Hasta ahora, las vacunas contra el COVID-19 que se aplican en la Argentina se han desarrollado y elaborado en otros países, como Rusia, China, India y Corea del Sur. Pero las dosis de vacunas se han demorado en las entregas y retrasaron el plan de vacunación. Con este tipo de problemas en mente, hoy hay cuatro ideas principales que impulsan la innovación de la respuesta contra el COVID-19 en Argentina. Las detalló a Infobae Fernando Peirano, que está a cargo de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación.
“Durante el primer año de la pandemia, hemos observado que el sistema científico y tecnológico de la Argentina tiene un gran potencial para dar respuestas y crecer. Hubo investigadores e instituciones que se enfocaron en desarrollar diferentes soluciones para un problema tan complejo como la pandemia. Esto demuestra que hay plasticidad para adaptarse anclado en el compromiso de las científicas y científicos”, sostuvo Peirano, quien es economista y está especializado en temas de innovación y desarrollo productivo.
Con la experiencia acumulada desde enero del año pasado, se buscará poner en marcha proyectos relacionados con estas 4 ideas que impulsarán la innovación en el país:
1- Desarrollar vacunas propias contra el COVID-19
En abril del año pasado, la científica Juliana Cassataro y su equipo de investigación en la Universidad Nacional de San Martín y el Conicet empezaron a trabajar en el desarrollo de una vacuna contra el COVID-19. Su fórmula se basa en proteínas recombinantes, una tecnología similar a la usada en la vacuna del Hepatitis B o el VPH. Quieren producir las dosis localmente porque dará ventajas a futuro en lo que se refiere a logística, costo y acceso. También ven factible la aplicación de esa vacuna como refuerzo o para inmunizar a personas que por diferentes motivos no puedan recibir las otras vacunas disponibles.
Otros grupos de investigación, como un equipo del INTA en Bariloche, también se han largado a dar los primeros pasos en el desarrollo de una vacuna con base a conocimientos aportados desde la nanotecnología. Ahora, se largó una convocatoria de subsidios por la cual la Agencia -que depende del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación- otorgará 250 millones de pesos para financiar proyectos que lleven a cabo ensayos en fase pre-clínica de vacunas Covid-19. Además, se darán 75 millones de pesos para otros proyectos relacionados con vacunas para estudios iniciales en los laboratorios.
2- Monitorear las secuelas del COVID-19 en las personas recuperadas
Se darán 75 millones de pesos para hacer investigaciones sobre las secuelas del COVID-19 en los pacientes. Se espera que tras la convocatoria de la Agencia se creen 8 redes de investigación en el país para responder preguntas sobre el impacto físico y mental de la infección en las personas que se recuperaron. Se sabe que los síntomas persistentes luego de la infección pueden abarcar diferentes órganos y que uno de cada diez pacientes recuperados puede tener alguna forma de inflamación cardíaca. Según Peirano, “es necesario que se investigue en el país la situación Post Covid para que se conozca cuál es el panorama local y que se puedan tomar medidas sanitarias si son necesarias”.
3- Prepararse para el impacto social después de la pandemia
En marzo del año pasado, se convocó a investigadores en ciencias sociales y humanidades para hacer un relevamiento de la situación en el país con respecto a los sectores más vulnerables y a las creencias sobre el coronavirus. En ese momento, cuando los casos de afectados eran principalmente de personas que habían estado en el extranjero, se detectó que los sectores más pobres creían que el virus no iba a afectarlos por no haber viajado. El trabajo de los investigadores sirvió como insumo para adoptar medidas en diferentes organismos públicos.
Tras más de un año de pandemia, se conformaron 19 redes de investigación en torno 6 ejes temáticos. “Se formaron redes para debatir y entender el mundo post-pandemia. Permiten identificar conflictos y desigualdades, y trabajar sobre el acceso a la salud y a la educación, la geopolítica, las representaciones sociales después de la experiencia traumática del Covid, entre otras cuestiones -señaló Peirano-. En breve, vamos a hacer un seminario para abrir un diálogo entre los investigadores que conforman esas redes y los organismos públicos relacionados”.
4- Escalar la producción de tests con miras a la exportación
Entre los 84 proyectos que la Agencia financió el año pasado, estuvieron los diferentes tests para diagnóstico del Covid-19 en diferentes momentos de la infección. En ese momento, una de las dificultades era el alto costo de los tests en el extranjero. Diferentes grupos de investigación pública y privada se concentraron en encontrar alternativas. Una de las soluciones fue el “Neokit COVID-19”, que se desarrolló y se distribuyó en hospitales para hacer diagnóstico. En enero pasado, ya se alcanzó el millón de unidades abastecidas a más de doce provincias, que lo incorporaron en su estrategia de testeo y detección de COVID-19. Fue un desarrollo del Instituto de Ciencia y Tecnología Dr. Cesar Milstein, que depende del Conicet y la Fundación Pablo Cassará. Para la comercialización, se sumó Y-TEC, la empresa de tecnología del Conicet e YPF.
También se desarrollaron los test serológicos “COVIDAR”. Los hicieron investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y de la Fundación Instituto Leloir (FIL), con la participación del Laboratorio Lemos. Con el liderazgo de la científica Andrea Gamarnik, alcanzaron al terminar el año una producción de 1.100.000 determinaciones. “Hay un abanico de tests desarrollados en Argentina, y se dará un refuerzo para contribuir al escalamiento de la producción”, contó Peirano.
Además, aún están en desarrollo otros proyectos como respuesta a la pandemia que se apoyaron como los barbijos con propiedades antivirales, los termómetros infrarrojos, la vigilancia de variantes de COVID-19, los estudios en curso para evaluar ivermectina y vitamina D, la investigación con el suero hiperinmune, el monitoreo ambiental en aguas cloacales, y la creación de gabinetes bioseguros y respiradores automáticos. “El 20% de los 84 proyectos relacionados con COVID-19 que financió la Agencia el año pasado terminó satisfactoriamente y el resto ya completó el 65% o más del programa de trabajo aprobado. En diez casos, se otorgaron refuerzos presupuestarios a fin de ampliar el impacto de los resultados que ya consiguieron”, comentó Peirano.
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