníamos trabajando en vacunas. Nos presentamos a la convocatoria de la Unidad Coronavirus del MINCyT, porque ya veníamos trabajando en vacunas orales contra enfermedades infecciosas. Veníamos viendo que hay algunos grupos en el mundo que están muy adelantados y la pregunta que nos planteamos fue si valía la pena empezar algo desde acá”, explicaba a Infobae Cassataro que está acompañada de 11 científicos en el proyecto.
Ellos son: Karina Pasquevich, Lorena Coria, Diego Álvarez, Eliana Castro, Claudia Filomatori y Lucía Chemes y los becarios Celeste Pueblas, Laura Darriba, Laura Bruno y Eugenia Bardossay.
Argentina ha sido uno de los países que más eficientemente ha combatido al coronavirus por haber instaurado un aislamiento social preventivo y obligatorio de manera muy temprana, allá por el 20 de marzo. Además de esta medida, sus científicos han decodificado el gen del virus para mapearlo en el territorio, ha desarrollado tres kits para su detección, ha incrementado la capacidad de fabricación de respiradores automáticos y ahora, ha iniciado la investigación para desarrollar una vacuna contra COVID-19.
Cassataro es licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad Nacional de Mar del Plata y doctora por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Recibió la mención del Premio Nacional L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia” en 2019. En el último tiempo viene liderando un equipo de doce científicos con los que trabajó a contrarreloj para poner a prueba en el laboratorio esta nueva formulación de vacuna contra COVID-19.
El proyecto está entre los 128 que entraron en fase pre-clinica de todo el mundo y que comparten el objetivo de inmunizar a la población contra el virus SARS-Cov-2.
La científica precisó a Infobae que en el mundo hay más de cien grupos como el de ella que vienen experimentando en busca de resultados exitosos. “Por eso, nuestro proyecto está enfocado en probar en más o menos 9 a 12 meses lo que sería la etapa preclínica, y si tenemos buenos resultados ahí tendremos que conseguir mucho más financiamiento para comenzar la etapa clínica”, agregaba la experta y jefa del laboratorio que depende de la Unsam y del Conicet, que está en pleno desarrollo de una vacuna basada en la producción de proteínas o regiones de proteínas presentes en la superficie de SARS-CoV-2 que son clave para que ese patógeno se una al receptor ACE2 de las células y comiencen así el proceso de infección.
La investigadora reforzó la idea de que la vacuna consista en proteínas puras del nuevo coronavirus que, al ingresar al organismo, no infecten las células, pero sean reconocidas por el sistema inmunológico para que generen anticuerpos necesario para defenderse del virus real.
“Utilizaremos tecnología innovadora para aplicar distintas formulaciones no solo inyectables sino también por vía oral”, afirmaba Cassataro, que trabajó especialmente en formulaciones desarrolladas que representen a los antígenos (moléculas que generan una respuesta inmunitaria) de las cepas de SARS-CoV-2 que están circulando en Argentina.
“Lo que vamos a desarrollar es una fórmula de vacunas a subunidad, con proteínas recombinantes, como la que se da contra la Hepatitis B, pero vamos a probar también con adyuvantes conocidos como los que se dan contra la influenza estacional y también probaremos unos compuestos que tenemos patentados con el CONICET y UNSAM que mejoran la administración oral, probaremos las dos cosas, es decir la vía oral y parentenal -se aplica por vía intramuscular o a través de la piel (subcutánea)- y la que funcione mejor y además sea más económica en cuanto a su producción y facilidad de administración es la que vamos a seguir”, detalló la especialista en inmunología.
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